Así se titula un ensayo de la feminista radical norteamericana Carol Hanisch, publicado en 1969. La frase nos permite encarar un debate que se dio en el movimiento de mujeres en aquellos años y que hoy resurge al calor de la nueva ola feminista mundial.
La primera constatación de que para las mujeres lo personal es político es que sus vidas están condicionadas por la desigualdad de poder existente en la sociedad respecto de los varones. Por esa razón la opresión machista, los roles femeninos a jugar y los mandatos a cumplir no tienen un carácter individual o personal en el sentido de hogareño, sino claramente social.
Pero ese carácter social se expresa de un modo determinado, ya que vivimos en una sociedad capitalista. La dominación patriarcal existe en el contexto concreto del sistema capitalista y actúa mediante sus mecanismos. Es más: el capitalismo adaptó a su conveniencia el patriarcado, que venía de antes, asignando a la mujer el trabajo reproductivo y doméstico no remunerado del cual se beneficia la clase dominante, la clase burguesa.
Entonces la segunda constatación de que lo personal es político es que la opresión patriarcal a las mujeres es parte constitutiva del sistema económico-social imperante: el capitalismo, basado a su vez en la explotación de la clase trabajadora por la burguesía, con las clases medias en el medio. Así, patriarcado y capitalismo son una simbiosis inseparable. Por lo tanto, y ésta es la tercera constatación de que lo personal es político, enfrentar al patriarcado requiere sí o sí enfrentar al capitalismo que le da sustento material como base productiva.
Ahora bien: el sistema capitalista tampoco es una abstracción, sino que explota, domina y funciona a través de instituciones, partidos políticos, gobiernos y Estados de carne y hueso; es decir, a través del poder político. Así como impone la explotación a la clase trabajadora, la desigualdad de poder en desmedro de las mujeres la impone también el poder político y por eso la lucha contra él es una lucha política, una lucha por el poder. Esa pelea de fondo, estratégica, es del conjunto de explotadas/os y oprimidas/os, mujeres y varones, codo a codo.
Como además es imposible dar una lucha en el plano político sin una organización política, esto nos lleva directo a la cuarta constatación de que lo personal es político: si de verdad queremos enfrentar y derrotar al sistema capitalista-patriarcal es ineludible organizarse en un partido político. Y como obviamente la burguesía no cederá el poder, sino que habrá que arrebatárselo con lucha y movilización, ese partido debe ser un partido revolucionario.
Podríamos acotar este desarrollo y decir simplemente que si lo personal es político hay que construir un partido para tomar el poder político. Pero como sea, aquí se plantea la polémica con los grupos feministas de tipo anarquista o que reniegan de “los partidos de izquierda” y de “los varones” en general.
Se equivocan por completo. En los hechos, limitar la lucha al terreno reivindicativo sin atacar al sistema de raíz es como luchar una y otra vez por un aumento salarial: si se logra, al poco tiempo la burguesía lo recupera, ya sea vía la inflación o con mayor precarización laboral. Más allá de sus intenciones, un trabajador que diga “no hay que hacer política” objetivamente les hace el favor a los partidos patronales al no cuestionar la explotación que origina su baja salarial, entre otros males. De modo similar, una compañera que rechace a “los partidos” y sólo plantee enfrentar al patriarcado, como si fuera algo ajeno al sistema capitalista, termina siendo funcional al mismo patriarcado que supone enfrentar. Si es feminista consecuente, también debería ser anticapitalista y aliada de la izquierda. Si no, es energía mal orientada y desperdiciada.
Nosotras estamos orgullosas de militar en el MST, porque junto a nuestros compañeros construimos un partido revolucionario, que entre sus banderas centrales levanta con fuerza las del feminismo por ser conscientes de que sólo si derrotamos al sistema capitalista-patriarcal habrá liberación de la mujer. ¡Militamos en el MST, justamente, porque lo personal es político!