No se trata de ningún delirio climático. No es una deriva inexorable de la naturaleza. No se trata de un sorpresivo patrón de lluvias. La alteración planetaria del clima es un proceso conocido hace décadas. Hay que modificar la matriz energética. En Argentina la deforestación y el modelo del agronegocio hacen estragos. Son la base material previsible que explica las inundaciones con sus consecuencias sociales dramáticas. Nuestro análisis y propuesta.
Casi la totalidad de los 60 barrios de Comodoro anegados por un verdadero lodazal que cubrió la ciudad. Los servicios básicos interrumpidos. En Tucumán evacuados y enormes pérdidas materiales. En especial el impacto fue para los sectores populares. La política tradicional responsabiliza al fenómeno mundial del cambio climático. Así diluyen toda carga propia. La difusión mediática exacerba esa tesis: la locura del clima, eso sería. Sin embargo hay datos que no se registran ni tienen en cuenta para el análisis público y que traemos para aportar:
Argentina está entre los diez países que más deforestaron en los últimos 25 años.
Se incumple de forma sistemática -e impune- la Ley de Bosques. Sin esa cobertura de protección, las esponjas de absorción natural que son los montes y bosques nativos, el agua se acumula e inunda.
Según un reciente informe de la FAO – Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura- en el lapso de algo más de dos décadas se perdieron casi 8 millones de hectáreas, una superficie equivalente a Entre Ríos.
Datos oficiales estiman que desde la sanción de la Ley de Bosques (fines de 2007) se desmontaron 2.403.240 hectáreas; y que durante el año pasado el 42% de la deforestación se realizó donde la normativa no lo permite.
Este es el cuadro estadístico real detrás de las interpretaciones siempre interesadas del poder. Nuestra comprensión y aproximación sucesiva a esta cuestión llega a conclusiones opuestas a las de Cambiemos.
Cambio climático / Extractivismo / Capitalismo
La alteración del clima provocada por el modo de producción capitalista se sabe desde la década del 70 del siglo XX. Las recomendaciones básicas de cualquier científico racional son: hay que salir de la petrodependencia que genera emisión de gases que aumentan la temperatura media y produce cambios negativos para la humanidad. La deforestación es un hecho gravísimo y empeora todo. La densa vegetación garantizaba hace años una especie de esponja que absorbía el agua. El avance de la frontera transgénica que va ocupando la totalidad del territorio no tiene salida intermedia. Una hectárea con bosques absorbe diez veces más lluvia que una hectárea con soja. Más desmontes es sinónimo de más inundaciones. Es así la realidad, la lógica del modelo extractivo y del capitalismo en esta situación particular. Hay una pinza que nos atraviesa: por un lado el cambio climático como fenómeno planetario que se tiende a profundizar. Por otro lado, para América Latina y Argentina, se impuso el extractivismo como patrón de acumulación. De fondo, los problemas de esta catástrofe social están ligados a la dinámica del capitalismo actual y son convergentes: el cambio climático, el avance lesivo de la soja y el desmonte que se da a razón de una cancha de fútbol por día, empobreciendo la biodiversidad y salinizando de tal forma los suelos que finalmente se impermeabilizan.
Esas son las claves para analizar y sacar conclusiones de este desastre.
¿La vida de las personas o la ganancia de las empresas? Desastre clasista, alternativa radical
La racionalidad del capital, es decir, la lógica de la ganancia privada está en la raíz del problema: un sistema ordenado alrededor de la rentabilidad como gran estímulo. Por eso, ni las inundaciones son una sorpresa, ni sus consecuencias clasistas, que afectan a los sectores más pobres. Tampoco la rapiña repugnante de los propietarios de la cadena de supermercados La Anónima, que en el medio de la catástrofe remarcaron hasta el 100 % el precio de los productos de primera necesidad. Una canallada de clase. La vinculación con Marcos Peña y el ministro Braun de esa empresa corrobora la tesis de que gobierna una casta profesionalizada que son los dirigentes tradicionales y lo que queda de sus partidos. Toda al servicio del negocio capitalista.Tanto en Comodoro como en Tucumán, fue notoria la improvisación del Estado, su inacción, su complicidad con este modelo. Por eso, es clave tomar medidas de urgencia. En el plano general del cambio climático, las medidas transicionales, que cuestionan al capitalismo son simples: Reemplazar la matriz basada en gas y petróleo, por otra basada en renovables y limpias: eólica, solar, mareomotriz.
Reconversión productiva y laboral con garantía salarial por parte del Estado
En lo referido al modelo extractivo también la respuesta es breve:
Suspender todo monocultivo de soja o variantes transgénicas.
Repoblar el campo con incentivos estatales y declarar todo el territorio por encima de las 100 hectáreas de utilidad social, sujeto a expropiación.
Es resumen: para revertir un proceso tendencial que va a tener más consecuencias nefastas hay que asumir que el capitalismo es incompatible con la defensa del medioambiente y la vida de la mayoría.
Por eso construimos la Red Ecosocialista y el MST, como organización consciente de su tarea militante, de su contribución a sembrar programa anticapitalista y ecosocialista, orientación para la movilización permanente y el fortalecimiento colectivo de nuestra herramienta política. Ese es nuestro planteo, superar los límites del capitalismo. Porque hay vida después de eso. Porque hay que ocupar ese futuro desde ahora.
Mariano Rosa