No es una moda ni un fenómeno pasajero: nuestro país es parte activa de una verdadera y nueva oleada feminista, profunda y poderosa, que desde hace un par de años viene atravesando el mundo entero. En el movimiento feminista obviamente hay numerosos puntos en común, pero también diferentes encuadres. Aquí explicitamos el nuestro.
De feminismo hoy se habla en el laburo, en el cole y la facu, en el barrio y la mesa familiar. Como el tema abre y reabre numerosos debates, nos parece oportuno clarificar los ejes fundamentales de nuestra perspectiva feminista.
Antipatriarcales, no anti-hombres
Desde ya, todo el feminismo rechaza la opresión machista sobre la mujer. Esa desigualdad de poder que existe entre el género masculino y el femenino se da en todos los ámbitos de la sociedad. De chiquitas, en general nuestras familias nos educan para ser obedientes. De jóvenes, tenemos menos libertad sexual que los varones, nos insisten en no ser “provocadoras”, buscar novio, casarnos y ser madres sí o sí. Así, “naturalmente”, se nos asigna el cuidado de los hijos, el marido y la casa, tarea que es de por vida y no remunerada. Si además trabajamos afuera, somos las más precarizadas y en promedio ganamos menos que los varones. También tenemos menor representación a nivel político, sindical y en todos los cargos jerárquicos. Encima, mercantilizan nuestros cuerpos para vender lo que sea y sobre nosotras se ejercen todo tipo de violencias: acoso, abuso, trata, explotación sexual, violación, femicidio.
Nosotras luchamos contra toda esta desigualdad de poder, que viene de larga data y que constituye el patriarcado, y por eso somos antipatriarcales. Eso sí: en las luchas feministas las protagonistas somos las mujeres y los hombres que quieran, cuantos más mejor, nos acompañan.
Sin embargo, existe un sector de feministas que ubican como enemigo a todos los hombres por considerarlos la encarnación del patriarcado. Se equivocan, en una concepción que confunde, divide y resta fuerzas. El patriarcado no viene en el ADN masculino ni es una entelequia abstracta, que funciona por separado de la actual sociedad, dominada por la clase capitalista o burguesía. Al revés: todas las instituciones del sistema capitalista aplican, sostienen y difunden la opresión patriarcal: familia, escuela, grandes medios, justicia, policía, gobierno, parlamento, partidos políticos burgueses. Y eso es así por una simple razón, que veremos enseguida.
Ni liberales ni autonomistas: anticapitalistas
Los (y las) capitalistas tienen un interés muy concreto en perpetuar la opresión global de las mujeres. Aparte de beneficiarse con la explotación de toda la clase trabajadora, hombres y mujeres, los (y las) burguesas también ganan con la tarea doméstica femenina gratuita. Nuestro trabajo doméstico, de cuidar al hombre-trabajador de hoy y a los hijos-trabajadores de mañana, no se nos paga. Y en plata, equivale nada menos que a una cuarta parte de toda la producción nacional. Son cientos de miles de millones de pesos, año tras año. ¡Si tuvieran que pagarlo, se fundirían!
Por esa razón básica, y de muy diversas maneras, mediante falsas ideologías, leyes, costumbres y prejuicios sobre la “femineidad” o el “amor romántico” que camufla el estereotipo de mujer vigente, toda la institucionalidad del sistema capitalista trabaja a diario para mantener esa desigualdad de poder que describíamos más arriba.
Entonces no se trata de obtener alguna que otra “mejora” parcial reformando esta sociedad, como plantea el feminismo liberal burgués que oculta las diferencias de clase, ni tampoco de construir una utópica sociedad paralela sólo de mujeres, como propone el feminismo autonomista o anarquista. El feminismo liberal se integra al sistema capitalista y patriarcal, y el feminismo anarquista, al no proponer sustituirlo ni construir partido revolucionario para tomar el poder y dar vuelta todo, termina siéndole funcional. Con estos sectores podemos y debemos hacer unidad de acción para movilizar por demandas concretas, pero nos separan divergencias de fondo.
La tarea del feminismo consecuente es luchar por más derechos, pero siendo conscientes de que es preciso revolucionar toda esta sociedad, uniendo fuerzas junto a los hombres para derrotar este sistema capitalista y reemplazarlo por una sociedad igualitaria y socialista, que es la única forma de terminar con las bases estructurales de la explotación y la opresión de género. Por eso somos feministas anticapitalistas. ¡Capitalismo y patriarcado se retroalimentan entre sí y deben caer juntos!
Anticlericales, diversas y disidentes
Si hay instituciones con miles de años de historia en favor de la opresión de las mujeres y la conciliación de clases son las religiones en general y la Iglesia Católica en particular. A la vez que enemigos de la educación sexual integral, la masturbación, las relaciones sexuales pre- o extramatrimoniales, la anticoncepción, el derecho al aborto, el matrimonio igualitario, la diversidad sexual y la ley de identidad de género, la Iglesia y el Papa protegen a los curas abusadores mientras hacen campaña permanente contra la “teoría de género”.
Respetamos la libertad de cultos, si bien sostenemos el ateísmo porque no creemos en ningún “ser superior”. Lo que rechazamos por completo es que el Estado siga bancando con la plata de todos a la Iglesia y la educación religiosa. ¡Ninguna capitulación a la Iglesia: total separación del Estado!
Entender al género como una construcción cultural y cambiante hace a otra cualidad de nuestro encuadre feminista, que abarca también toda la diversidad y las disidencias sexuales. Como padecen asimismo la opresión y la violencia del modelo machista, somos parte de la misma lucha antipatriarcal, anti-heteronorma y antisistema. Por ende creemos errado cierto feminismo dogmático, para el cual la lucha lesbiana, trava-trans o no binaria invisibiliza la lucha de las mujeres.
En síntesis, nuestro feminismo es antipatriarcal, anticlerical, disidente y anticapitalista. Si te parecen bien estos criterios, te invitamos a compartir un espacio de militancia en nuestra organización. ¡Las actividades para preparar el paro y las movilizaciones del 8 de Marzo son una buena oportunidad para empezar!