El movimiento obrero termina el 2017 en las calles, la crisis de la burocracia dio un salto fenomenal y hay un activismo combativo que es el germen del recambio sindical. Se viene un 2018 caliente. Para impulsar las luchas y disputar por la nueva dirección que se necesita pusimos en pie nuestra Agrupación Nacional Clasista Antiburocrática.
La irrupción de la movilización obrera y popular le dio una nueva estocada a la herida CGT. El gobierno no es el único golpeado por la movilización popular. También sus aliados y cómplices -PJ y burocracia- sufrieron una nueva embestida abrumadora. En el caso de la CGT el golpe es sideral.
Postales de la traición y el desgaste
El desprestigio de la CGT viene umentando de manera vertiginosa. La falta de liderazgo claro hacia el interior de los sindicatos dirigidos por variantes del PJ producto de su crisis histórica, derivó en el tristemente célebre triunvirato. Éste viene acumulando golpe tras golpe producto de sus acuerdos con el gobierno de Macri. Ya son comunes las amenazas de paros que nunca se hacen. El primero fue el que habían anunciado en su acto del 29 de abril de 2016. Movilización que los desbordó por completo y que utilizaron para descomprimir y no realizar ninguna medida. En esa oportunidad habían dicho que si se aprobaba la ley de ART se convocaría. El paro nunca llegó. Tampoco a fines de ese mismo año donde negociaron un miserable bono que muy pocas patronales pagaron. En este 2017 con el aumento de la presión social producto de la pérdida del poder adquisitivo y los aumentos tarifarios movilizaron el 7 de marzo con el objeto de descomprimir (una receta habitual) pero el resultado fue bastante distinto. Las imágenes del triunvirato corriendo de la furia de sus representados, los trabajadores subidos al palco al grito de «poné la fecha…» y el atril con el logo de la CGT navegando sobre un mar de manos pusieron de manifiesto que la crisis de la burocracia sindical estaba pegando un salto cualitativo.
Luego de estos hechos, con amargura no disimulada, a la burocracia no le quedó más remedio que convocar al paro que la movilización le había arrancado. Eso sí, sin movilización y sin continuidad. Gran favor al gobierno que por aquellos días sufría una fuerte crisis por el concatenamiento de tres movilizaciones seguidas los días 6, 7 y 8 de marzo. El paro descomprimió y la burocracia fue el sostén fundamental para que la movilización se aplaque y todos se metan en el proceso electoral.
Se profundiza la crisis
Los resultados electorales consolidaron el acuerdo de Macri con estos dirigentes, que vibran al ritmo de las prebendas del gobierno y no de las necesidades de los trabajadores. Pero ese aire fue circunstancial. La CGT protagonizó una de las mayores traiciones a la clase obrera al pactar con el gobierno la reforma laboral y dejándole pasar como si nada la votación de la reforma jubilatoria. Eso no es gratis. La movilización de miles de trabajadores cantando «adonde está, que no se ve, esa traidora CGT» refleja un profundo cambio que se opera en la base obrera de los gremios de la CGT.
El golpe empezó a resonar en Azopardo. Es evidente que el triunvirato se ha debilitado al extremo. Hubo gremios como el de la UTA que negoció con el gobierno aparte y levantó el paro, el «barba» Gutiérrez (UTA) renunció a la directiva y la UOM amenaza con hacer las valijas. La UF no garantizó la totalidad del paro y el gremio de la Sanidad no paró. Cada uno atiende su juego señal de que se está derrumbando el sindicalismo peronista. Hay gremios y sectores disidentes, regionales que realizaron plenarios, el moyanismo crítico y claramente la corriente federal de Palazzo que se mueven por cuenta propia. Pero el proceso más rico va por abajo y recién comienza. El cuestiona-miento entre los trabajadores va in crescendo. Y todo ello anuncia probables nuevos realineamientos y rupturas por debajo muy progresivas.
La necesidad de una nueva central
Las idas y vueltas de la CTA de los Trabajadores y la división de la CTA Autónoma vienen a complejizar el escenario de fragmentación. Nosotros planteamos que hay que barajar y dar de nuevo. Y desde nuestra corriente trazamos una línea de acción hacia una nueva central autónoma, democrática y para la lucha que tome nota e intervenga en el proceso abierto en la CGT e incluya las corrientes del sindicalismo combativo y de izquierda. En las últimas semanas, luego de la lamentable falta de unidad de todos los que nos oponemos a las reformas, se sucedieron dos eventos ceteatistas. Un congreso exprés de la CTA-A bonaerense (sector Godoy), donde no hubo debate y se resolvió sobre tablas una memoria y balance donde llamativamente no dice una palabra de la crisis de la central. Pese a ello, fue recogida nuestra propuesta de reformar los estatutos. El segundo evento fue un Confederal Nacional de la CTA/A (sector Micheli), donde nuestros planteos de abrir un debate y resolver en un plebiscito cualquier reorganización y de democratizar los estatutos incluyendo la representación proporcional fueron votados y se pusieron en marcha. La necesidad de un Congreso abierto se pone a la orden del día.
La unidad del sindicalismo combativo sigue pendiente
Lamentablemente en este año que concluye, la izquierda sindical no aportó para conformar un polo de aglutinación del nuevo activismo, para empujar la mayor unidad en la acción, para tallar en la fenomenal crisis de la burocracia. El FIT, por su ubicación en el escenario político, no solo desperdició la oportunidad, sino que boicoteó la posibilidad de poner en pie un plenario, fue sectario, divisionista y funcional a sectores de la burocracia (el PO y la marcha del 6). Se realizaron marchas aisladas que mostraron la potencialidad de la izquierda sindical cuando tiene una inteligencia común, pero fueron la excepción. Se mostró también el protagonismo en la jornada del 18 frente al Congreso, pero no hubo unidad ni continuidad para una intervención en tamaña oportunidad. Si esto no se revierte seguirá siendo un escollo absoluto para el desarrollo de la nueva dirección.
Fortalecer y desarrollar nuestra agrupación nacional, ANCLA
Para llevar adelante estas tareas pendientes, ofrecer un lugar de organización al activismo combativo, para empujar la mayor unidad de acción y del sindicalismo clasista, reclamar a la burocracia y a la vez empujar por abajo, garantizar las asambleas, pelear por un nuevo modelo sindical democrático e impulsar la coordinación genuina de las nuevas direcciones, hemos puesto en pie nuestra Agrupación Nacional Clasista Antiburocrática (ANCLA). Coordinando entre nuestras agrupaciones actuales y fundando nuevas en los gremios estatales y privados, de las CTA y la CGT, capacitando delegados, apoyando los conflictos y socializando las experiencias. El 2018 será el año del desarrollo de ANCLA en todo el país y el MST está empeñado en esta tarea. Te invitamos a sumarte.
César Latorre y Guillermo Pacagnini