El reconocimiento del presidente norteamericano, el magnate Donald Trump, de Jerusalén como capital del Estado de Israel, contra todo lo que le aconsejaban sus aliados y el establishment mundial, desató una gran movilización en los territorios palestinos ocupados por el gendarme sionista y liquida la trampa de “los dos Estados”.
Cuando escribimos estas líneas una nueva movilización de miles de palestinos de Ramala choca con los soldados israelíes en el puesto de control militar de Qalandia. También se registran enfrentamientos en Belén y Hebrón.
Las distintas fracciones palestinas habían citado para este miércoles 20/12 a un nuevo “día de ira” para oponerse a la anunciada visita del vicepresidente yanqui, Mike Pence, quien finalmente pospuso su viaje. Se anuncian nuevas jornadas de protesta para el jueves y viernes próximos.
Las protestas son parte un nuevo alzamiento palestino, luego de que Donald Trump, contradiciendo la legislación internacional y los consejos de sus más firmes aliados, declaró a Jerusalén como la capital de Israel el pasado 6 de diciembre. Esto provocó que el Hamas llamara a una “tercera Intifada”, lo acompañan distintas facciones árabes, que como el Hezbollah ha llamado, como su principal prioridad, a enfrentar al Estado de Israel.
Los enfrentamientos en Cisjordania y la Franja de Gaza han ocasionado desde entonces la muerte de 10 palestinos y según el informe de la Media Luna Roja del 17/12, los heridos llegan a 767, de los cuales 260 han sido alcanzados por munición de plomo de las fuerzas israelíes. Algunas agencias de noticias dan una cifra de heridos superior que ronda los 3000.
En estos días el asesinato de un manifestante palestino en silla de ruedas por tener las dos piernas amputadas, muerto por una bala que el ejército israelí le disparó en la cabeza y la detención en su domicilio de una joven adolecente palestina, que se hizo conocer en las redes por un video en que se la muestra zarandeando a dos soldados israelíes que no la dejaban entrar a su casa, fueron un símbolo de la brutalidad del ejército de ocupación israelí.
Jerusalén, la capital palestina ocupada por Israel
Como parte de la vergonzosa partición del territorio palestino que dio origen al enclave fascista colonial de Israel, la ONU convalidó la partición de Jerusalén luego del conflicto de 1947, quedando la parte occidental bajo control de las tropas israelíes y la oriental, en la cual se encuentran la explanada de las mezquitas y los principales templos musulmanes, judíos y cristianos, en manos de las tropas jordanas. Luego de que el ejército israelí derrotara a los árabes en la Guerra de los Seis Días en 1967, las fuerzas sionistas tomaron también el control de la parte oriental.
Desde entonces vienen avanzando sostenidamente en la creación de barrios de colonos judíos en la parte oriental, la invasión de asentamientos ilegales en Cisjordania, convenientemente custodiados por miles de soldados israelíes. Completando así su acción de desalojo que ya lleva a 5 millones de palestinos refugiados en los países limítrofes, ha convertido a la Franja de Gaza, donde viven un millón de palestinos privados de los servicios esenciales básicos, en una cárcel a cielo abierto, como parte de una política de apartheit, solo comparable con la de los boers en Sudáfrica contra la población negra.
La caída de la solución de los “dos estados”
El cambio en la política patrocinada por EEUU que planteó como respuesta a los levantamientos palestinos, cuyos picos más importantes fueron las Intifadas de 1987-1993 y de 2000-2005, la creación de dos estados y que se materializó en los “Acuerdos de Oslo” de 1993, firmados por el ex ministro israelí Isaac Rabin y el dirigente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) Yasser Arafat, no se debe a una nueva “locura” de Trump, sino a los profundos cambios que se están operando en el escenario mundial.
Hasta ahora la política “negociadora” que contaba con la traición de la facción que dirige Mahmud Abbas, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, al reclamo histórico de la destrucción de ese estado gendarme artificial que es Israel, había sido la cobertura política para que el sionismo, con la complicidad de todas las potencias mundiales, la ONU y la mayoría de la dirigencia árabe, avanzara en su plan genocida para desalojar a los palestinos de sus tierras históricas.
Obama, antes de retirarse le hizo el “regalo” a la dirigencia israelí de subsidios militares por 3800 millones de dólares anuales para el decenio que comienza en 2018. Ratificando así el importante rol de estado tapón que Israel cumple contra la revolución anti imperialista de los pueblos árabes, en una región donde el control imperialista se ha debilitado luego de sus rotundos fracasos en Irak y Afganistán.
Con Trump, un importante sector del imperialismo pretende avanzar para compensar las pérdidas que la burguesía yanqui sufre desde la crisis del 2008. Pretende vía la disputa comercial con China o sus socios capitalistas y fuertes planes de ajuste contra los derechos de los trabajadores y los pueblos del mundo, mayores cuotas de la plusvalía mundial. Esta ofensiva lo enfrenta cada vez en forma más directa a la resistencia de los pueblos, ante el desprestigio o la caída de viejas direcciones que amortiguaban sus luchas.
La polarización y el creciente enfrentamiento se está llevando puesta a la vieja trampa de “los dos estados”, pese a la protesta de la ONU, Merkel, May, Macrón, Erdogan y la mayoría de los amigos árabes de EEUU, empezando por Arabia Saudita y Egipto, que están horrorizados ante el peligro de que la resistencia palestina avive el fuego que ya incendia la región. Por eso Netanyahu, el primer ministro sionista, no tuvo suerte en su gira por la Unión Europea.
La declaración del presidente turco, hasta ayer muy amigo de Israel, amenazando con romper relaciones diplomáticas con el estado sionista o la declaración de la Organización de Cooperación Islámica (OCI) reunida en Estambul, declarando a Jerusalén Este capital del Estado palestino, reflejan estos líos y reacomodamientos en la superestructura de la región.
Por una Palestina, libre, laica y no racista
La heroica resistencia palestina no cesa pese a la dura represión israelí. Es un deber de todos los que luchan por la libertad de los pueblos en el mundo, de las fuerzas democráticas y antiimperialista pronunciarse por el cese de la represión israelí, la libertad de los presos políticos palestinos, el retiro inmediato de las tropas sionista de los territorios ocupados y el derecho de este pueblo milenario a decidir sobre su destino.
Desde el MST sostenemos que la salida de fondo para lograr un territorio donde puedan convivir pacíficamente árabes y judíos, pasa por la liquidación de ese horror de enclave genocida que es el Estado de Israel y la constitución de una Palestina libre, laica y no racista.
La pelea por esta elemental tarea democrática está en manos del pueblo palestino, los pueblos árabes y los que se reclaman antiimperialistas en todo el mundo. Los viejos “demócratas” burgueses, lloran lágrimas de cocodrilo de ocasión… pero hace tiempo que se pasaron con armas y bagajes del lado de la reacción y la barbarie capitalista. La causa palestina es entonces una pelea de los pueblos y de toda la humanidad.
Gustavo Giménez