El gobierno busca imponer “nuevas” condiciones a los trabajadores al servicio del ajuste. Aprovecha el desprestigio de la burocracia sindical para demonizar al movimiento obrero, sus luchas y a los dirigentes clasistas.
Con la disposición 7-E/2017 del ministerio de trabajo de la Nación, el gobierno formalizó lo que venía propagandizando mediáticamente desde hace unos días en respuesta a la creciente movilización social, fundamentalmente del movimiento obrero. Las “recomendaciones” contenidas en la misma, lejos de perseguir la democratización implican una táctica para presionar a la burocracia, utilizando su propio desprestigio, hacia un nuevo “pacto” contra los trabajadores y el pueblo.
El muerto y el degollado
Nadie en su sano juicio podría creer que un gobierno pro patronal y anti obrero como el de Macri podría impulsar ninguna medida de reorganización sindical que se proponga democratizar los sindicatos y beneficiar a los trabajadores. Lejos de esto, el responsable de llevar adelante un brutal ajuste que implica cientos de miles de despidos, paritarias a la baja, endeudamiento y entrega, pretende apoyarse en el desprestigio que tiene gran parte de la burocracia sindical (obtenido en gran medida por acompañar a este gobierno y otros en sus proyectos) para fortalecer el control por parte del Estado de un movimiento obrero que ha demostrado con creces su disposición a enfrentarlo, desbordando, incluso, a sus propias conducciones burocráticas.
Luego de más de un año y medio de romance, la presión se hizo insoportable para la conducción de la CGT que se vio obligada a convocar primero a una movilización, que terminó con los trabajadores tomando el palco y corriendo a los dirigentes, y luego a un paro nacional, donde la izquierda y el clasismo garantizamos, en gran medida, que no sea dominguero.
Lo que le preocupa en realidad al macrismo no es “democratizar” ni la presencia de “mafias” sino que esos dirigentes burocráticos, mafiosos y eternos no controlen con la firmeza necesaria a los trabajadores. En este punto, como lo demostraron en incontables ocasiones, y lo demuestran hoy congelando cualquier medida de lucha después del parazo del 6 de abril, la burocracia y el gobierno tienen una fuerte coincidencia y también algunas diferencias, como por ejemplo las que existen entre un muerto y un degollado.
El cuchillo bajo el poncho
Desde el punto de vista de la democracia formal, que aplican y defienden los ricos, las “recomendaciones” que impulsa el ministerio de trabajo pueden parecer progresivos, pero lo que representan en realidad es un avance del control del Estado sobre el movimiento obrero y su organización independiente. En este punto el macrismo no es, ni siquiera, original. El control estatal del movimiento obrero no es más ni menos que un invento del peronismo, que, con la creación de la ley de asociaciones sindicales buscó, y en gran medida logró, anular el desarrollo de una organización independiente y revolucionaria de los trabajadores. Esa ley que es utilizada por la burocracia sindical para fortalecer sus posiciones y su dominio es la que hace, por ejemplo, que en nuestro país sea más sencillo ser candidato a presidente que secretario o secretaria general de un sindicato y mucho menos de una federación nacional. Es la que impone los descuentos compulsivos que garantizan el financiamiento de las cúpulas sindicales, la que sostiene el unicato y pone por fuera del movimiento obrero la potestad de decidir cómo se organizan las herramientas sindicales de los trabajadores. Por eso la recomendación de reforzar esta ley es una puñalada al clasismo, a la libre y autónoma organización de los trabajadores y, por esto mismo, un fortalecimiento del modelo burocrático, vertical y regresivo que permite las mafias sindicales.
El macrismo no persigue la eliminación de este modelo sindical, sino que apunta a subordinarlo completamente a sus intereses estratégicos.
Hace falta otro modelo sindical
Los socialistas, lejos de caer en los cantos de sirena de los “demócratas” neoliberales defendemos la total independencia y libertad organizativa del movimiento obrero. Estamos por tirar abajo cualquier legislación que pretenda reglamentar la actividad sindical y política del movimiento obrero para subordinarla al Estado burgués. En este sentido, damos la pelea en las filas de nuestra clase por democratizar los sindicatos apostando a las asambleas, cuerpos de delegados y todas las instancias democráticas que permitan expresar a fondo la fuerza del movimiento obrero contra los planes de ajuste y la represión que nos imponen los patrones. Defendemos que las organizaciones sindicales cobren la cuota gremial en los lugares de trabajo, que los dirigentes tengan mandatos a término y que puedan ser revocados, que tengan periodos obligatorios donde vuelven a su lugar de trabajo, es decir exigimos y peleamos porque no haya privilegios de ningún tipo.
También sostenemos que debe existir la representación proporcional de todas las tendencias en las directivas sindicales y por supuesto batallamos contra los prejuicios machistas y patriarcales, que impone el propio sistema en las filas del movimiento obrero y margina a miles de compañeras de los puestos fundamentales de conducción, incluso en sindicatos mayoritariamente compuestos por compañeras.
Pero fundamentalmente peleamos por una expresión política independiente de los trabajadores, porque consideramos que no es de la mano del gobierno de Macri, alguna otra variante patronal ni de la burocracia sindical, que los y las trabajadoras vamos a lograr superar las condiciones miserables de vida que nos impone este sistema. Por eso creemos que es fundamental pelear por un gobierno de los trabajadores en el camino de transformar profundamente las relaciones sociales.
Apostamos para estos objetivos a una acción conjunta del clasismo y también al desarrollo político de una fuerte alternativa obrera y socialista. En estas páginas podrás encontrar muchas propuestas para avanzar en esas dos tareas fundamentales. Sumate a impulsarlas con nosotros.
Martín Carcione