La juventud estudiantil está experimentando cambios. El contexto internacional profundiza tendencias emergentes en Argentina. Los desafíos y tensiones de la etapa en curso. Las oportunidades para la izquierda. La importancia del frente único. Nuestra acumulación política e identidad.
Para hacer una valoración del movimiento estudiantil en la actualidad, lo primero es remitirse a su ubicación histórica contemporánea y el rol que le toca en la estructura de clases capitalista. La experiencia del siglo encontró al movimiento estudiantil jugando papeles progresivos como en la Reforma del ’18, cuestionando castas y clases; o reaccionario como en el golpe de 1955, atado al carro del antiperonismo. O un poco más tarde, ya en los ’70, en el marco de los «azos», se popularizó como bandera una consigna: unidad obrero-estudiantil, materializando una confluencia estratégica para cuestionar el sistema. Ese zigzagueo histórico obedece al carácter pendular de la clase de la que es mayoritariamente reclutado el estudiantado (la clase media, pendular). A la vez, el estudiantado es una especie de caja de resonancia que anticipa y amplifica contradicciones políticas de la lucha de clases. Con la masificación de la universidad pública a mediados del siglo XX, ese carácter de «resonador», se intensifica todavía más y actúa con mucha sensibilidad ante las crisis recurrentes del capitalismo que golpea a los sectores medios y los moviliza. Así fue con el menemismo con la juventud enfrentando sus leyes privatistas de la educación, o con la Alianza siendo un protagonista movilizado en la lucha que terminó en 2001 con piquete y cacerola. Bajo el kirchnerismo se ralentizó el proceso de movilización. Y aunque se conquistaron Centros y Federaciones, la ideología falsa de los cambios posibles dentro del capitalismo que predominó y la asimilación de un sector de la izquierda a la rutina de la gestión administrativa del aparato gremial estudiantil, despolitizó y vació las organizaciones del movimiento. Hubo factores objetivos que operaron (la relativa estabilidad capitalista de la «década ganada») y el imaginario instalado del Estado (burgués) como dador de derechos. Pero sobre ese campo independiente de la voluntad de las organizaciones, no se desarrollaron orientaciones para combatir a fondo esas tendencias. Somos críticos de ese período. Ya con Macri, la etapa cambia y de eso queremos hablar.
Anti-macrismo, polarización y disgregación de las medias tintas
De arranque, más allá de la retórica gradualista, el macrismo actuó como factor polarizante en la juventud. Su naturaleza privatista, su pro-imperialismo militante, su negacionismo del genocidio y el reforzamiento del aparato represivo, el clericalismo de sus figuras emblemáticas, fortalecieron tendencias en la juventud aceleradas por el marco mundial. Hay a escala internacional una generación de relevo que protagoniza movimientos sociales de alcance internacional como la ola feminista / disidente; la actuación como sujeto político tal como en Chile por educación pública y finalmente contra la herencia pinochetista; en la Francia de Macron contra la austeridad o en la revolución democrática contra Ortega-Murillo en Nicaragua, dejando un tendal de muertos en las barricadas. Ese clima de época, en definitiva, un aspecto de las relaciones de fuerza entre las clases expresada en la juventud, ahora con el macrismo en Argentina en su fase senil, fondomonetarista y represiva, se radicaliza con todo. Hay dos rasgos clave:
- La movilización callejera como método y la predisposición a confrontar con el régimen de castas (los dinosaurios, la Iglesia y sus partidos). Así fue en la lucha por aborto legal y en la huelga docente-estudiantil universitaria, que ocupó decenas de facultades, rectorados, que dio interfacultades y coordinaciones de distinto tipo, y acciones de masas.
- La polarización política aguda que licúa las medias tintas y deja sin espacio al progresismo.
En la lucha por la legalización del aborto, contrastó el movimiento por la base dispuesto a todo y el rol de varias organizaciones que desmovilizaron en un momento clave. O en la lucha educativa, con las conducciones docentes que le firmaron un acuerdo a la baja al gobierno, y sus expresiones estudiantiles que actuaron contra los métodos más efectivos para ganar: las tomas, los cortes, la democracia de base, la coordinación. Por eso, en definitiva, todo perfila un panorama para que la izquierda se transforme en un polo independiente y alternativo en el movimiento estudiantil a escala nacional.
Dos caminos en la izquierda: como en Medicina y el Sindicalismo Combativo o como el PTS
La lucha que se viene en esta coyuntura es contra el Presupuesto del FMI y un ajuste antieducativo brutal del macrismo. Hay un pacto cerrado con el PJ y Massa para aprobar ese saqueo. El kirchnerismo hace acting de oposición, pero propone esperar al 2019. Por lo tanto, la necesidad de unir la izquierda en sus distintas vertientes alrededor de un programa anti-ajuste, anti-FMI y por el no-pago de la deuda, de unidad de las luchas y para que se vayan Macri y los banqueros ahora, es una necesidad imperiosa. Frente a eso, hay 2 orientaciones en la izquierda:
1) La que se materializó en el Plenario Sindical Combativo, donde junto al PO y otras fuerzas, nuestra corriente sindical nacional ANCLA, anima un polo independiente en el movimiento obrero. Esa misma fórmula, es la que conformó una amplia unidad de izquierda en las elecciones de Medicina con la Lista 8 -otra vez, encabezada por el PO y el MST junto a otras agrupaciones- y que le arrebató el Centro a la juventud de Cambiemos, es decir: al ajuste de Macri y el FMI.
2) La otra posición es la del PTS que está auto-marginado de la unidad de toda la izquierda sindical y que tuvo que retirar con vergüenza su lista de Medicina, y nunca se pronunció por la Lista 8 en una votación ajustadísima contra el gobierno.
El ajuste presupuestario, la precariedad de nuestras condiciones de cursada y el avance sobre las reformas de nuestros planes de estudio exigen priorizar la unidad de la izquierda y el activismo independiente en un frente único que pueda realmente ser la punta de lanza en la lucha para que Macri y el FMI se vayan de nuestra educación y el país. Hay condiciones de ganar Centros y Federaciones: en la UBA, en el conurbano y en universidades importantes del interior del país. Y así fortalecer posiciones en la izquierda para el desenlace de la situación nacional. Nuestro planteo político consiste en hacer todo para esa disputa ahora.
La Juventud Socialista del MST en esta etapa
Para traccionar con energía esa orientación, con acumulación de fuerzas para hacerlo, se requiere un progreso orgánico de nuestras fuerzas militantes. Nos preparamos reafirmando coordenadas de programa e identidad política en nuestra definición como corriente estudiantil del MST:
Internacionalismo para la acción. Por Nicaragua y su juventud contra la dictadura de Ortega-Murillo. Contra Bolsonaro, con la clase obrera, el movimiento de mujeres y la disidencia en Brasil.
Anticapitalismo de ruptura y clase obrera como sujeto. Sin ceder al posibilismo y sus presiones a favor del presunto «mal menor». El único mal menor, es un gobierno de trabajadorxs y todo el pueblo pobre. Con los capitalistas, ninguna conciliación.
Feminismo, disidencia y las luchas contra toda opresión. Nos construimos contra toda limitación heteronormativa. Somos una fuerza militante por la emancipación y la libertad plenas, laica y antipatriarcal.
Socialismo como objetivo posible. Sin dogmas, con la comprensión de los nuevos fenómenos de la decadencia capitalista. Somos (eco) socialistas, porque luchamos por una reorganización económica de la sociedad compatible con la naturaleza.
Y obviamente, una tarea indelegable: la acción voluntaria, consciente, comprometida, apasionada, profesional y constante de militar por estas causas, de construir fuerza política, partido revolucionario, con eje en la movilización transformadora (como estrategia), no en las elecciones (terreno táctico y secundario).
Esta es la agenda que nos trazamos. Nuestras causas. Nuestras luchas. Nuestras banderas.
Mariano Rosa