En el ballotage francés del 7 de mayo, el neoliberal Emmanuel Macron sacó el 66% de los votos contra el 34% de la ultraderechista Marine Le Pen (Frente Nacional). La abstención, el voto en blanco y nulo marcaron un record histórico: uno de cada tres electores no votó ni a Macron ni a Le Pen, expresando el grave desprestigio que atraviesa el régimen político de la V República.
Hubo 4 millones de votos en blanco (12%) y 12 millones de franceses no fueron a votar (25%). En total, 16 millones repudiaron ambas candidaturas superando las previsiones más optimistas. Entre los jóvenes, este repudio se elevó al 34%. Se calcula que 6 de cada 10 votos a Macron fueron «prestados» para que no triunfe Le Pen, confundidos por la enorme campaña mediática en ese sentido. Y si sumamos la abstención y el voto blanco y nulo, los verdaderos porcentajes se reducen a 44% para Macron y 22% para Le Pen.
El establishment exageró el peligro de la ultraderecha para llamar al «voto útil» a Macron. En la otra punta, una parte de la izquierda venía hablando de un «giro a la derecha» en el mundo. Contradiciendo estos pronósticos, Le Pen en primera vuelta apenas superó a la de la suma de los partidos de izquierda, que hubieran disputado entrar al ballotage si se hubieran unido; y en la segunda, a pesar de un repunte, al competir solo dos fórmulas, solo un quinto del electorado votó al FN.
Las elecciones francesas demostraron que la izquierda puede frenar el avance de la extrema derecha y capitalizar el hundimiento del viejo régimen.
Lejos de surgir un gobierno fuerte, las primeras horas de Macron presidente ya marcan las dificultades que va a tener para imponer sus planes de ajuste. La canciller alemana, Ángela Merkel, desestimó sus propuestas, que apuntan a fortalecer a la burguesía francesa. Y condicionó toda concesión a que Macron aplique el duro plan de ajuste que promete y que la banca alemana exige.
Los logros de la campaña «Ni Macron, ni Le Pen»
Los datos que citamos indican que la campaña de rechazo organizada por la izquierda francesa, los movimientos sociales y varios sindicatos fue un éxito al expresar el gran repudio contra los viejos partidos existente en el pueblo francés.
Esa bronca se puede potenciar en las próximos legislativas el 11 y 18 de Junio, dando nuevo impulso al fenómeno de radicalización a izquierda que se expresó en el casi 20% de voto a Jean-Luc Mélenchon en la primera vuelta y en forma menor en los otros candidatos de izquierda, Philippe Poutou del NPA y Nathalie Arthaud de Lutte Ouvrière.
Esa radicalización se expresó en las calles en las decenas de miles que se movilizaron el 1º de Mayo, anticipando los fuertes enfrentamientos que se avecinan contra los ajustes del nuevo presidente. Como bien lo señalan nuestros compañeros del grupo La Commune en su declaración del 8 de mayo, tras el resultado electoral, «es la hora del frente de rechazo por la derogación total de la ley anti-laboral El Khomri, por el retiro total de los proyectos de decretos de ajuste de Macron y por terminar con los despidos y el trabajo precario.»
Se abre una gran oportunidad en Francia para construir una fuerte corriente anticapitalista aprovechando el proceso de luchas y la polarización y radicalización política en curso, tarea que los compañeros franceses señalan con fuerza: «vamos a redoblar los esfuerzos para reagrupar hacia un partido de los trabajadores combativo y por todas las reivindicaciones».
G. G.