El 21 de agosto de 1940 murió Leon Trotsky en Coyoacán, Mexico, como consecuencia del ataque que sufrió el día anterior a manos del agente stalinista Ramón Mercader. En el centenario de la Revolución Rusa que dirigió junto a Lenin y los bolcheviques, recordamos su legado.
Trotsky nació Lev Davidovich Bronstein, hijo de acomodados campesinos juedeo-ucranianos, el 7 de noviembre de 1879. Como tantos otros a lo largo de los años y las generaciones, se radicalizó y comenzó a militar en la universidad. Inicialmente atraído por las ideas populistas del movimiento narodniki, fue ganado para el marxismo por quien sería su primera esposa Alejandra Sokolovskaya. Abandonó su carrera de matemáticas y se volcó, junto con ella y un puñado de jóvenes revolucionarios, a intentar organizar a los obreros de la ciudad ucraciana de Nikolayev. Tenía 18 años cuando, por esta actividad, fue arrestado por primera vez. Pasó los siguientes dos años en diversas cárceles y fue condenado a cuatro años de exilio en Siberia.
Fue después de escaparse de Siberia que se integró plenamente al movimiento socialista ruso, como colaborador del periódico Iskra que Lenin y otros publicaban desde Londres. En 1903, cuando el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso se dividió en las fracciones bolchevique y menchevique, Trotsky se ubicó inicialmente con estos últimos, aunque rápidamente rompió con ellos también. Hasta agosto de 1917 militaría dentro del partido pero por fuera de ambas fracciones.
Cuando estalló la revolución de 1905 Trotsky volvió a Rusia y se sumó al Soviet de San Petersburgo, del cual fue electo presidente, con 26 años recién cumplidos. Su rol en el Soviet, y particularmente sus ensendidos discursos en el juicio contra el Soviet tras la derrota de la revolución, lo convirtieron en el referente más conocido de la izquierda rusa. Desde ese momento en adelante, jugaría un papel protagónico en el movimiento revolucionario ruso e internacional.
Teórico de la revolución permanente
A partir del balance de la revolución de 1905 que hace en su libro Resultados y perspectivas, Trotsky comenzó a elaborar la que se conoceria como teoría de la revolución permanente. A diferencia de la ortodoxia marxista del momento, que sostenía que la revolución socialista se podía hacer solamente en países económicamente desarrollados como Alemania o Inglaterra, mientras en países atrasados como Rusia lo que estaba a la orden del día era la revolución democrático-burguesa, Trotsky se basó en el carácter mundial del sistema capitalista y planteó que si había condiciones para la revolución socialista a escala mundial, no importaba dónde empezaba. Eso sí, si la revolución estallaba en un país atrasado, esta podría avanzar a condición de expandirse hacia los paises más desarrollados.
Lenin coincidía con Trotsky en un punto, que la burguesía rusa, débil y dependiente, no sería capaz de dirigir la revolución contra el zarismo. Le otorgaba ese rol a la clase obrera y el campesinado pero, en consonancia con la ortodoxia, opnaba que el resultado no podía ser otro que una república burguesa. Sin embargo, cuando estalló la revolución en 1917 y los obreros efectivamente encabezaron el derrocamiento de zar y refundaron el Soviet, Lenin terminó adoptando la postura de la revolución permanente y llamando a la transferencia del poder a los soviets.
Meses después, esta postura fue convalidada por la realidad cuando la insurrección de octubre tomó el poder para los soviets y se fundó el primer Estado obrero de la historia.
Espada de la Revolución Rusa
En mayo de 1917 Trorsky volvió de su segundo exilio y empalmó con los bolcheviques. En un congreso de unificación en agosto fue electo a la máxima dirección del que en adelante se conocería como partido de Lenin y Trotsky. En septiembre los bolcheviques ganaron la mayoría del soviet de Petrogrado y Trotsky volvió a asumir como su presidente. En octubre, de cara al congreso nacional de soviets, en el que los bolcheviques tendrían una mayoría de los delegados, recayó sobre Trotsky la conducción de las operaciones de la insurrección que le arrebató el poder al Gobierno Provisional y lo transfirió al congreso de soviets.
Como Comisario del Pueblo para los Asuntos Exteriores del gobierno soviético, Trotsky encabezó la comitiva que negoció el tratado de paz con Alemania. Ante el estallido de la guerra civil, en la que el Ejército Blanco de las fuerzas contrarrevolucionarias, con el apoyo militar de 14 paises capitalistas, intentó destruir el joven Estado obrero, Trotsky fue nombrado Comisario del Pueblo para la Guerra, y encomendado con la tarea monumental de fundar el Ejército Rojo a partir de los restos del ejército zarista desintegrado y las milicias obreras y guardias rojos que se habían formado en medio de la revolución. A la cabeza de dicho ejército, se pasó la mayor parte de dos años viajando de un frente a otro en un tren blindado convertido en Estado Mayor sobre vías.
El Ejercito Rojo salió victorioso de la guerra civil, y el Estado obrero sobrevivió la arremetida capitalista, pero con un costo terrible. La joven Unión Soviética salió de la guerra civil en un estado de colapso económico y social devastador. El porvenir de la revolución para Lenin y Trotsky dependería de las revoluciones en Alemania y el resto de Europa, que estallaron entre 1919 y 1923.
Guardián del bolchevismo
Trágicamente, esas revoluciones fueron derrotadas, la Rusia bolchevique quedó aislada y Lenin falleció en 1924. En la disputa por qué hacer en esas difíciles circunstancias, se consolidó una burocracia estatal liderada por Stalin, motorizada por su propia perpetuación en el poder, no por la estrategia de la revolución mundial. Trotsky encabezó la oposición de izquierda que enfrentó al stalinismo escendente. Su lucha consecuente contra la burocracia, que lamentablemente perdió, le costó todo. Primero fue destituido como Comisario de Guerra, luego apartado de la dirección del partido y, posteriormente, expulsado del mismo. Más tarde sería deportado a Kazajistán y, finalmente, expulsado de la Unión Soviética en 1929.
Stalin condujo una verdadera contrarrevolución, revirtió todas las conquistas de la revolución de octubre y transformó a la Unión Soviética en una potencia mundial contrarrevolucionaria sujeta a un acuerdo de coexistencia pacífica con el imperialismo capitalista. Para justificarlo, también reescribió la historia de la revolución y revisó la teoría marxista, liquidando el internacionalismo obrero y la independencia de clase, con su teoría del socialismo en un solo país y la revolución por etapas.
Desde el exilio, Trotsky luchó hasta su último respiro en defensa del marxismo revolucionario y el auténtico bolchevismo. Con ese fin fundó en 1938 la Cuarta Internacional que, bajo las peores condiciones, resguardó las ideas, la experiancia y la estrategia revolucionaria del marxismo. En 1940 el agente stalinista Ramón Mercader, que se había infiltrado en el entorno de Trotsky, le asestó un golpe cobarde, desde atrás, en la cabeza con un piolet.
Al día siguiente Trotsky murió, pero, gracias a la incansable labor y sacrificio de él y los que le siguieron, el marxismo revolucionario y el legado de la Revolución Rusa no se perdieron. Nuestra generación no comienza de zero su propia lucha contra la barbarie capitalista gracias a ese legado.
Federico Moreno