El miércoles 26 de agosto cientos de familiares, amigos y militantes de los derechos humanos pudieron descansar más tranquilos. Es que luego de años de batallar para que fueran condenados los autores y cómplices de delitos de lesa humanidad, este miércoles la justicia federal tuvo que condenar a cadena perpetua a los 4 jueces de la dictadura y a otros 8 más, y siguió con penas de 20 a 6 años a los otros 16 condenados.
Es el caso de Oscar Alfredo Gil, histórico militante del MST desde la época del PST en la dictadura, cuyo hermano Miguel Angel Gil fue secuestrado, torturado y asesinado a comienzos de 1976, a quien entrevistamos para que nos cuente «desde adentro» este caso llamado histórico por los medios.
Contanos cómo se llegó a estas sentencias
Hace más de 3 años que la Justicia Federal dio luz verde para que fueran juzgados los 34 imputados. A pesar que como siempre marcamos desde el MST, hicieron todo lo posible para dilatarlo, para enlentecer y trabar la causa. Así fue que durante el proceso 6 murieron, y le dieron tiempo (seguramente también información) a Otilio Romano, uno de los jueces condenados a perpetua, a fugarse y refugiarse en Chile. Pero fue la lucha tenaz de los familiares, los organismos y partidos, que semana tras semana durante todos estos años empujamos para que la causa no se durmiera, los que logramos forzar a los jueces de hoy a condenarlos.
Y como viviste la jornada de este miércoles?
Ya sin margen para más dilaciones, todo el país estaba esperando la sentencia. Así a las 12 se escucharon los últimos testimonios y los últimos argumentos de los acusados. Fue muy fuerte para todos nosotros, que desde hace 41 años esperábamos una condena ejemplar, mi madre murió antes de ver condenados a los asesinos y cómplices de la muerte de mi hermano. Las más de 1.000 personas que abarrotábamos la sala y la explanada de los Tribunales, gritamos y festejamos con rabia y lágrimas contenidas la condena a cadena perpetua de Otilio Romano, Guillermo Petra Recabarren, Luis Miret y Rolando Carrizo, los 4 jueces que fueron símbolo de estos juicios, luego como corolario, vinieron el resto de las sentencias. Todos nos fuimos con la firme convicción que la movilización popular puede lograr que sigamos juzgando a todos los cómplices civiles y políticos de la dictadura, para que nunca más en el país ningún genocidio quede impune. Como siempre dijimos y hoy se cumple una parte importante: A donde vayan los iremos a buscar.