En un desesperado intento por conseguir inversiones que palien la crisis económica interna, Macri se lanzó una vez más a una gira por Europa, incluyendo el foro de Davos. Sin embargo volvió no sólo con las manos vacías sino que redoblaron las críticas por las expresiones vertidas por el presidente, que denotan ignorancia y desubicación, como cuando dijo que “en América todos somos descendientes de europeos”.
Pero fue en el terreno económico donde el fracaso fue más evidente, con Francia por ejemplo no sólo no puede mostrar ningún acuerdo de inversión sino que Macron se encargó de dejar en claro que se opone a acuerdos comerciales que vayan en contra de los intereses de su país. Algo similar pasó con Rusia y ni qué hablar de Davos donde no consiguió motivar a ninguno de los allí reunidos.
Es que ningún país ni empresario confía, más allá de declaraciones generales de apoyo a la gestión de Macri, en que pueda resolver la crisis que el propio plan de gobierno ha profundizado, marcada por la inflación, recesión, caída del consumo y gran endeudamiento. En definitiva, nadie quiere venir a invertir a la Argentina, sin garantías de ganancias a las que las grandes corporaciones acostumbran.