Se la creyeron. El 22 de octubre se realizaron las elecciones. Cambiemos salió fortalecido con el resultado, a partir del voto de sectores de clase media y populares. El guiño electoral a la derecha envalentonó a Macri, a Vidal y a Peña, quienes comenzaron a barajar un camino de rosas hacia la eventual reelección presidencial o un recambio controlado. A poco más de un mes de esa realidad no hubo un cambio cualitativo. Sin embargo, el momento de la alegría empezó a disiparse. Hay varios motivos para que esto suceda.
El gobierno es responsable. Al momento de escribir estas líneas, aún no hay rastros del submarino desaparecido ARA San Juan y no hay posibilidades de que sus 44 tripulantes sigan con vida. El episodio generó congoja en el pueblo argentino y crisis en el gobierno de Cambiemos. Expuso el desprecio por la vida de los submarinistas y las prioridades cipayas de los funcionarios. La principal preocupación de la Armada, el Ministerio de Defensa y el presidente Macri es esquivarle el bulto a sus responsabilidades. El manejo bochornoso de la situación, la insensibilidad hacia los familiares, las sospechas de mentiras y ocultamientos siguen provocando indignación.
Basta de represión. Basta de muertes. Cuando recién estábamos despidiendo los restos de Santiago Maldonado, se conoció la noticia de la muerte de Rafael Nahuel, un joven mapuche de 22 años, asesinado por la Prefectura en un operativo contra la comunidad Lafken Winkul Mapu de Villa Mascardi, Río Negro. Policías, gendarmes, prefectos, son el brazo armado del estado burgués y del gobierno macrista para reprimir las luchas. Tenemos que seguir movilizados unitariamente contra la impunidad, el encubrimiento y por el castigo a los responsables políticos y efectivos.
Siempre está. Diciembre viene con otra bomba bajo el brazo. Hasta el ministro de Economía reconoce que no pueden controlar la inflación, que está en un porcentaje superior al que esperaban. Los aumentos de tarifas, de combustible, el encarecimiento de las tasas de interés de préstamos hipotecarios y otras subas demuestran que lejos de resolver la carestía, se mantiene vivita y coleando. Y todavía faltan los aumentos que denominan “estacionales.” Esto implica un manotazo al bolsillo y una espada de Damocles sobre el pueblo trabajador. La presión social está subiendo.
Reforma laboral. Justicialistas de distinto pelaje le votaron a Macri la reforma previsional y el pacto fiscal. A nivel sindical, el triunvirato burocrático de la CGT, que apoya la reforma esclavista, está escribiendo una traición histórica. Esto genera un alto costo con los trabajadores que rechazan las medidas flexibilizadoras y salen a luchar como pueden. En este marco hay que realizar un plenario unitario de la izquierda y el sindicalismo combativo para presionar a la dirigencia sindical para que rechace la reforma laboral. Tienen que dejar de titubear y convocar de una vez por todas a un paro nacional y un plan de lucha con movilización.
Es la Argentina. Hay políticos que ya deberían aprender que acá todo es posible. Lo que hoy parece sólido, mañana se licúa. Lo que hoy parece triunfal, mañana pelea el descenso. Lo que hoy son apoyos masivos, mañana pueden ser extendidos desencantos. Esto tiene explicación. El país lleva décadas de crisis económicas y políticas permanentes. El régimen institucional sufrió un tremendo golpe con el Argentinazo y las consecuencias de la hecatombe capitalista del 2008 llegaron para quedarse. A esto se suman la falta de credibilidad de los viejos partidos y la tenaz resistencia de los trabajadores y el pueblo que nunca se dan por vencidos, más allá de las traiciones de los dirigentes. En la Argentina, nadie tiene la vaca atada.
Fuera el imperialismo y sus organizaciones. Macri será el presidente del G-20. También puso el país a disposición de la Organización Mundial de Comercio (OMC), el organizador mundial de las relaciones comerciales asimétricas a favor de las grandes potencias. El FMI vuelve a tener una influencia decisiva sobre el país. El brutal endeudamiento externo usurario sigue paso firme. No cabe duda que el servilismo de Macri supera por lejos a las relaciones carnales menemistas.
Entrá al Partido. Más que nunca reafirmamos la necesidad de construir un partido revolucionario y socialista fuerte, desde el cual seguir impulsando la más amplia unidad de la izquierda para enfrentar a las viejas variantes políticas y sindicales. Es el gran desafío que hay por delante, para el cual te invitamos a entrar al MST.