El 29 de mayo se cumplió un nuevo aniversario del ataque de la Triple A al local del PST de Pacheco, que secuestró y asesinó a los compañeros. El golpe no pudo frenar al partido, que tenía una importante influencia en la vanguardia obrera de la zona.
Pocas semanas antes de la masacre, otro compañero del PST, el activista opositor a la burocracia de la metalúrgica Cormasa, Inocencio “Indio” Fernández, caía asesinado por un escopetazo al salir de madrugada para ir a trabajar.
La “Masacre de Pacheco” tuvo una gran repercusión en su momento. Era el primer ataque mortal contra el local de un partido legal. Hasta el momento los muertos eran producto del accionar de las fuerzas represivas contra las organizaciones armadas. El golpe al PST (Partido Socialista de los Trabajadores) fue un hecho “nuevo” que conmovió por esos días el panorama político.
Se realizaron importantes actos en unidad de acción con otras corrientes de la vanguardia política y las nuevas conducciones obreras, como el realizado el local central del PST en la calle 24 de noviembre, la movilización obrera que acompañó los restos de Antonio “Hijitus” Mesa hasta la puerta del astillero Astarsa, del cual era miembro de su Comisión Interna, o los 3000 estudiantes de la facultad de Derecho ante los que Agustín Tosco repudió la masacre, entre otras manifestaciones.
Aunque una justicia parcial y los gobiernos de turno han impedido una investigación a fondo, está claro que existe una responsabilidad importante de la dirigencia de la UOM Vicente López. Es que el PST se había constituido en esos años en el partido con mayor fuerza en el activismo de las fábricas metalúrgicas de la zona norte del gran Buenos Aires.
Perón fue el responsable de la creación de la Triple A. Un engendro fascista que luego dirigieron el “Brujo” López Rega e Isabelita, con el objetivo de golpear a la nueva vanguardia obrera y estudiantil que cuestionaba su Pacto Social. Tenía que frenar esas nuevas direcciones, hijas del proceso que abrió el Cordobazo.
Importantes luchas en la zona habían alentado al desarrollo de un nuevo activismo no controlado por la burocracia de la llamada “Patria Metalúrgica”. Una vanguardia que fue la base sobre la que se formó la lista Gris de oposición a Gregorio Minguito, el segundo de Victorio Calabró, de licencia ya que ocupaba el cargo de gobernador de la provincia de Buenos Aires.
Una sólida implantación en la clase obrera
La lista Gris, de oposición a la burocracia de la UOM, reunía en sus plenarios a alrededor de 300 activistas obreros y delegados metalúrgicos. Dirigía fábricas como Corni-Pacheco, Cormasa, Astarsa Metalúrgica, Wobron, De Carlo, Tensa, Otis, Texas Instruments, Bufalo, Ema, Bianchetti, Vicciu, Ipsam, entre las más importantes. El PST tenía en De Carlo, dirigida por Arturo Apaza, y en Corni-Pacheco dirigida por Víctor “el Negro” Ríos, dos de sus bastiones fundamentales. Sus militantes eran activistas o integrantes de las comisiones internas de las fábricas más importantes.
Era de lejos la corriente más dinámica en el gremio. El tándem de la JTP y el PC apenas contaba con 6 delegados y el resto de la izquierda era minoritaria. Por eso el compañero Arturo “Pedro” Apaza (luego desaparecido por la dictadura), fue el indiscutido candidato a Secretario General de la lista. Su peso era tan grande que la burocracia prefirió no arriesgarse y buscó un ardid “legal” de último momento para proscribirla.
Por eso el PST estaba en el “ojo de la tormenta”. El 1º de Mayo de ese año “el general” había echado a los Montoneros de la Plaza de Mayo defendiendo a los burócratas sindicales que dirigían la CGT. Es que para frenar la etapa política que abrió el Cordobazo, Perón necesitaba de los burócratas. Por eso la nueva vanguardia obrera que surgía en esos años y cuestionaba sus sillones, era el gran enemigo. Mucho más perjudicial para los planes de la patronal argentina que las acciones aisladas del movimiento de masas de las organizaciones guerrilleras.
La Gris metalúrgica tenía sus raíces hundidas en las fuertes luchas de las Cornis, de la toma con rehenes de Astarsa (naval y metalúrgica) primero y de De Carlo después. Era parte de un proceso más general de surgimiento de activismo en las fábricas de la zona: de la huelga con rehenes de Matarazzo, de la huelga de Panam, de Provita, de Terrabussi, Fate, etc. Esa vanguardia obrera, que tenía distintas manifestaciones en todo el país, entre ellas la de los metalúrgicos de Villa Constitución, había que impedir que se desarrollara.
El PST era un partido de izquierda trotskista que había expresado ese fenómeno de radicalización obrera y de los jóvenes en las elecciones de 1973 y que tenía una política para intentar coordinar el desarrollo de esas nuevas direcciones en disputa con las corrientes ultras y el PC, que consideraban “prematuro” armar una coordinadora nacional de luchas. Tras sufrir una serie de ataques a sus locales en la zona norte y en distintos puntos del país, ahora recibía el sablazo criminal de la Triple A.
En la causa judicial por los asesinatos de Pacheco, que está en el Juzgado Federal Nº1 a cargo de Serviní de Cubría, están acreditados sus responsables detenidos a la espera del juicio: Julio Yessi, que era el presidente de la derechista JPRA, el torturador Salvador Siciliano y Jorge Conti, Subsecretario de Prensa de Perón en 1974. A ellos debemos sumarles al subinspector de la Policía Federal, Eduardo Fumega, ya fallecido.
Estos nombres marcan con claridad por qué los crímenes de la Triple A, que fueron anteriores a los de la última dictadura, han sido mucho menos investigados. Ni el kirchnerismo, que predica su defensa de los DDHH, ha querido avanzar en su investigación. Es que detrás de ellos está el general Perón.
Las lecciones de aquellos años
La patronal argentina pactó con Perón un proyecto para apagar las llamas que levantaron las grandes movilizaciones y rebeliones que tumbaron a la dictadura de “la Revolución Argentina”. Perón falleció en medio de la tarea encomendada, el 1º de Julio de 1974. Su política fue instrumentada a sangre y fuego utilizando a las bandas parapoliciales de ese momento. Sin embargo, pese a las derrotas parciales y al terror, no lograron quebrar a los trabajadores, que terminaron derrotando el Pacto Social e hicieron morder el polvo al plan antiobrero del ministro Rodrigo.
Tuvo que venir la dictadura genocida de Videla en el 76 para poder implementar el plan siniestro de la burguesía argentina y el imperialismo. Pero antes de producirse el golpe de estado, los trabajadores y el pueblo libraron enormes luchas que pudieron haber derrotado a Isabelita y su política reaccionaria. Los militantes del PST, que en esos años lucharon codo a codo con esa vanguardia obrera y popular estaban convencidos de que se podía ganar esa pelea.
No se dejaron intimidar, ya que a diferencias de los que buscaban una salida por el lado del aparato militar, tenían una confianza completa en la capacidad de lucha de los trabajadores y a ella apostaron. Los militantes del MST que nos sentimos orgullosos de esa tradición de nuestra corriente, seguiremos peleando por que se sepa toda la verdad y los responsables políticos y materiales que sobrevivan terminen con sus huesos en la cárcel.
Gustavo Giménez