Deja vu. En los últimos días se vivieron escenas que recuerdan a los momentos más críticos de nuestra historia reciente. La aparición de Domingo Cavallo, la corrida cambiaria y el anuncio de Macri del retorno al FMI son señales negras para el pueblo trabajador. Más negras incluso que el presente cargado de inflación, tarifazos, despidos y durísimos conflictos. Mientras la indignación se empieza a sentir en las conversaciones cotidianas y la opinión sobre la economía está más devaluada que el peso, hasta la burocracia sindical y la “oposición” patronal que vienen sosteniendo la gobernabilidad, empiezan a despegarse y a criticar.
Crisis sin careta. Macri primero y Dujovne después, expusieron sin decirlo, que el plan económico del gobierno es un completo fracaso. El “gradualismo” impulsado desde las alturas no llega a cumplir las metas de ajuste y temen acelerarlo por la experiencia de diciembre. La conexión con el FMI busca intervenir en ese desfasaje, ganar tiempo para avanzar con el ajuste, tranquilizar a los mercados y de paso, regenerar los lazos semi coloniales con una de las instituciones predilectas del imperialismo. La encargada de mantener fluyendo los capitales, no importa a costa de qué.
Las condiciones de este paso son claras: intervención directa en la economía, control de las metas de ajuste, etc. En definitiva un control del timón económico por parte de los capitanes de la especulación financiera, supervisando directamente a sus “marineros” autóctonos.
Los que apuntalan a Macri. En este marco, hay una serie de actores políticos que observan el desarrollo de la película con distintas estrategias. Por un lado la mayoría de la burocracia sindical que ha adoptado la tesis del gobierno del ajuste “gradual” como única opción posible, limitándose a algunas mínimas declaraciones mediáticas pero actuando fuerte para cerrar paritarias a la baja y no convocar ni a un pijama party. Socios directos del ajuste defienden sus privilegios hundiendo a quienes deberían defender, hace ya rato que están en el basurero de la combativa historia de nuestra clase.
Por otro lado los opositores parlamentarios o “políticos”, aquellos que después del golpe de octubre pasado ven resurgir sus posibilidades electorales y apuestan a debilitar al gobierno pero jamás a frenarlo. Quieren que la situación decante en las elecciones del 2019 y por eso a pesar de los berrinches y los montajes parlamentarios dejan que el ajuste pase como colectivo lleno. El PJ en todas sus variantes, acompañado de “socialistas” y reformistas de todo pelaje componen el “banco de suplentes” del ajuste, dejan que el equipo principal actúe hasta agotarse mientras ellos esperan ansiosos su momento.
La única verdad… es la realidad que se cuela por todos los poros y desbarata los planes de gobernantes y opositores. La reacción popular al tarifazo crece y se desarrolla, cuestionando el programa de ajuste. Las millonarias transferencias a las empresas privadas desde los bolsillos del pueblo que vive de su trabajo están encontrando sus límites. Sobre todo porque se combina con un aumento acelerado de los productos de la canasta básica, los combustibles y el tope a los salarios. La unidad férrea entre los gobiernos provinciales y el nacional mediante el pacto fiscal ha logrado triunfos pero también sus primeras derrotas como las de aceiteros o bancarios y aún hay muchas paritarias sin cerrar y conflictos estatales en varias provincias.
No está fácil para el gobierno y el pedido de “auxilio” al fondo tiene que ver con eso, con su propia incapacidad para derrotar a un pueblo que tiene grabadas a fuego las lecciones del 2001 y mostró algunos destellos de eso el 18 de diciembre del año pasado.
El tarifazo está muy cuestionado. La bronca se hace sentir y, al cierre de esta edición, una concentración en Plaza Congreso crece en convocantes y amenaza con ser masiva. Ante tanto repudio, la oposición se vio obligada a ensayar un proyecto legislativo para paliar muy parcialmente el tarifazo, que Macri dice que va a vetar. Si ello sucede, será seguramente un revulsivo que empuje una respuesta popular. A 200 años del nacimiento de Carlos Marx y para ser coherentes con su legado, podemos decir que no alcanza con analizar la realidad, sino que lo importante es transformarla y por eso, además de interpretar es necesario proponer líneas de acción que nos permitan construir una salida a la crisis desde la perspectiva del pueblo trabajador.
Hay otra salida. Al plan económico de los CEOs le oponemos el plan de los trabajadores y la izquierda: La estatización completa de la banca y el comercio exterior, para evitar las “corridas” y castigar a los especuladores. Reventar el pacto fiscal y reformular el sistema impositivo, eliminando el IVA de los productos de la canasta familiar y grabando la renta financiera, las grandes fortunas y el juego. Proponemos también un inmediato aumento salarial acorde a la canasta familiar y un reparto de las horas de trabajo, para que nadie se quede sin trabajar y nadie trabaje como en 1800. Proponemos también la estatización de todas las empresas privatizadas, poniéndolas bajo control social y anulando los tarifazos. Repudiamos cualquier acuerdo con el FMI y exigimos una auditoría completa de la deuda, porque estamos convencidos de que es ilegítima, fraudulenta e impagable.
Estas y muchas otras medidas son perfectamente posibles con voluntad política y una herramienta coherente que las lleve adelante. Aquellos que te dicen que es imposible y que estamos locos, son los mismos que te proponen la misma receta que explotó el país en el 2001. Vos fijate a quien le crees.