MST - Movimiento Socialista de los Trabajadores Lunes 27 de Agosto, actualizado hace 4 hs.

La agenda socioambiental en las PASO. Un debate ausente

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Los partidos tradicionales silencian, cómplices al tema. Tienen acuerdo estratégico. La mayoría de la izquierda lo subestima, no lo comprende, minimiza su magnitud. Responsables por omisión. Nuestro enfoque ecosocialista en clave electoral.

Repetidamente en artículos y eventos, en materiales públicos de difusión masiva, cuando nos toca hablar en marchas o acciones del movimiento socioambiental lo colocamos como un primer aspecto fundamental: el diagnóstico del cuadro alarmante que vive nuestra región y nuestro país.
Hay un factor planetario que es la alteración abrupta del clima, el ideológicamente denominado “cambio climático”. Ese fenómeno, no natural, sino derivado del modelo de producción capitalista petrodependiente, tensiona de tal forma el equilibrio ecológico del mundo, que está cambiando por primera vez en la historia civilizatoria, las condiciones de habitabilidad del planeta sin que sea por causas de alguna catástrofe imponderable, como una glaciación. Es increíble, pero cierto.
El segundo elemento crucial para ubicar qué le pasa a nuestro país en términos socioambientales, es el modo de acumulación particular del capitalismo en los últimos veinte años que incorporó como nicho decisivo de valorización de capital la mercantilización de la naturaleza. La cordillera se vuelve reserva de commodities, el forraje transgénico también, las formas no-convencionales de extracción de gas y petróleo que se importan al país y en los centros urbanos, la desposesión de espacio público a partir del desarrollo inmobiliario con fines especulativos.
Entonces: cambio climático y extractivismo, estrangulan socioambientalmente Argentina ante el encubrimiento criminal de los partidos tradicionales y la miope incomprensión del grueso de la izquierda marxista.

Misma trinchera, conciencia de clase contaminadora

Hay parámetros que las fuerzas tradicionales admiten como presupuestos básicos. El modelo de secuestro planificado de la economía nacional por un puñado de corporaciones, es uno de esos parámetros. La extranjerización de la economía argentina no empezó con Macri. Esta es la fase superior de esa dinámica. Pero la sojización del país se consolida en los 12 años del FPV llegando a casi el 70 % del territorio. Esto es: ocupación territorial para producir forraje transgénico y con récord mundial de agrotóxicos por habitante. Es cierto que el macrismo eximió de impuestos -ya escasos- a la megaminería. Pero el salto de 40 emprendimiendos en 2003 a 670 en 2015 es toda una definición de la ubicación del kirchnerismo frente a este tema. El ingreso de la empresa criminal Chevron al país, fue un escándalo. Primero la admisión de una multinacional que venía de un desastre ambiental por derrames y fiscal, en Ecuador. Después que el acuerdo entre YPF y esa empresa fue secreto, con el amparo de la confidencialidad capitalista.
Y en las ciudades, el progreso de la cementación está provocando fenómenos gravísimos: crisis habitacional y escalada de precios de alquileres; asfixia urbana, por retroceso en espacios verdes; compromiso de desagote frente a fenómenos -ahora frecuentes- de lluvias intensas que por la cementación anárquica pueden volver a provocar inundaciones. Ese panorama se consolidó en CABA, por ejemplo, como orientación PRO con el auxilio legislativo del FPV, esencialmente.
Para sintetizar: la orientación extractivista del capitalismo en Argentina es patrimonio de toda la casta política que manda en su versión reaccionaria y seudo-progre. En esto se diluye la grieta.

Me lo vuelve a explicar que no entiendo

Lo de la izquierda en Argentina sobre el tema socioambiental es revelador. El FIT-PO directamente opina que la megaminería tiene una salida: el control obrero. Se ubican así en la vereda opuesta a la del movimiento socioambiental cordillerano que desde hace años levanta la para nosotros, precisa consigna, de “prohibir la megaminería, el agua vale más que el oro”. En esto hay dogmatismo, incomprensión, distanciamiento de este movimiento social. Al interior de Izquierda al Frente, cuidado que también hay debates. Nuestra organización es la que aporta una perspectiva ecosocialista, radical a la unidad política que logramos con el MAS, que tampoco comprende el tema, lo minimiza o lo caracteriza de forma equivocada.
La izquierda que se integró al PJ en CABA -me refiero a Patria Grande- y hace campaña vergonzante por CFK, tiene una contradicción aguda: milita por la vuelta de Cristina, y dice que cuestiona “su política ambiental”.
Ocurre que es imposible desplegar una política socioambiental positiva en unidad política con los extractivistas. En esto hay que ser categóricos.
Nuestra posición es reorganizar el modelo productivo, en base a generar cosas socialmente necesarias con independencia de la lógica del mercado, al margen de la lógica que mueve al capital a producir “cosas para vender”.
Por eso, planteamos prohibir agrotóxicos y transgénicos, en la transición etiquetado en supermercados, impuesto especial a los formadores y apoyo estatal a los emprendimientos alternativos, de producción orgánica.
Con la megaminería no tenemos dudas: prohibirla, y reconvertir productivamente la zona y laboralmente a los trabajadores, con garantía estatal de continuidad salarial.
En nuestra opinión, el fracking hay que prohibirlo y mudar recursos, energía, esfuerzos hacia la generación de energías renovables y limpias, desechando petrodependencia y energía nuclear.
Esta enunciación brevísima de temas que en cualquier transición pos-capitalista habría que encarar supone un debate previo, una hoja de ruta que incluya estas cuestiones y la construcción de una alternativa que sea ecosocialista como un rasgo fuerte de su personalidad política.
Solo los socialistas del MST discutimos este tema y lo colocamos en agenda. Para nosotros es muy serio.

Mariano Rosa