Estuvo al borde. La imagen de Macri llorando en el Colón recorrió el mundo. Lloraba de alivio, de haber llegado a fin de año con el Presupuesto aprobado, el acuerdo con el FMI renovado, la cumbre del G20 garantizada, y su persona todavía en el gobierno. El Macri de comienzos de 2018 no se hubiera imaginado este fin de año. Entonces lo perseguía la rebelión de los miles de trabajadores que enfrentaron la represión policial el 14 y 18 de diciembre y derrotaron la reforma laboral; y los miles de porteños que repudiaron con sus cacerolas en la noche del 18D el afano a los jubilados de la reforma previsional. Venía perdiendo su base social, los grandes hombres de negocios le perdían la confianza y había quienes comenzaban a soltarle la mano. La seguridad de poder terminar su mandato se le escapaba. Encima se desató la marea verde, que se dirigió contra su gobierno de deracha y misógino, a la vez que minó su base más reaccionaria, que lo consideró responsable por abrir el debate sobre el aborto. Macri caminó por la cornisa y estuvo planteada la posibilidad de una salida anticipada del gobierno. Tampoco el Macri del invierno del ’18 pensaba en esa imagen de final de comedia romántica en el palco del Colón. Las corridas del dólar y la huida al FMI, de alta sensibilidad en el imaginario argentino, casi hacen desplomar la economía y llevaron a Macri al borde de la cornisa nuevamente. Los capitalistas ya concentraban su mirada en posibles recambios. Pero Mauricio zafó de lo peor. Por ahora. Por eso lloraba en el Colón.
Lo salvaron sus amigos. Si Macri zafó por el momento, fue porque el PJ y la burocracia sindical lo salvaron. No faltó disposición en los trabajadores para movilizarse y había condiciones para derrotar el ajuste macrista. Incluso, de haber progresado la movilización con paros generales y un plan de lucha, se podría haber empujado al gobierno hacia su salida con todo su proyecto. Pero el PJ, con su ala kirchnerista jugaron a la gobernabilidad. Explicaron que lo más democrático era sostener a Macri, que termine su mandato porque «la gente lo votó» y que había que esperar a las elecciones de 2019 para cambiar. Sin embargo antidemocrática ha sido cada medida contra el pueblo implementada por Macri, y cada mes que sigue el hambre y la miseria de su ajuste, corre por cuenta de esos falsos opositores. Algunos le votaron sus leyes, incluyendo la reforma previsional y el Presupuesto 2019, diseñado a medida del FMI. Otros actuaron para evitar la movilización. La burocracia sindical tiene una responsabilidad mayúscula. Primero acordaron la reforma laboral, y la criticaron cuando sus propias bases se rebelaron. En febrero, jugó el rol fundamental para descomprimir la presión social contra el gobierno, negociando salvar su propio pellejo por las corruptelas con las que se han enriquecido. Más recientemente, la CGT amagó con un paro nacional, para una fecha incierta posterior a la votación del Presupuesto, para después levantarlo por un irrisorio y dudoso bono de fin de año. Las CTAs tampoco se salvan: regularon y aislaron la luchas en los gremios estatales, y optaron por la procesión a Luján para vaciar la movilización contra el Presupuesto 2019. El gobierno se vio obligado mantener ayuda social y las direcciones actuaron para para evitar el estallido. Pero los problemas estructurales no se solucionaron y vamos a un año nuevo donde habrá nuevas manifestaciones de la crisis económico social.
La falta de alternativa. Si Macri zafó, no fue solo porque lo salvaron sus amigos. Se sintió la falta de un potente polo unitario de toda la izquierda que podría haber jugado un rol dirigente en las luchas que arrinconaron al gobierno este año y también haber ofrecido una salida en el terreno político. Con el nivel de bronca y movilización del pueblo trabajador, la defección de todas sus direcciones, la crisis sin precedentes de la burocracia sindical, y el peso importante que, aunque fragmentada, tiene la izquierda en el país, se podría haber erigido una dirección alternativa desde la izquierda que hubiera podido canalizar bronca popular contra un gobierno que tambaleaba. Pero la posición sectaria y electoralista del FIT, impidió explorar esta hipótesis. Solo uniendo a toda la izquierda, como venimos proponiendo desde el MST, se podría levantar una alternativa que millones de argentinos vean como opción creíble y viable. En el movimiento obrero, significaría la posibilidad de avanzar más en disputarle a la burocracia la dirección global de los conflictos y el movimiento obrero. El Plenario del Sindicalismo Combativo significó sin dudas un gran paso, pero todavía insuficiente. Y tampoco allí el FIT gravitó decisivamente, ya que el PTS se mantuvo al margen. En el plano político, la unidad de la izquierda significaría un hecho político de magnitud, que sería mucho más que la suma de sus partes, y entusiasmaría a miles y miles. Pero la cerrazón del FIT, empecinado en cuidar sus pocos cargos celosamente, es funcional a que el kirchnerismo deteriorado pueda seguir apareciendo como una alternativa posible a Macri. En las luchas, la unidad podría haber canalizado lo que el PJ intentaba vaciar, pero el FIT se ausentó o apareció con mínima fuerza a luchas claves, como las moviliza-ciones contra el Presupuesto, contra el G20, o antes contra el acuerdo de Macri y el FMI.
Zafó, por ahora. El gobierno de Macri se ha comprado algo de tiempo, pero los problemas que lo llevaron al borde no están resueltos. Se expresa en los indicadores económicos y sociales de crisis y su dinámica a expresarse con más fuerza en 2019. Macri resolvió con más y más deuda, una crisis económica que se sigue profundizando, y a lo largo de 2019 y 2020, cuando lleguen los vencimientos de esos préstamos, los fantasmas del default y las corridas del dólar volverán. El plan de Macri solo funcionaría con un salto en el ajuste y con la aplicación de las reformas reaccionarias que están pendientes, algo que el pueblo trabajador no está dispuesto a soportar. Se dirimirá en las calles, y el MST estará en primera línea. Por otro lado la crisis política tiene nuevos remezones: el fallo de la Corte contra la ANSES y el recorte de poderes a Carlos Rosenkrantz, hombre del macrismo. Vení con el MST. Posiblemente nos has conocido en las batallas de Congreso en diciembre, en los pañuelazos por el aborto legal, seguro y gratuito, en los actos y marchas contra el FMI, el G20 o el Presupuesto, en una actividad de solidaridad con Nicaragua o en alguna de las innumerables luchas de este 2018. A lo largo de este número de Alternativa Socialista, el último de 2018, graficamos las resoluciones y debates de nuestro Congreso reciente. Entre ellas el llamado a renovar y unir a toda la izquierda en las luchas y las próximas elecciones que van a darse durante todo el año. Levantando la candidatura de Cele Fierro al servicio de esa política. Si querés que demos juntos esta pelea, apoyar e impulsar las luchas contra este gobierno y su ajuste, pelear por una nueva dirección y un nuevo modelo sindical democrático, te invitamos a sumarte. Si querés construir una verdadera alternativa al PJ en todas sus variantes, si querés trabajar para unir a la izquierda para que sea una opción real por una Argentina y un mundo socialistas, te invitamos a sumarte a nuestro partido.