El 4 y 5 de septiembre se cumplieron 42 años de un trágico hecho para nuestra corriente y el movimiento obrero, llamado «La Masacre de La Plata». Vaya nuestro homenaje a los compañeros y compañeras asesinados y nuestro compromiso de la lucha por el castigo a los responsables.
En 1975, entre otros conflictos obreros, los trabajadores de la fábrica Petroquímica Sudamericana, hoy Mafissa, ubicada en Olmos, en las afueras de La Plata se encontraban en conflicto. Nuestra corriente, que en ese momento se llamaba PST, apoyaba el conflicto y realizaba tareas de solidaridad con los laburantes. En ese marco, cinco compañeros que iban a volantear en la madrugada del cuatro de setiembre y llevar dinero al fondo de huelga a la puerta de la fábrica, Roberto «El Laucha» Loscertales, dirigente estudiantil y miembro de la dirección regional, Adriana Zaldúa, Hugo Frigerio, Ana María Guzner Lorenzo y Lidia Agostini fueron levantados por un grupo de la Triple A, organización fascista de la derecha peronista que actuaba al amparo del gobierno justicialista de Isabel Perón. Fueron llevados a una dependencia policial, todo en pleno centro platense. Allí al Laucha le dieron tan duro que lo desfiguraron. Fueron llevados a La Balandra donde fueron acribillados. A Adriana Zaldúa se le contabilizaron 79 balazos.
Rápidamente el partido, que ya se encontraba en una situación de semi clandestinidad, reaccionó organizando la solidaridad y el repudio a tan terrible hecho. Al día siguiente, el 5, otros compañeros salían a recorrer los laburos, ministerios y facultades. Particularmente Obras Públicas donde trabajaban Frigerio y Zaldúa y donde luego se realizó un paro en repudio. Ese día, tres compañeros más fueron secuestrados por la misma banda facha: Oscar Lucatti, Carlos «Dicky» Povedano y Patricia Claverie. Sus cuerpos también aparecieron acribillados.
La situación política era extremadamente compleja. En La Plata había prácticamente una zona liberada. El gobernador Calabró (hombre de la derecha sindical peronista puesto para desplazar a Bidegain y los sectores de izquierda peronista que habían ocupado lugares tras el triunfo de Cámpora) y sus ministros ni siquiera estaban en la ciudad. Esto se evidenció también en la respuesta a tan tremendo crimen. Un año y medio antes, nuestra corriente fue sacudida por la Masacre de Pacheco, uno de los primeros golpes de los grupos fascistas contra la clase obrera, que perseguían, alentados por el propio Perón, disciplinar a sangre y fuego a los trabajadores y jóvenes que estaban en pleno ascenso y movilización. Ante ese hecho la respuesta de amplísimos sectores fue contundente, en el marco de otras reacciones del movimiento obrero al ajuste como el Rodrigazo. Pero ahora la burguesía estaba dispuesta a avanzar contra todo el ascenso obrero, y a la represión legal sumó a estas bandas parapoliciales que actuaban no sólo con el amparo del gobierno peronista, sino incluso en colaboración con las fuerzas de seguridad. De hecho muchos de ellos se incorporaron a los grupos de tareas de la dictadura genocida. Una mano grande fue la que dieron las direcciones burocráticas sindicales, que retrajeron todas las luchas e incluso aportaron mano de obra para los grupos como la Triple A, CdeO, CNU y demás. Era la respuesta a la creciente organización de la clase obrera, que se alzaba junto a la juventud en todo el mundo y en particular en Latinoamérica y nuestro país.
Estos hechos que golpearon a nuestra corriente y a varias organizaciones de izquierda y el campo popular se encuentran prácticamente todas impunes. Salvo un juicio en Mar del Plata y un juicio que actualmente se lleva a cabo contra dos asesinos (el Indio Castillo y el Pipi Pomares) en La Plata la justicia no ha avanzado. Esta impunidad se mantiene porque empezar a destapar estas ollas podría abrir una caja de pandora de responsabilidades que incluye al Partido Justicialista, los radicales, la burocracia sindical (como Moyano y Gerardo Martínez entre otros), los empresarios, la justicia y las fuerzas represivas estatales.
Esta impunidad es parte de la continuidad que el Estado burgués necesita para reprimir y disciplinar al movimiento obrero y la juventud, por eso más allá de los regímenes dictatoriales o democráticos sigue presente. Pero la pelea está abierta. Este pueblo demostró en el 83 que se sacó de encima la dictadura genocida con un terrible proceso de movilizaciones protagonizando una verdadera revolución democrática. Y lo sigue demostrando ante cada hecho que nos sacude, como vimos ante el 2X1, en las movilizaciones por la aparición con vida de Santiago Maldonado, o en estos once años de movilización a lo largo y ancho del país por Jorge Julio López.
Te invitamos a sumarte con nosotros en esta pelea contra la impunidad, y al igual que hicieron lxs compañerxs dar la batalla por un mundo sin desigualdades, sin la opresión del hombre por el hombre, un mundo nuevo, un mundo socialista. Compañeros del PST: ¡presentes! ¡Hasta el socialismo siempre!
Juan Bonatto, Secretario de DDHH AJB Dep. La Plata