El año de crisis económica y política dejó golpeado al gobierno de Macri. Si logró atravesar el ojo de la tormenta y llegar con algo de aire a 2019 fue gracias al aporte fundamental a la gobernabilidad que realizaron el PJ y la burocracia sindical vinculada a éste. Con el comienzo del año 2019, un año electoral, estos mismos sectores profundizan sus movimientos para intentar mostrarse como alternativa.
El panorama electoral para el 2019 es un claro reflejo de la crisis. La caída de la imagen presidencial y las dificultades en el armado “opositor” vinculado al PJ ha producido una catarata de desdoblamientos electorales. Al menos 17 provincias han decidido separar sus elecciones de las elecciones presidenciales. Todo un récord. Entre ellas hay provincias gobernadas por el PJ y por Cambiemos. Y la discusión está instalada incluso en la provincia de Buenos Aires. Un panorama electoral nacional incierto y una serie de elecciones que comenzarán en pleno verano marcarán el año.
Es en este escenario en el que se han acelerado los movimientos de las diferentes alas del Partido Justicialista. Si hace unos meses la iniciativa parecía estar del lado del peronismo “federal”, con protagonismo de los gobernadores, en las últimas semanas el kirchnerismo ha recuperado terreno. Desde la conferencia de Clacso hasta la reciente reunión con Juan Grabois y su frente Patria Grande, la ex presidenta ha salido a jugar y promete recorrer las provincias en apoyo a sus candidatos afines. Llamaron a utilizar las PASO para unir a toda la oposición y respecto a su candidatura CFK dice que “hará lo que sea mejor para derrotar a Macri”.
¿Derrotar a Macri con sus cómplices?
El debate sobre las elecciones va ganando terreno. Desde el PJ distintas voces apuntan a construir un espacio “de unidad” para derrotar el ajuste. Se debaten en torno al papel de CFK y el kirchnerismo en ese armado. Necesitan de los votos del kirchnerismo para ganar, pero preferirían que no encabece la boleta presidencial. Tanto referentes del peronismo federal, como del kirchnerismo y del massismo se han expresado en el sentido de un gran armado opositor.
Todos estos sectores buscan instalar la idea de que sólo con un gran frente se puede derrotar a Macri, interpelando a los millones que están hartos del ajuste y quieren otra salida. Preparan el camino para una nueva frustración. En primer lugar, es necesario decir que todos estos sectores tienen una gran responsabilidad en la continuidad del ajuste de Macri. Estuvo planteado derrotar al ajuste en las calles, pero fueron estos sectores quienes garantizaron la gobernabilidad. Algunos lo hicieron votado las leyes, otros llamando a desmovilizar mientras posaban de opositores en las cámaras.
Hay que derrotar a Macri para terminar con las políticas que impulsa. No se trata de cambiar de figura para que sigan intactas las políticas de ajuste. En ese sentido queremos ser categóricos. Ganarle una elección a Cambiemos de la mano de los que le han votado la reforma jubilatoria, el presupuesto 2019, de los que le firmaron el Pacto Fiscal e impulsan el ajuste en las provincias, no es derrotar al programa de ajuste sino garantizar su continuidad bajo una nueva forma. No se puede derrotar al programa de la derecha con la derecha. Por eso rechazamos el camino que lleva a la unidad de “pañuelos verdes y celestes”, a la unidad con los ajustadores.
El debate de los actores de una unidad para derrotar a Macri está necesariamente ligado al problema del programa. Los sectores vinculados a personajes como Pichetto, Urtubey y otros impulsan un programa de continuidad de las políticas de ajuste. Por eso le han votado las leyes. Además han expresado su visión conservadora y represiva: impulsan la mano dura, políticas de persecusión a los inmigrantes y son mayoritariamente anti derechos. Por su parte, los voceros del kirchnerismo “puro” como Kiciloff han salido a mostrarse amigos de la empresa privada y han expresado con claridad que no romperán con el FMI y no desconocerán la deuda contraída por el macrismo.
En síntesis, una unidad con los cómplices del ajuste y con el programa de los ajustadores sólo puede llevar a más ajuste.
Un camino conocido
En este debate es central sacar conclusiones sobre el fracaso del “ciclo progresista” y su reemplazo por gobiernos de derecha en nuestro país y en todo el continente. Quienes hoy llaman a la formación de frentes antineoliberales o antifascistas, fueron los protagonistas centrales de la política latinoamericana durante más de una década. Como tales, tienen una responsabilidad central en el ascenso de los gobiernos de derecha.
En el caso del kirchnerismo gobernaron durante 12 años y lo hicieron durante un momento excepcional en relación a las posibilidades de lograr un cambio profundo, estructural. Llegaron al gobierno luego del Argentinazo con un movimiento de masas en ascenso. Había una correlación de fuerzas muy favorable para encarar transformaciones radicales. Sin embargo el kirchnerismo hizo todo lo posible por garantizar un retorno a la normalidad, desmovilizando y cooptando. Lejos de aprovechar el escenario latinoamericano para avanzar contra la deuda externa, fueron “pagadores seriales” como admitió la propia CFK. El boom de los precios internacionales de los commodities no se puso al servicio de reorientar la economía de acuerdo a los intereses de los trabajadores y el pueblo. Al contrario, se usó para profundizar la dependencia, el extractivismo y la concentración.
Estas decisiones políticas generaron las condiciones para un retorno de la derecha ya que desmovilizaron y profundizaron un modelo semicolonial, dependiente, cuyas contradicciones emergieron con fuerza a partir de la crisis capitalista de 2008. Actualmente no proponen romper con el FMI, ni dejar de pagar la deuda externa, ni siquiera desconocer la adquirida por el gobierno de Macri. Donde gobiernan de manera directa, como Santa Cruz, mantienen los salarios prácticamente congelados, produciendo una pérdida del poder adquisitivo de más del 70%. También persiguen y judicializan a luchadores populares como a nuestro compañero Claudio Wasquin.
Recorrer este camino sólo puede llevar a nuevas frustraciones, incluyendo allanarle el camino a un triunfo electoral del macrismo.
La salida es unir a toda la izquierda
Tenemos un gran desafío por delante. A medida que se profundiza la crisis económica el 2019 será un año cruzado por importantes luchas contra el macrismo y todos los gobiernos ajustadores. Mientras las seguimos impulsando y apoyando, también tendremos que responder al desafío electoral.
Quienes alientan ser parte de la interna del peronismo, impulsando un frente “anti Macri”, lejos de lograr soluciones están preparando una nueva frustración. De una u otra forma terminarán tributando a la continuidad del modelo macrista. La salida es armar un gran tercer espacio uniendo a toda la izquierda. Una alternativa independiente de los partidos del régimen, que logre atraer a los millones que quieren avanzar hacia un programa de ruptura con el FMI y las políticas de ajuste, por una transformación social, política y económica en beneficio de la clase trabajadora y el pueblo.
Luis Meiners