A pocos días de las elecciones del 21D, hijas de la destitución del gobierno autonómico por el art.155, la negativa judicial a liberar a los presos políticos muestra que la independencia de Cataluña está estrechamente ligada a la lucha por derrotar al régimen monárquico español.
El 4 de diciembre, el Tribunal Supremo español dio la libertad condicional a cuatro ministros catalanes, tras aceptar éstos la aplicación del 155, la promesa de no volver a declarar ninguna independencia unilateral y una fianza de 100.000 euros. A su vez dejó presos al vicepresidente autonómico Oriol Junqueras, el candidato con mayor intención de voto, al ministro Forn y a los dirigentes de la ANC y de Ómnium, Jordi Sánchez y Jordi Cuixart.
El mensaje del régimen político español fue claro: no admitirá ningún avance del proceso independentista catalán y, aun a riesgo de sufrir un golpe electoral el 21 de diciembre, sigue arremetiendo contra los derechos democráticos más básicos e intentando sembrar miedo.
La resistencia catalana, mientras se prepara para una importante marcha a Bruselas el 7 de diciembre, no deja de responder a los ataques, como fue la importante respuesta para defender de los fachos la sede de la CUP, el masivo festival por la libertad de los presos políticos o las nuevas concentraciones al conocerse la negativa judicial.
En las últimas semanas, la dirigencia independentista tradicional del europeísta PdeCAT y el centroizquierdista ERC se “autocriticaron” de su ingenuidad ante la brutalidad del régimen español y justificaron su abandono del gobierno sin resistir tras la excusa “humanitaria” de no causar un baño de sangre, refugiándose en un discurso ilusorio de lograr un referéndum pactado.
En realidad no es posible que el pueblo catalán “pueda decidir libremente” su independencia sino derrotando al régimen del ’78, que recortó los derechos autonómicos, se negó a negociar ninguna concesión seria y actuó como un régimen bonapartista imperialista enemigo de la autodeterminación catalana.
Por eso es criminal la actitud de la izquierda española, sea del PSOE y el PC -que firmaron el Pacto de la Moncloa- o de las organizaciones que nacieron criticándolo y que, como señala Dante Fachín1, ahora “abdican de la defensa de otros valores cuando la cosa se pone espesa” y terminan reforzándolo.
Lejos de lo que afirma Pablo Iglesias (Podemos), que acusó al independentismo de haber contribuido “a despertar el fantasma que es la mayor amenaza para la democracia, el fascismo”, la mejor forma para derrotar al fascismo es uniendo las luchas por la autodeterminación e independencia con las de la clase trabajadora, en un solo puño para derrotar al régimen del ’78.
Enfrentando a los distintos gobiernos que vienen descargando un brutal ajuste a partir de la crisis del 2008, miles han salido a la calle. Los “indignados” y el 15M, numerosas huelgas y marchas, la lucha de las nacionalidades, el reclamo contra los crímenes del franquismo, son expresiones de una pelea que ha debilitado al viejo régimen y han abierto la oportunidad para derrotarlo.
1. Máximo referente de Podem de Cataluña, el cual rompió junto a la mayoría de sus integrantes por diferencias insalvables con Pablo Iglesias.
Gustavo Giménez