La lucha que estamos llevando adelante por el derecho al aborto sigue a pleno. Surgen algunas voces quizás demasiado triunfalistas y en cambio otras, más escépticas, dispuestas a ceder. Si mantenemos la movilización, los martes verdes y los pañuelazos, es posible ganar.
Aunque el apoyo popular a nuestro derecho a decidir viene creciendo, no hay que dar ya la lucha por ganada. En ese sentido, nos parece que la reciente decisión de postergar el plenario nacional de la Campaña por el Derecho al Aborto para después de la votación de la ley nos deja sin una instancia clave que hubiera permitido evaluar la situación y producir cambios si hacía falta.
Además, el hecho de que los sectores “pro-vida” movilicen poco o nada no nos debe ocultar que la Iglesia Católica y los sectores retrógrados ejercen presión no necesariamente en las calles, sino directamente sobre el Congreso y los bloques.
Alzamos la voz y hay quienes escuchan
El debate por el aborto legal ya se metió de lleno en todos los ámbitos de la vida nacional. En la mesa familiar ya no es un tema tabú y también se habla en el barrio, en el trabajo, en el cole o la facu. En las calles, miles nos cruzamos con el pañuelo verde en nuestros bolsos y mochilas, al cuello o en la muñeca. La enorme presión de esta marea feminista verde va teniendo sus logros:
- La mayoría de rectores y rectoras de las Universidades emitieron una declaración del Consejo Interuniversitario Nacional bajo el título Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar y aborto legal para no morir. Apoyan la aprobación del proyecto de ley de la Campaña y plantean la necesidad de abrir el debate en todas las casas de altos estudios.
- Como ya lo hicieron las actrices, unas 250 escritoras firmaron una carta abierta a los diputados: “Les pedimos que voten el proyecto de la Campaña Nacional porque estamos convencidas de que el aborto legal -acompañado de políticas públicas de educación, prevención y contención para evitarlo- nos convertirá en una sociedad más justa, más moderna y definitivamente menos hipócrita”. Directoras de cine y de música están organizando otra similar.
- Aunque la Ley de Educación Sexual Integral se aprobó en 2006, no se implementa como hace falta. A lo sumo, hay uno o dos talleres por año, lo que es totalmente insuficiente. Como el reclamo de alumnos y docentes por la ESI crece, el Consejo Federal de Educación propuso que se incorpore a la currícula un contenido mínimo obligatorio. Es muy básico y veremos si cumplen, pero es evidente que sintieron la presión.
- Otra buena noticia producto de nuestra lucha fue que la provincia de Santa Fe producirá misoprostol en uno de sus dos laboratorios públicos. El Oxaprost de un laboratorio privado hoy cuesta casi 3.000 pesos y no siempre se consigue, de modo que si se garantiza el acceso público y gratuito será un importante avance. Sería bueno que otras provincias siguieran el ejemplo santafesino y hubiera producción pública a nivel nacional, no sólo de misoprostol sino también de mifeprestina.
Estos hechos son el resultado de nuestra movilización feminista y confirman que tenemos condiciones para conquistar de una vez por todas el aborto legal. Sin embargo, a cada paso también surgen nuevos problemas y trampas.
Ante la Curia, no bajar la guardia
Hasta el día en que consigamos la aprobación, el Papa, la Iglesia Católica y los cultos evangélicos van a seguir metiéndose y presionando para obstaculizar nuestro derecho (ver nota pág. 10).
Y si no logran voltear la ley, harán todo lo posible por modificarla y acotar sus alcances. Una muestra de esto es que resurgió la cuestión de la objeción de conciencia, que estaba incluida en un proyecto de ley de “libertad religiosa” presentado por el gobierno macrista el año pasado. Es absurdo que se le quiera permitir a un funcionario público objetar tal o cual práctica o servicio autorizado por la ley. Todo funcionario público, al que además le pagamos el sueldo, tiene la obligación de garantizar los derechos reconocidos. Cuando el aborto sea ley, se tiene que cumplir. Y quien no lo quiera practicar, que renuncie y se dedique a otra cosa.
Otras voces hablan de hacer un mix entre los ocho o nueve proyectos presentados. O sea mezclarían los temas, por ejemplo incluyendo barbaridades como pagarles la AUH a las mujeres violadas para que sigan adelante con su embarazo, como propone un proyecto del PRO. Y otros intentan reflotar la trampa de un plebiscito, siendo que los derechos básicos no se deben plebiscitar sino reconocer. No debemos permitir estas maniobras, que buscan desvirtuar, limitar o condicionar nuestro derecho democrático a decidir.
La pelea es por la legalización
Queremos volver a ser claras y concretas: la pelea que hoy estamos dando es por la legalización, no por la despenalización. Por confusión algunos y por mala intención otros, a veces ambos términos aparecen como sinónimos pero en realidad no es así.
Como lo venimos alertando, despenalizar es simplemente que el aborto dejaría de ser considerado un delito del Código Penal. Pero con eso no nos alcanza, porque despenalizar no implica que el Estado garantice dicha práctica en forma segura y gratuita. ¡Seguiría el negocio del aborto privado, para aquellas que puedan pagarlo!
Por eso nuestra exigencia es por la legalización. Es decir, para que todo el sistema de salud (hospitales públicos, obras sociales y prepagas) asegure la realización del aborto en forma efectiva para todas las mujeres -y cuerpos gestantes- que así lo requieran. ¡Que no nos trampeen! No tenemos por qué ceder y aceptar la despenalización, cuando lo necesario y lo posible es lograr la legalización, tal como lo plantea el proyecto de la Campaña.
Con lucha en la calle, tendremos la ley
¿La pelea es difícil? Sí. Incluso más difícil que en Diputados será en el Senado, por ser una cámara más conservadora. Pero es posible y hay cada vez más fuerza feminista para lograrlo. Para ganar tenemos que llenar el Congreso todos los martes y seguir adelante con los pañuelazos en todo el país, para demostrar que nuestra voluntad cruza toda la Argentina.
También podemos organizar acciones e iniciativas en nuestros lugares de trabajo o estudio y en los barrios. Charlas, cine-debate, juntadas de firmas, jornadas verdes, pañuelazos locales, todo ayuda a fortalecer la movilización.
Desde Juntas y a la Izquierda y el MST te invitamos a que te sumes y multipliquemos esta pelea hasta lograr la victoria que nos merecemos.
Celeste Fierro