Pasado el 21D se abrió un nuevo escenario en cuyo telón de fondo está la formación del nuevo gobierno y la necesidad de construir una opción superadora a los partidos nacionalistas y pro capitalistas.
El 17 de enero se constituyó el Parlament y la Mesa con mayoría independentista, resultando presidente de la misma Roger Torrent (ERC). De esta manera, comenzó a institucionalizarse el triunfo electoral obtenido sumando los votos de JxCat, ERC y CUP. Torrent anunció oficialmente que el candidato a President es Carles Puigdemont.
Cuenta regresiva
Ya comenzó a correr el plazo para elegir el ejecutivo. Sí hasta el 31 de enero el independentismo no forma gobierno, se debe convocar a nuevos comicios.
La futura investidura es una incógnita. Puigdemont manifestó su voluntad de volver del exilio y solicitó la delegación de su voto. También barajó ser ungido por Skype.
El lunes pasado viajó a Dinamarca para dar una conferencia en la Universidad de Copenhague y, aunque la Fiscalía solicitó la activación de la euroorden de captura, el Juez Pablo Llarena la rechazó.
Llarena explicitó que no pidió la detención porque Puigdemont quería ser detenido y así quedar habilitado a delegar el voto, como los presos que ya están a disposición del Tribunal. No sólo es ridículo, también desnuda el carácter político de las causas judiciales en curso.
¿Quién gobernará y con qué programa?
Es un hecho que Puigdemont es el candidato a President. A partir de esta realidad circulan interrogantes. Si el Tribunal Constitucional impide su investidura ¿se forzará una nueva elección para abril o habrá acuerdo para presentar otro candidato? En tal caso ¿sería una clara figura del soberanismo o alguien de un perfil técnico y conciliador? Por todos lados asoma la disputa permanente entre las posiciones del PdeCAT y ERC.
No se la llevan de arriba
Sería un error olvidar que los que vienen perdiendo están en la vereda de enfrente. El pacto de investidura de Rajoy atraviesa un momento de tensiones. Ciudadanos le pide al PP una autocrítica por el pésimo resultado en Cataluña y la separación de los implicados en la corrupción del caso Gürtel. El PP acusa a Ciudadanos de oportunistas y tiene en la mira a Albert Rivera e Inés Arrimadas que le disputan el electorado de derecha. Las dos fuerzas actúan con la mira puesta en las elecciones municipales y autonómicas del 2019.
¿Y la economía? En el balance de fin de año Rajoy pintó un panorama de salida de la crisis del 2008. Lo cierto es que España “Es también el país donde más ha crecido la desigualdad desde el 2007, el 10% más pobre ha visto disminuir su participación en la renta nacional en un 17%, mientras que la del 10% más rico ha aumentado en un 5%. En España el 10% más rico de la población concentra más de la mitad de la riqueza total (53,8%), más que el 90% restante.” (La Vanguardia 22/1/2018).
Entre otros ejemplos, el gobierno gastó €87 millones en el fracasado operativo represivo para evitar el 1-O, prefiere pagar la deuda externa y afrontar pérdidas de €2.000 millones por la quiebra de autopistas; antes que destinar ese dinero a mejorar el nivel de vida del pueblo trabajador.
La precariedad laboral, los bajos salarios y el desempleo son moneda corriente. El precio de los alquileres está generando consecuencias sociales.
Cada vez menos democracia y más desigualdad. Esta es la “normalidad” de Rajoy y el Rey que sigue incubando la eclosión de nuevas crisis.
El pueblo da todo, los dirigentes no
Hay quienes erróneamente exigen más del pueblo. Luego de tantas movilizaciones, paros y acciones masivas, hay que cargar las tintas en otro lado: las direcciones mayoritarias del catalanismo.
JxCat y ERC no preparan al pueblo política y organizativamente para concretar la República, por eso dejaron de lado la Declaración Unilateral de Independencia (DUI). En el pico de la fuerza movilizada, Puigdemont abandonó sorpresivamente Cataluña y Oriol Junqueras se entregó a la Justicia, causando desazón e incertidumbre.
Lamentablemente, Ada Colau y Pablo Iglesias, desde En Comú-Podem, siguen siendo furgón de cola del régimen, al colocarse equidistantes tanto al 155 como a la independencia. Algo similar sucede con la ANC que intenta hacer equilibrio entre posiciones contrarias.
Es necesario poner blanco sobre negro en torno a las direcciones del proceso: con sus agachadas y dilaciones dejaron pasar una oportunidad histórica para lograr la República.
No se mueven así por error o porque no les queda otro camino. Actúan siguiendo la lógica de los partidos burgueses y pequeño burgueses que no quieren desbordar los límites del capitalismo explotador y opresor.
“Sí quieres cambiar algo, pues camina distinto”
La primera tarea es llamar a profundizar la más amplia unidad de acción por la inmediata libertad de los presos políticos, la anulación de las causas judiciales y la desactivación total del 155. Que Soraya Sáenz y sus cómplices se vuelvan a Madrid ya mismo dando fin a la intervención de las instituciones autonómicas.
Para hacer valer la voluntad de autodeterminación del pueblo catalán, es fundamental retomar las grandes movilizaciones y los cacerolazos masivos. Las centrales sindicales deberían llamar a un plan de lucha con paros y cortes de ruta, unificando los reclamos democráticos con los sociales.
Al mismo tiempo hay que fortalecer la experiencia de autoorganización que representan los CDR.
Para que la República sea una realidad es necesario derrotar a Rajoy y al caduco régimen del ´78. No hay posibilidad de negociaciones favorables con semejantes reaccionarios, apoyados por la mayoría de los gobiernos de la Unión Europea.
La convocatoria a Asamblea Constituyente es el camino para debatir y sentar las bases de una República libre, al servicio de los trabajadores y el pueblo, no de los patrones. Un país que tienda un brazo fraternal a los pueblos oprimidos de la península Ibérica y fundamentalmente hacia el conjunto de la clase obrera, sometida por la explotación capitalista.
Desde ya, estas posiciones no implican compromisos políticos con el gobierno burgués que surja. Pelear por una salida de fondo es enfrentar al capitalismo y su doble rostro antidemocrático y explotador, construyendo una nueva alternativa política, con un partido de izquierda, revolucionario y socialista.
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