Como en abril, ante la apertura del BAFICI y el desplazamiento de Alejandro Cacetta, la comunidad audiovisual está movilizada y en estado de alerta.
Esta vez el disparador fue una nueva decisión resolutiva, «la 942», que cambia las reglas crediticias del INCAA e impacta sobre la industria cinematográfica y sus más de cien mil trabajadorxs.
La decisión de la presidencia está ligada al plan de fomento que Cacetta implementó antes de su «renuncia», a la intervención del Ministerio de Cultura en la línea gerencial del INCAA, a los recortes presupuestarios en los Festivales de Mar del Plata y Pinamar, al recorte en programas de difusión, promoción y formación de audiencias y también a los cuatro despidos de mayo que si bien no se logró reincorporarlos, la gran movilización y apoyo garantizó la renovación de todos los contratos al mes siguiente.
Con estas decisiones se busca imponer una lógica de mercado a la cultura cinematográfica que es emblema de nuestro país, favoreciendo a las grandes empresas ligadas a los multimedios nacionales o majors de Hollywood, que no necesitan apoyo estatal para hacer sus películas.
Ajuste = censura
Aparte del negocio, este recorte esconde una forma de censura porque las trabas administrativas, originadas en las decisiones gerenciales, ahogan al cine independiente. Así pone en riesgo la producción de mediano y bajo costo, lo que limita su pluralidad ideológica y política. En sintonía, esta nueva normativa busca eliminar todos los avances logrados con la lucha por la Ley Cine de 1994.
Además de frenar el ajuste que implica la 942, es vital luchar por un plan nacional de exhibición y distribución de las películas diseñado por la comunidad de realizadorxs audiovisuales y por la democratización del INCAA para que esa misma comunidad sea la que elija su presidentx y demás autoridades, como los comités de evaluación que deberían ser independientes de la gestión de turno. Junto a defender el presupuesto del INCAA, el Fondo de Fomento y todos los puestos de trabajo hay que desnudar el verso de que «la plata del cine podría ir a escuelas y hospitales».
La principal función del INCAA es fomentar y regular la producción audiovisual en el país y lo hace con fondos que provienen de la misma industria: un impuesto sobre las entradas y el 24% de lo que recauda el ENACOM. Con estos ajustes, en el Instituto se vendría un arbitrario cambio de funciones y tareas de gran parte del personal, como antesala de un recorte de puestos de trabajo.
Unir y nacionalizar, claves para triunfar
En sus primeras declaraciones, el presidente del Instituto, Ralph Haiek, prometió «más transparencia». Pero sigue sin designar a los miembros del Consejo Asesor, órgano de co-gobierno donde participan lxs realizadorxs. Según él, no venía a «administrar la escasez». Pero abundan las excusas para justificar el recorte.
Para ganar, tenemos que retomar el poderoso movimiento generado a inicios de año. Es clave unir el reclamo del cine nacional con sectores de la cultura que empezaron a movilizarse contra el achique presupuestario para 2018 y avanzar en la movilización dentro del Instituto. Para nacionalizar el conflicto, preparar un Encuentro o Jornada Federal para torcerle el brazo al gobierno, plantear un plan alternativo y darle una forma organizativa al movimiento. El MST está al servicio de la pelea para resistir y derrotar el plan de ajuste de Cambiemos contra todo lo público.