Con el 36% de los votos a nivel nacional y un empate con sabor a triunfo en la provincia de Buenos Aires, el gobierno de Mauricio Macri sale victorioso de este primer test electoral. El kirchnerismo, que apostó todo al triunfo de Cristina, es el gran derrotado de la jornada. El PJ sigue su proceso de disgregación. Y el FIT se estanca y retrocede allí donde tiene que renovar sus diputados nacionales o pensaba pelear otras bancas. El MST e Izquierda al Frente hace una elección modesta, aunque logra pasar en 12 provincias y varios municipios bonaerenses.
El voto al macrismo refleja la derechización de una parte muy importante de la clase media y la influencia de ésta y los medios de comunicación dominantes sobre franjas de trabajadores. Este sector está convencido de que la crisis económica tiene que ver con la corrupción del kirchnerismo, que todos los que se oponen al gobierno son chorros, que hay que darle tiempo a Macri y Vidal, poner “orden”, terminar con las huelgas, los piquetes y los “vagos” que viven del Estado, etcétera.
También actúa el contexto latinoamericano. En su momento, el bolivarianismo despertó muchas expectativas entre trabajadores y sectores medios y de manera muy limitada pero progresiva en relación a la década de los ’90 se volvió a hablar de revolución, de la necesidad de enfrentar al imperialismo y de socialismo. La debacle del Frente Para la Victoria, del Partido de los Trabajadores en Brasil y principalmente del chavismo en Venezuela impactó de lleno en toda la región, desmoralizó a amplios sectores y fortaleció a la derecha a nivel continental. Contradictoriamente, también abrió una gran oportunidad de postulación para la izquierda revolucionaria.
El triunfo político del gobierno todavía tiene que consolidarse de aquí a octubre y de última será en el terreno de la lucha de clases donde se verá si le alcanza para avanzar en el ajuste y las reformas reaccionarias que tiene planificado aplicar.
Con el kirchnerismo no se puede derrotar a la derecha
Las distintas alas del pejotismo recibieron una paliza el domingo 13. Perdieron provincias que gobernaban desde hace décadas, como Córdoba, San Luis o Santa Cruz, y en “la madre de todas las batallas”, donde Cristina con su nuevo sello soñaba con resurgir, todavía están contando voto a voto sin chances de poder festejar.
La política del PJ frente a Macri ha sido la de facilitarle la gobernabilidad para que haga el trabajo sucio que, de haber ganado en el 2015, ellos tendrían que haber realizado. Por eso le votaron todas las leyes que necesitó, incluidos los presupuestos nacionales de ajuste. Y junto con la burocracia de la CGT desmontaron el ascenso que a principios de año tenía al gobierno macrista contra las cuerdas. Esa misma política tuvieron en la Ciudad de Buenos Aires durante los dos mandatos de Macri. Gracias a todo esto, en el 2015 terminó como presidente y ahora ganando las elecciones de medio término.
Encima, el kirchnerismo arrastra la mochila de la enorme corrupción de su gobierno, lo que le ha permitido a un personaje corrupto como Macri transformarse en el supuesto adalid de la lucha contra el choreo entre las capas medias de la sociedad. La defensa de De Vido semanas antes de las elecciones y la de Menem frente a nuestra impugnación no hicieron más que espantar y entregarle en los brazos al gobierno a un sector de votantes que hasta ese momento estaban indecisos.
Como voto castigo al macrismo o por convicción, lamentablemente un gran sector de trabajadores todavía sigue apoyándolos con su voto. Esto refleja un gran atraso en la conciencia, que sólo se podrá superar si desde la izquierda revolucionaria superamos a las variantes sectarias y construimos una alternativa amplia y unitaria para disputar en serio la cabeza de millones.
Hay espacio para una tercera opción anticapitalista
Entre los derrotados del domingo también hay que sumar a 1Pais, Evolución, el Partido Socialista y expresiones menores como las de De Genaro, Lozano, Pino Solanas y Micheli, entre otras.
Hay espacio para construir una fuerte alternativa al macrismo y el kirchnerismo. Pero a condición de que no sean malas fotocopias de las opciones que se plantea superar. Esta es la razón del fracaso de variantes patronales como las de Massa y Lousteau o de proyectos socialdemócratas que no se plantean sacar los pies del plato que les ordena el sistema.
La única expresión política que tendría la posibilidad de construir una opción que enamore a los trabajadores y le dispute la cabeza a amplios sectores de la clase media es la izquierda, si fuera capaz de aprender a convivir con diferencias y unirse detrás de un proyecto político anticapitalista amplio, unitario y colectivo.
Lamentablemente hasta ahora solo nuestro partido trabaja por esta perspectiva. El Partido Comunista desde hace años y ahora Patria Grande se han sumado al kirchnerismo. Libres del Sur, al massismo. El PCR, a la cada vez más marginal Unidad Popular. Otros encaran pequeños proyectos sin ninguna perspectiva. Y el FIT, que tuvo la oportunidad de convocar ampliamente a toda la izquierda y construir una alternativa de masas, se autoproclamó y sectarizó a un grado tal que se ha transformado en un obstáculo que es necesario derrotar para lograr avanzar.
Nuestra propuesta
Nuestro resultado electoral fue muy modesto. Aunque como espacio crecimos de 200 mil a 300 mil votos en relación al 2015 y logramos superar el piso proscriptivo en 12 provincias, La Plata y otras importantes ciudades, no lo logramos en dos distritos fundamentales: Buenos Aires y Capital. De aquí a octubre nos proponemos superar los buenos resultados que hemos alcanzado y seguir fortaleciendo a Izquierda al Frente.
Al mismo tiempo y junto con enfrentar el ajuste, nos planteamos abrir un debate con aquellas organizaciones que estén dispuestas y todo el activismo acerca de la necesidad de revertir la dispersión existente en base a un nuevo proyecto de izquierda superador de los modelos que hasta el día de hoy nos vienen impidiendo dejar atrás el rol testimonial y transformarnos en un actor real de la vida política del país.
Para que esta propuesta gane fuerza también es necesario que el MST crezca. Por eso invitamos a todos los compañeros y compañeras que nos acompañaron en esta campaña electoral a que sigamos trabajando juntos, a que se sumen a construir con nosotros el único partido que está comprometido en avanzar en más y más unidad, para sacar a la izquierda de la marginalidad y disputar el poder de verdad, única manera de hacer realidad el programa que defendemos y que puede sacar a los trabajadores y al país de la crisis a la que nos han llevado los distintos gobiernos capitalistas.
Alejandro Bodart