El 7M puso a la orden del día la necesidad de barrer definitivamente con los viejos dirigentes y también de encarar el debate sobre la necesidad de avanzar hacia una nueva central sindical democrática y clasista.
Las imágenes de la burocracia sindical corriendo, manifestantes copando el escenario, el atril de la CGT desfilando como trofeo de guerra por las manos de la multitud simbolizaron el hartazgo de la clase obrera con la CGT y su modelo sindical que le permite estar totalmente divorciado de sus bases.
Una oportunidad perdida
Frente a la gran traición de la CGT durante el gobierno de Menem en 1992 un nuevo nucleamiento sindical se agrupó en el denominado Congreso de los Trabajadores Argentinos que finalmente devino en una nueva central sindical. El planteo de la CTA se centraba en la necesidad de enfrentar al gobierno de Menem y en desarrollar un nuevo modelo sindical. Se cuestionaba la afiliación compulsiva al PJ.
Los vientos de cambio que soplaban desde abajo lograron modificar algunos aspectos del anquilosado modelo sindical, como la reivindicación de la autonomía y la libertad sindical, la elección por voto directo, la inclusión de los trabajadores jubilados y desocupados y la posibilidad de afiliación directa a la central independientemente de si el gremio estaba o no afiliado a la central. Y una tolerancia formal a la pluralidad política. Pero ese entusiasmo y las expectativas generadas, se fueron diluyendo porque nunca logró superar los marcos y rasgos fundamentales del modelo sindical cegetista. Ello se transformó en uno de sus grandes problemas estructurales que llevó a la central a crisis y divisiones. El otro problema es que siempre terminó detrás de proyectos políticos de centro izquierda en lugar de, desde la autonomía, abonar a una alternativa política de izquierda e independencia de clase. Primero fue la división de 2010 entre la CTA de los Trabajadores y la Autónoma. Luego una nueva fractura en la CTA Autónoma, incentivada por la profunda crisis de ATE. Ahora se habla de un nuevo proceso de unidad. Pero de nada serviría una unidad cupular, sin democratizar los estatutos y para repetir la receta que llevó al fracaso del proyecto fundacional.
Hace falta construir algo nuevo
Las nuevas camadas de luchadores, activistas y dirigentes que conforman el proceso de recambio de dirección que madura por abajo, demanda algo nuevo, profundamente democrático, clasista y autónomo.
Debemos discutir seriamente esta necesidad. Entre todas los compañeros independientes, de la izquierda clasista o que son parte hoy de algunas de las corrientes internas de las centrales. Es imprescindible abrir este debate en el conjunto de los luchadores, de la necesidad de poner en pie una nueva central y un nuevo modelo sindical. Convocando a un congreso abierto, de bases, que sintetice los debates realizados en los distintos gremios y sectores. Que avance en un estatuto democrático, que defienda la independencia del estado y los patrones, incorpore la integración proporcional de las distintas corrientes de opinión, la más irrestricta democracia sindical, mecanismos de control y revocabilidad sobre los dirigentes para terminar con todo privilegio, con finanzas controladas por la base. Una nueva central clasista, democrática y para la lucha. Proponemos abrir y profundizar este debate imprescindible para el futuro del movimiento obrero y su dirección.
Corriente Sindical del MST