La polémica tras sus palabras se hizo viral. Si decir que “el neoliberalismo no es de derecha o de izquierda” ya estuvo por fuera de la realidad política, al afirmar Cristina Fernández de Kirchner que en su espacio político “hay pañuelos verdes y celestes y tenemos que aceptarlo” directamente desató un escándalo y la legítima bronca de miles y miles de mujeres y de jóvenes en todo el país.
No es para menos. Cuando fue el debate del aborto en el Senado, ¿acaso ella no dijo que su movimiento tenía que ser nacional, popular, democrático e incluso que vamos a tener que agregarle feminista? ¿O fue un discurso solamente para aquella oportunidad, una pose de ocasión? ¿Qué cambió ahora; al proyecto ya no habría que agregarle feminista? ¿O será que ayer llamó a “no pelearse con los curas” para hoy poder abrirles la puerta a los celestes pro-vida y mañana volver a amigarse con el Papa?
No se trata de matices sobre temas secundarios. Ni tampoco el antagonismo es entre quienes rezan y quienes no lo hacemos. El pañuelo verde es la defensa del derecho democrático al aborto. En cambio, el pañuelo celeste simboliza la oposición militante contra de todos los derechos de género. No puede haber proyecto feminista con pañuelos celestes: son antagónicos. Aunque CFK busque disimularlo, no pueden convivir.
A las compañeras feministas que aún tenían algo de confianza política en ella las llamamos a reflexionar, a “no aceptar” este pacto con el sistema patriarcal, a alejarse de ese proyecto y a sumarse al feminismo consecuente como el que venimos construyendo desde Juntas y a la Izquierda y el MST.