Cuando se mencionan los seis meses de la administración Trump son comunes palabras como desorden, inestabilidad, idas y vueltas.
No es para menos. El gobierno tiene el triste record de tener solo el 36% de aceptación y un nivel de desaprobación del 58%, según lo revela una reciente encuesta del Washington Post – ABC news. Son los niveles más bajos para un presidente norteamericano en 70 años.
El Congreso no dió curso a ninguno de sus proyectos importantes. Recientemente el Senado desaprobó su propuesta para liquidar el programa de salud llamado Obamacare, por 51 a 49 votos. Se dieron vuelta 3 senadores republicanos, entre ellos el ex candidato presidencial republicano John McCain. Con la reforma de Trump, 19 millones de norteamericanos se hubieran quedado sin servicio de salud.
La restricción a la inmigración de países musulmanes fue sufriendo revés tras revés judicial, que reflejaban las grandes movilizaciones contra este atropello, hasta que un reciente fallo de la Corte Suprema que le fue favorable en algunos aspectos.
Para el Muro con México, el Congreso le ha aprobado una partida de 1.600 millones de dólares, que aún no se sabe cómo se invertirán, ya que el costo total de la obra está estimado en 25.000 millones. Los comentaristas no pueden sino comparar estas exiguas cifras con los 800.000 millones que Obama recibió en los primeros meses de su gobierno.
No le ha ido muy bien a sus promesas de radicar industrias con mano de obra intensiva, pese a sus amenazas de arancelar en un 35% la producción de las terminales automotrices radicadas en México y de renegociar los términos del NAFTA para obtener mejores condiciones para EEUU.
Hasta el momento no ha podido ser alterado el tratado y según la BBC Mundo del 18 de julio: “Entre enero y junio las armadoras instaladas en México exportaron (a EEUU) 1.162.757 automóviles ligeros (…) Esto representa un aumento de 13,5% con respecto al mismo período de 2016…” Mientras, las ventas de las automotrices afincadas en territorio norteamericano descendieron.
Crisis con Rusia, Corea e Irán
La intervención rusa en las elecciones yanquis y la complicidad de Trump y su entorno todos los días tienen un nuevo capítulo. Ahora uno de los hijos de Trump ha admitido haber sostenido una entrevista con una importante asesora de la embajada rusa. Esto ha puesto de nuevo el tema sobre el tapete y ya muchos especulan sobre cuánto va a resistir Trump sin caer en el banquillo de los acusados. Para colmo, el Fiscal General Jeff Sessions, un hombre fiel a la nueva administración, ha caído en desgracia al declararse incompetente para investigar el tema, cediéndole la investigación a su segundo, un hombre poco confiable para el gobierno.
Como si esto fuera poco, la decisión del congreso de incrementar las sanciones a Rusia traerá como respuesta la expulsión de 775 funcionarios norteamericanos del servicio exterior radicados en Rusia, llevando el nivel de las relaciones entre ambos países a uno de los niveles más bajos después de la llamada “guerra fría”. Afectando los acuerdos contrarrevolucionarios que Trump pretendía desarrollar con Putin. Y si estas sanciones afectan, como amenazan, a empresas europeas en Rusia, van a tensar más las alicaídas relaciones con la Unión Europea.
La crisis con Corea del Norte no deja de escalar frente al lanzamiento de un misil de largo alcance del régimen norcoreano. Trump ha aumentado la presencia militar en Corea del Sur, pero no logra, pese a sus lamentos y amenazas, que China, que es el principal aliado comercial de Corea del Norte, descargue fuertes sanciones para frenar a su socio asiático. Y con Irán, no se han derogado los acuerdos trazados por Obama y tan denostados por el nuevo habitante de la Casa Blanca.
Otro tanto con las recientes sanciones contra Maduro y funcionarios venezolanos. Más allá de nuestro repudio por la inaceptable injerencia imperialista, los analistas especializados cuestionan su efectividad. Ya que, pese a las amenazas, aún no afectan el comercio y la producción petrolera de PDVSA, sino solo a los patrimonios y derechos de las personas sancionadas.
Desfile de renuncias y nuevos funcionarios
Primero fue la salida del portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer –después de solo seis meses en el cargo– quien fue reemplazado por el magnate Anthony Scaramucci, una suerte de alter ego de Trump en la comunicación.
El nuevo funcionario no perdió el tiempo y descargó su furia contra el Jefe de Gabinete Reince Priebus, acusándolo de las filtraciones de los secretos de la Casa Blanca a la prensa y logrando su dimisión, aprovechando también la derrota en el intento de derogación del Obamacare.
Priebus y el reconocido asesor Steve Bannon fueron blancos de sus ataques reflejando un intento de despegue con los altos mandos de la bancada republicana con lo que estos funcionarios tienen estrechos vínculos. Pero Scaramucci solo duró diez días, ya que el nuevo Jefe de Gabinete designado, el general/secretario John F. Kelly, pidió su renuncia al asumir.
Un verdadero tembladeral criticado por todo el establishment yanqui, que no encuentra en Trump al piloto de tormentas necesario para afrontar la tremenda crisis que cruza a la potencia imperialista.
Gustavo Giménez