Lejos de lo que propagandizan los lacayos de Durán Barba, otro plan económico no solo es posible sino que es el único camino para que las penurias económicas y los “esfuerzos” no sean de las grandes mayorías.
En primer lugar lo que proponemos los socialistas es gravar con fuertes impuestos al juego, las grandes fortunas, la minería, el agro y la industria petrolera, entre otras actividades.
Proponemos también: prohibir el lucro en los servicios públicos, por lo tanto deben ser estatizadas todas las empresas, incluidas las de transporte, realizando una profunda auditoría pública de la contabilidad de todas ellas, para que sus trabajadores y usuarios tengamos datos certeros de lo que cuestan y podamos planificar sin la especulación empresaria.
Otra medida posible y necesaria es el retiro inmediato del IVA a los productos de la canasta básica, reduciendo de esta forma el conjunto de los precios de manera automática, con medidas anexas que apunten a castigar a los especuladores y desarmar los “carteles” comerciales.
Todas estas medidas deben ir acompañadas por un aumento general de salarios que parta del costo de real de la canasta familiar y garantice que ningún trabajador ni trabajadora esté por debajo de la línea de pobreza. Con el reparto de las horas de trabajo incluso se podría incorporar a la economía formal a los miles y miles que hoy cobran alguna ayuda del Estado.
Estas y otras propuestas no son utopías, pero para imponerlas lo primero es derrotar el ajuste global del gobierno, sus despidos y sus intentos represivos. De manera unitaria y en las calles es posible lograrlo. También en ese camino necesitamos forjar una alternativa política que sea punta de lanza para empujar este programa anticapitalista.