Disparada del dolar, caída de la bolsa, bronca creciente por los tarifazos y la escalada inflacionaria. Una combinación que complica fuerte a un gobierno que ya venia golpeado de diciembre. Emergen los limites estructurales del modelo económico mientras anuncian
nuevos ajustes, reaparece Cavallo y… encima un acuerdo con el FMI. Es urgente un plan de lucha nacional para derrotarlos.
Los sucesos de las últimas semanas tomaron a muchos por sorpresa. Mientras la revista Forbes se preguntaba si había llegado la hora de sacar los capitales de Argentina, el banco central ensayaba respuestas para intentar contener la emergencia, sin exito. Reuniones de crisis en la Casa Rosada, y finalmente, el anuncio en la mañana del viernes de un plan para calmar las aguas. Suba de las tasas de interés para garantizar las ganancias de los especuladores, y una reducción del deficit fiscal 2018 del 3,2% al 2,7% del PBI, es decir, un nuevo salto en el ajuste. Los acontecimientos se siguieron desarrollando. La semana comenzó con una nueva escalada del dólar y una fuerte caída de la bolsa. En una breve conferencia de prensa, Macri anunció un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.
Gradualismo obligado
Las condiciones de la actual crisis se venían incubando. El plan económico del gobierno nacional, que favorece a los grandes empresarios, tiene un pilar fundamental en el crecimiento exponencial del endeudamiento externo para financiar el déficit. Esta situación hace que la economía argentina sea particularmente vulnerable a las fluctuaciones de la economía mundial, y particularmente de EEUU y del dólar. Desde su asunción en diciembre del 2015, el macrismo intentó conjugar su orientación de aplicar un fuerte ajuste al servicio del gran capital con el cuidado de la «gobernabilidad», es decir, intentando evitar un choque frontal con movimiento obrero y de masas. Contó para ello con la complicidad del PJ que puso a sus legisladores y gobernadores al servicio de este plan, y con la fundamental colaboración de la burocracia sindical que buscó de diversas maneras contener el descontento obrero popular. En ese marco, el triunfo en las elecciones legislativas de 2018 pareció dar luz verde al macrismo para profundizar el ajuste. Así lo anunció y lo intentó ejecutar con su llamado «reformismo permanente», cuyas medidas centrales fueron el pacto fiscal y reforma tributaria, la reforma previsional y la reforma laboral. Con el PJ y la bucrocracia sindical dispuestas a colaborar, el camino parecía allanado.
La inmensa irrupción del movimiento de masas en las calles en las jornadas del 14 y 18 de diciembre dió por tierra con este esquema. La reforma previsional se aprobó, pero con un altísimo costo político para el gobierno nacional y sus aliados en los gobiernos provinciales y los bloques «opositores». Se produjo un cambio en la relación entre el movimiento de masas y el gobierno, revelando ante millones el verdadero carácter de la política del macrismo, y simultáneamente, la fuerza que lxs trabajadorxs podíamos tener en la calle. El gobierno se vió obligado a congelar la reforma laboral y sufrió una fuerte caída en las encuestas. Aquellas jornadas implicaron un cambio en la coyuntura política. Comenzó el desgaste del gobierno nacional. La complicidad de la burocracia sindical que no convocó medidas nacionales para potenciar las luchas contra el ajuste, y que firmó acuerdos salariales con la miserable pauta del 15%, impidió que esta coyuntura de desgaste se profundice aun más. Sin embargo, la resistencia a los tarifazos volvió a colocar en primera plana las dificultades del gobierno nacional para ir a fondo con su orientación ajustadora.
Más ajuste y acuerdo con el FMI
En el trasfondo de la actual crisis está, entonces, no solamente la volatilidad de la economía capitalista mundial y su impacto específico en argentina como resultado de un modelo dependiente del endeudamiento externo, sino además una configuración de fuerzas sociales, una correlación de fuerzas, que le ha impedido al gobierno aplicar la totalidad de su programa ajustador. Por eso la receta que prepara el gobierno es un nuevo asalto sobre la clase obrera y el pueblo. El anuncio de un acuerdo con el FMI busca restaurar confianza en la sustentabilidad económica del plan del gobierno. Para ello quieren asegurar un mega préstamo que proporcione un «blindaje» de divisas, que le permita al Banco Central navegar la crisis del mercado cambiario. La conclusión de esto será la profundización del ajuste. Todo prestamo del FMI implica aceptar sus condicionamientos, entre los cuales seguro se encontrará la exigencia de acelerar la reducción del dificit fiscal reduciendo el gasto público. En este sentido debe interpretarse el anuncio de Dujovne del viernes 4 de mayo en el que presentaba una reducción del objetivo de déficit para el 2018 al 2,7% del PBI, anuncio que vino acompañado del recorte de 30 mil millones de pesos destinados a obra pública.
Contra el ajuste, por otra salida a la crisis
Las fuerzas del régimen buscan reacomodarse a las nuevas condiciones. Ante la caída de la imágen del gobierno, el PJ se reubica con la mirada puesta en las elecciones y busca diferenciarse del ejecutivo con el proyecto contra el tarifazo. La CGT también recalcula y dice ahora que está «evaluando una medida». Más que nunca, es necesario un plan de lucha contra el ajuste de Macri, los gobernadores y el FMI, que comience con un gran paro nacional. La CTA ha convocado un paro para el 10/5, y la CTERA convoca una marcha federal el 23/5. Pero las medidas aisladas no sirven para enfrentar el ajuste. Hay una enorme disposición para luchar. Si Macri veta el proyecto opositor por el tarifazo, la bronca se multiplicará. Es una tarea urgente coordinar todas las luchas en curso y todos los sectores combativos, y desde allí exigir a la burocracia un plan de lucha ya contra el tarifazo, por la reapertura de las paritarias y un aumento general de los salarios. Tenemos que redoblar la pelea por una alternativa política que motorice la lucha por esta perspectiva.
No pagar la deuda, reestatizar las privatizadas. Plan Alternativo, salida Socialista
Ante esta crisis, el plan del gobierno y del FMI será profundizar las políticas de ajuste. La reducción del déficit fiscal anunciada se hará potenciando las ganancias empresariales. Por eso defienden el tarifazo y buscan sostener la depreciación del salario real. El pacto con el FMI implicará un nuevo salto en el crecimiento de la deuda externa. Esto se traduce en un mayor déficit fiscal cuyas consecuencias buscaran descargar sobre lxs trabajadorxs con más ajuste. Así, ajuste y endeudamiento se retroalimentan. Son un mecanismo de transferencia de ingresos desde lxs trabajadores y sectores populares hacia la burguesía. Por eso, lxs trabajadorxs necesitamos un plan alternativo. Este debe comenzar con una emergencia económica que le dé respuesta a las necesidades básicas del pueblo trabajador. Prohibición de despidos y suspensiones y estatización de las empresas que no cumplan, blanqueo de precarizadxs y, salario y jubilaciones mínimas acorde al costo real de vida con actualización automática por inflación. Planes sociales acordes a la canasta familiar, lanzando simultáneamente un gran plan de vivienda y obra pública para garantizar trabajo para todxs. Frenar de manera inmediata el tarifazo y reestatizar los servicios con control de lxs trabajadorxs y usuarixs. Para frenar la inflación se debe aplicar un control de precios y la Ley de Abastecimiento a las empresas que incumplan.
Existen recursos para garantizar un plan de estas características. Hoy están en manos de los sectores más concentrados de la economía. Nos referimos a las grandes empresas, los actores del agronegocios, los exportadores, las empresas de servicios, las corporaciones
multinacionales, los bancos y el sistema financiero, etc. Estos han sido los sectores históricamente beneficiados por las políticas de los distintos gobiernos. Además de los recursos que se apropian estos sectores de manera directa, el Estado utiliza sus recursos para garantizarles y ampliarles las ganancias. Así sucede, por ejemplo, con la timba financiera. Con el festival de los LEBAC y otros instrumentos financieros, con tasas de interés que ahora llegan al 40% estamos financiando las jornadas del 14 y 18 de diciembre dió por tierra con este esquema. La reforma previsional se aprobó, pero con un altísimo costo político para el gobierno nacional y sus aliados en los gobiernos provinciales y los bloques «opositores». Se produjo un cambio en la relación entre el movimiento de masas y el gobierno, revelando ante millones el verdadero carácter de la política del macrismo, y simultáneamente, la fuerza que lxs trabajadorxs podíamos tener en la calle. El gobierno se vió obligado a congelar la reforma laboral y sufrió una fuerte caída en las encuestas. Aquellas jornadas implicaron un cambio en la coyuntura política. Comenzó el desgaste del gobierno nacional. La complicidad de la burocracia sindical que no convocó medidas ganancias de los capitales especulativos nacionales e internacionales. Este esquema depende de un constante crecimiento del endeudamiento. Desde diciembre de 2015 hasta febrero de 2018 las emisiones de deuda llegaron a 132.969 millones de dólares, contando las del tesoro nacional, las provincias y las empresas privadas. En este período se ha producido un incremento del 35% en la deuda pública. Esto incrementa la presión de los pagos de intereses y capital sobre el presupuesto nacional. Este año equivaldrán al 6,6% del PBI, sumando un total de 38.631 millones de dólares. Las negociaciones con el FMI contribuirán a incrementar aún más esta sangría. Para financiar un plan alternativo, tenemos que recuperar esas riquezas que se apropia el 1% más rico. Un primer paso en este sentido es terminar con la deuda externa, un mecanismo fraudulento al servicio de acrecentar las riquezas de los especuladores locales y extranjeros, y de sostener la transferencia de riquezas hacia los países imperialistas. No hay que pagarla. Solo con esta medida recuperaremos recursos que este año permitirían duplicar la inversión en educación, por poner un ejemplo.
Hoy, el ahorro nacional está en manos de un sistema bancario privado que lo utiliza para potenciar el rendimiento de sus activos financieros. Hay que estatizar la banca y ponerla bajo control social para que el capital, allí acumulado, se ponga al servicio de un plan de emergencia de lxs trabjadorxs. Lo mismo sucede con el comercio exterior. Necesitamos una profunda reforma tributaria para que paguen más los que más tienen. Hay que eliminar el IVA a los productos de la canasta familiar y cobrar fuertes impuestos a los especuladores financieros, las grandes empresas, los terratenientes y especuladores inmobiliarios, las grandes fortunas, etc. Para imponer esta salida a la crisis, hay que preparar y reclamar un plan de lucha nacional contra el plan de ajuste de Macri, los gobernadores y el FMI. Pero además hay que construir una fuerza social y política capaz de llevar esta pelea a fondo. Desde el MST impulsamos esta salida.
Luis Meiners