El 19N fue la primera vuelta de las presidenciales. Sebastián Piñera (Chile Vamos, derecha) sacó 36,6%, el oficialista Alejandro Guillier (Nueva Mayoría, centro) 22,7% y la gran sorpresa fue Beatriz Sánchez (Frente Amplio, centroizquierda) con 20,3%. Aquí va un primer análisis de nuestro grupo hermano chileno, el BAM.
El resultado deja como primer golpeado al principal administrador del neoliberalismo: el gobierno de Bachelet, un conglomerado de la Democracia Cristiana (DC), el PS, el PC y otros sectores. Aun habiendo pasado a segunda vuelta, la Nueva Mayoría avanza en su crisis.
Esto fue producto de una acumulación de las protestas sociales a partir del período 2006-2011, como el Movimiento NoMásAFP1. El rasgo de esos fenómenos fue su masividad callejera y que articularon demandas que afectan los pilares del modelo, como un nuevo sistema de pensiones, de reparto y solidario, y la exigencia de educación gratuita.
Bachelet “tomó” las demandas más sentidas, pero las transformó en un paquete de reformas dentro de los márgenes del neoliberalismo. Eso no logró una baja de las manifestaciones y a la vez generó un rechazo de los grandes empresarios, sobre todo contra la reforma fiscal y jubilatoria. Dichos límites del gobierno fueron uno de los ejes de la ruptura del conglomerado de la NM.
La DC, el principal partido del régimen democrático burgués, que presentó una candidata propia enfrentando al oficialismo y en la perspectiva de unidad de centro-derecha, retrocede en el Parlamento y avanza en su disgregación. El quiebre de la mayor referencia política de la transición -de Pinochet a la democracia- marca el fin del bipartidismo.
El Frente Amplio (FA), tercera fuerza
El resultado del FA es un hecho nuevo desde el fin de la dictadura. Con 20 diputados y un senador, esta alianza que se declara “ni de izquierda ni de derecha”, aparece como una nueva fuerza político-electoral.
La posición que el FA adoptó para la segunda vuelta es bien ambigua. Dicen que “Piñera y Guillier no son lo mismo” y que “Piñera sería un retroceso”. Esbozan así la decisión que bajo esos argumentos ya dio Sánchez: que en forma “personal” votaría por el candidato de la NM. Esto sin duda desilusiona a gran parte de su electorado, que votó una propuesta distinta a la derecha y al gobierno, y que si bien no planteaba reformas profundas sí implicaba un marco progresivo de medidas.
Hasta Guillier, en su intento de buscar votos, salió a hablar de “una nueva Constitución”, “mantener la gratuidad” educativa y eliminar el CAE2, por el cual se endeuda más del 40% de los estudiantes. O sea, repite discursos de campaña de Bachelet. La posición de la mayoría de la dirigencia del FA marca una hoja de ruta hacia el consenso con el gobierno.
Ni Piñera ni Guillier
Creemos que esta posición del FA de apoyo a Guillier en el ballotage es un grave error. Subordinan las medidas programáticas a un continuador de la política del pacto neoliberal y fortalecen la falsa visión de “todos contra la derecha”.
En septiembre, Bachelet hizo cambios en Economía y Hacienda. En su primer discurso ante el debate jubilatorio, el ministro de Hacienda Eyzaguirre afirmó: “La prioridad es crecimiento, crecimiento y crecimiento. Y para eso, lo fundamental es un presupuesto eficiente y austero”. Por parte del régimen hay una apuesta hacia la derecha, hacia un reordenamiento conservador bajo los planes del capital financiero.
El apoyo del FA a Guillier es funcional a esa línea, pues estabiliza el relativo desorden que vive el régimen político. La misma estabilidad busca Kast, cuyo discurso pinochetista logró un 8%, al sumarse al comando de Piñera. La posición del FA no le pone freno a la derecha y expresa un stand by en la posibilidad de ser alternativa real.
La tarea de la izquierda anticapitalista es potenciar la construcción de algo nuevo, dialogar con quienes no comparten el rol que tomó el FA de cara a la segunda vuelta e impulsar la unidad de acción para enfrentar al próximo gobierno en un panorama nuevo. Además en la elección hubo un 55% de abstención, que muestra la crisis de representatividad y la necesidad de brindar alternativa a ese descontento.
En definitiva, no basta una “bancada” para encauzar la protesta a la mera acción parlamentaria, como lo fue en el gobierno de Bachelet, sino que la lucha y la independencia política son claves para responder a las demandas sociales. Para frenar a la derecha, movilización activa y construir alternativa de izquierda y anticapitalista.
1. AFJP.
2. Crédito con aval del Estado.
Bloque de Anticapitalistas Movilizados -BAM (Chile)