La lucha de los compañeros de AGR merece el reconocimiento de todos los trabajadores. Desde el día uno le pusieron el cuerpo y aguantaron 82 días de toma. Nuestro partido apoyó todas las medidas que resolvieron, más allá de nuestra opinión crítica en muchos momentos. El balance debe servir para sacar conclusiones y, sobre todo, aportar a que las futuras luchas se ganen.
Los trabajadores de AGR se jugaron siempre por la lucha. Al segundo día de toma, enfrentaron a las fuerzas represivas. Durante 82 días mantuvieron la planta de Pompeya tomada y llevaron adelante toda una serie de medidas. Con ese reconocimiento, desde el MST apoyamos todas las acciones que los compañeros fueron decidiendo, aunque -y así lo señalamos varias veces- nuestra postura fuera diferente.
Este aporte al balance no es un cuestionamiento a los trabajadores, que pusieron todo para defender sus puestos de trabajo, sino una crítica a la política de la Lista Naranja Gráfica y el Partido Obrero, que dirigieron este conflicto con mal resultado hasta llegar a la entrega de la llave.
Desde ya, nadie puede ignorar que se trataba de un conflicto difícil. Primero, porque Mauricio Macri mismo llegó a la Rosada gracias al apoyo de Clarín y por eso tiene un obvio compromiso político con ellos. Segundo, porque es un multimedios poderoso y tiene condiciones de aguantar. Y tercero, porque el gobierno, la patronal y la burocracia sindical necesitan debilitar el desarrollo de nuevas direcciones, del que la comisión interna de AGR es parte. La cuestión es si, pese a esas dificultades, el conflicto se podía conducir de otra manera y así lograr un saldo favorable. Creemos que sí, pero si se aplicaba otra orientación política:
1. Era imprescindible nacionalizar el conflicto para enfrentar con éxito a enemigos tan fuertes. Esto es, convertir la defensa de los puestos de trabajo de AGR en una causa nacional. No se trataba sólo de “romper el cerco mediático”, como pasó con la represión al segundo día de toma, sino de involucrar a los trabajadores y la sociedad de conjunto. Para ello hacía falta producir hechos relevantes, con acciones radicalizadas. Por ejemplo, hacer el bloqueo a la planta de Zepita durante más tiempo o más veces, más cortes de los accesos en horarios pico, escraches a las empresas del grupo, piquetes en los lugares de impresión de pliegos que antes hacía AGR. Eso quizás hubiera llevado a enfrentamientos, pero sin acciones trascendentes el conflicto se fue aislando y cerrando dentro de AGR.
2. Fue errónea la política del “desgaste” largo. Frente a una patronal fuerte económicamente y un gobierno tan comprometido políticamente con ella, la línea de la Naranja y el PO de “resistir” y apostar a un “desgaste” prolongado de Clarín fue equivocada. Los que se desgastaron con el correr del tiempo fueron los trabajadores, muchos de los cuales aceptaron el retiro al dilatarse el conflicto y sin ver una salida. En circunstancias como éstas es clave producir hechos contundentes y de corto plazo a fin de forzar negociaciones, más aún para aprovechar la coyuntura nacional claramente favorable en la que se daba el conflicto, de ascenso de las luchas populares y desgaste del gobierno.
3. Denunciar a Macri como responsable político de los despidos y sostén del Grupo Clarín. La conducción Naranja-PO no centró su denuncia en Macri: más bien casi lo omitía, con un errado criterio de lucha “sindical” y no política. Pero Macri es el responsable indudable del ajuste que afecta a todo el pueblo trabajador, incluido AGR. Había que señalarlo como el enemigo común y unificar a toda la clase obrera en su contra. Durante marzo el nivel de movilización contra el gobierno macrista fue inédito y sostenido, dejándolo en una situación de vulnerabilidad. Darle un carácter político al conflicto de AGR hubiera aportado a que gane un alcance nacional.
4. Embretar al kirchnerismo y la burocracia sindical. Como pasa en tantas luchas, para ayudar a cambiar la relación de fuerzas en favor de los compañeros de AGR había que obligar a sumarse a sectores que no quieren hacerlo. Uno de ellos es el kirchnerismo, que cuando fue gobierno tomaba a Clarín como un enemigo principal. Si desde AGR, en vez de limitarse a denunciarlo, se hubiera desplegado una firme campaña de exigencia y presión, al espacio K le hubiera sido más que difícil mantener su pasividad funcional a la patronal. Lo mismo en relación a la burocracia de la Federación Gráfica Bonaerense: embretarla y no caer en las provocaciones que ésta pueda montar, como pasó en la marcha del 22 de febrero a Trabajo, facilitándole que se lave las manos y aísle aún más el conflicto.
5. Haber impulsado una coordinación obrera genuina, en vez de cerrada y formal como lo hizo la Naranja-PO. Para sumar fuerzas, de poco y nada sirve un montaje de pensamiento único bajo el formato de “plenario” sin una coordinación lo más amplia posible. Es decir, motorizar una inteligencia y planificación en común de todas las organizaciones que acompañamos la lucha y participamos de los plenarios. Respetando la decisión de los compañeros de AGR, pero debatiendo entre todos los pasos a seguir y sin que toda opinión o propuesta diferente se vea como un peligro a combatir. El debate democrático, colectivo y las resoluciones adoptadas en común siempre mejoran las chances de lograr un resultado positivo.
Si en lugar de la política sindicalista y cerrada de la Naranja-PO se seguían estas premisas, que desde el apoyo incondicional a la lucha nosotros fuimos planteando a lo largo de estos 82 días de conflicto, seguramente le hubiera sido mucho más difícil a la patronal de Clarín y al gobierno de Macri desalojar y recuperar la fábrica como lamentablemente lo hicieron.
Esa actitud conservadora del PO no es nueva: entre otros casos, ya se dio en el conflicto del Conicet y también en la lucha docente. Y esa “corrección política” proviene de cierto electoralismo, que prioriza cuidar los posibles votos por encima de hacer todo lo que sea necesario para que la pelea se gane.
Lear: el mal ejemplo del PTS
Las comparaciones siempre son relativas ya que cada conflicto tiene sus características y su contexto. Para criticar al PO, que condujo la lucha de AGR, el PTS pone de ejemplo a Lear. Pero allí el PTS impulsó medidas equivocadas que aislaron cada vez más a los despedidos del conjunto de los trabajadores de la fábrica. Por eso terminó en derrota (ver Alternativa Socialista Nº 638, 9/4/15). Y por eso es poco serio querer ponerlo de ejemplo ante AGR. Tanto el PO como el PTS, socios mayores del FIT, tienen responsabilidad por negarse a convocar una coordinación amplia y unitaria de todo el clasismo y los sectores combativos, referencia que tanto haría falta en luchas difíciles como la de AGR.
Ejemplo de triunfo en realidad es el de ENFER-TATSA, en donde los compañeros lograron retener el empleo y ser incorporados como ferroviarios en el FC Sarmiento. Embretaron a la burocracia de la UOM sin dejar que se borren. Debatieron siempre en forma democrática y plural, con respeto por todas las opiniones y resolviendo las divergencias por mayoría. Y resistieron el intento de desalojo porque habían llegado a esa instancia unidos y fuertes.
Como un primer balance del conflicto de AGR, estas reflexiones tienen por objeto sacar las mejores conclusiones para fortalecer las luchas del movimiento obrero.
Si bien la lucha entró ahora en una etapa distinta, seguiremos acompañando la resistencia de los compañeros de AGR.
Corriente Sindical del MST