El 7 de septiembre, a sus 82 años, falleció la escritora feminista norteamericana que nos enseñó que “lo personal es político”.
Millet formuló planteos hasta entonces nunca realizados y también se movilizó por el derecho a decidir sobre su cuerpo y el aborto. En 1970 publicó su libro Política sexual, la primera tesis doctoral sobre género escrita en el mundo y que pronto se convirtió en best seller y fue un emblema de la segunda ola feminista. Aquí, algunas de sus ideas:
El género como construcción social. Dos décadas antes, Simone de Beauvoir planteó que la categoría mujer se construye como subordinación. Aun así no llegó a formular un concepto acabado sobre género, sino ideas sobre el cuerpo vivido o situado. Millet diferenció al género del sexo biológico, abriendo paso a una comprensión social del tema: “la supremacía masculina, al igual que los demás credos políticos, no radica en la fuerza física, sino en la aceptación de un sistema de valores cuya índole no es biológica”. Así, puso el énfasis de la desigualdad en el concepto de patriarcado como base de la dominación de las mujeres a lo largo de la historia y resaltó que “se adapta a los diferentes contextos sociales, políticos y económicos”.
El amor es el opio de las mujeres. Millet fue una de las precursoras en revelar el amor romántico como instrumento de manipulación emocional de las mujeres. En una entrevista en 1984 le preguntaron “¿Qué significa para ti el amor?”, a lo que contestó: “El amor ha sido el opio de las mujeres, como la religión el de las masas. Mientras nosotras amábamos, los hombres gobernaban”. En ese marco, cuestionó la familia patriarcal: “El patriarcado gravita sobre la institución de la familia. Ésta es, a la vez, un espejo de la sociedad y un lazo de unión con ella; en otras palabras, constituye una unidad patriarcal dentro del conjunto del patriarcado”.
Activista bisexual. “Conozco el amor heterosexual y el homosexual, y como lesbiana he conocido la persecución, la difamación y el maltrato”, denunció. Su concepto de género permitió abordar la idea de identidad de género, antes confundida con la de orientación sexual. Más tarde Judith Butler matizó sus aportes e invirtió la relación causal: “Es el género el que hace al sexo”. Pero tal idea no hubiera surgido sin los antecedentes de Millet.
Liberar a media Humanidad. Varios matices podemos señalar sobre su obra. Centralmente, la falta de un análisis materialista de la sociedad de clases. Pero sin sus aportes el feminismo hoy carecería de resortes teóricos claves. Millet expresó: “Tal vez una segunda ola de revolución sexual pueda finalmente lograr su objetivo de liberar a la mitad de la raza de su subordinación inmemorial, y en ese proceso nos acerquemos mucho más a la humanidad.”
Caro Dome