MST - Movimiento Socialista de los Trabajadores Lunes 27 de Agosto, actualizado hace 4 hs.

Juventud: acumulación política y perspectivas. Quemar el cielo si es preciso

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Quemar el cielo si es preciso

Las marcas de la juventud en esta etapa. Sobresale la desconfianza contra la institucionalidad conocida. Fuerte protagonismo de calle y vocación antisistema. Odio patronal, rebeldía feminista / disidente, simpatía internacionalista. Todo por ganar. Propuestas para una hoja de ruta militante.

En diversos artículos fuimos explicando el rol social y político de la juventud en general bajo el capitalismo actual. Por lo pronto, hay un dato excluyente: las tendencias del sistema a reforzar los recursos de explotación de fuerza de trabajo para recuperar rentabilidad impactan de forma directa sobre las capas juveniles en edad de estudiar y trabajar. En este punto se verifica una intersección inicial: el capital requiere precarizar las formas de trabajo, flexibilizar las reglas de explotación en el terreno de la producción; y en simultáneo, necesita transformar la educación en un campo de entrenamiento laboral rápido, eficiente y barato en términos de erogación estatal. Se trata entonces de un ciclo combinado:

*Erradicar leyes de protección laboral, en clave marxista sería: aumentar la plusvalía absoluta (alargamiento de la jornada) y la relativa (intensificación de ritmos de trabajo).

*Devaluar los contenidos de la formación educativa, para especializar trabajadorxs y a la vez, achicar la inversión de renta social destinada a ese fin.

Así, la simultaneidad de leyes de reforma laboral a escala mundial y la ofensiva sobre planes de estudio y presupuesto para educación, no es una casualidad: hace parte de la agenda internacional del capital en esta etapa para retomar tasas de ganancia como no logra desde la década de 1970. Esta hoja de ruta de agresión anti-juvenil del capitalismo provoca una reacción antagónica de toda esa capa social que se expresa desigualmente según se trate de universidades, colegios, profesorados o fábricas, donde la dictadura patronal y de la burocracia condiciona, aunque no impide la respuesta obrera. Estas serían las primeras claves para ubicar el debate.

Rebeldía en clave internacional

De 2008 en adelante con la nueva fase de la crisis capitalista, una nueva generación activista irrumpió con un protagonismo destacado. En la Primavera Árabe, en los Indignados de España, en el movimiento Occupy Wall Street, en la juventud de Chile por la educación pública, en las tomas de colegios y facultades en Paraguay, en la rebelión contra Ortega-Murillo en Nicaragua, en la increíble huelga educativa de Colombia de más de 3 meses, o en las oleadas de rebelión en Francia, últimamente incluso, como parte del movimiento de los Chalecos Amarillos. Se trata de una generación que a escala internacional reacciona contra el recorte de futuro por parte del sistema, es una juventud informada, socializada, “nativa digital” y odiosa de toda la superestructura política del statu quo: impugna partidos tradicionales, burócratas y mandamases del régimen. Incorporó muy fuerte en el último tramo de este período la agenda antipatriarcal, feminista / disidente, contra toda la heteronormatividad burguesa. Enfrenta el aparato de represión estatal a fondo, sin ceder. Quiere decidir, empoderarse, cuestiona todo, porque todas las autoridades están en cuestión. Es la generación que tiene que asumir el desafío de construir puentes hacia adelante, donde había muros de burocracias y capital.

Antídotos contra el escepticismo

El tiempo en política no es lineal: tiene avances y retrocesos, cambios de ritmos, ralentizaciones y aceleraciones abruptas. Todo el siglo XX y lo que llevamos del XXI completaron ciclos: el del experimento burocrático de la ex URSS, el del capitalismo como fin de la historia, el de los bipartidismos trabajosamente construidos por décadas por la burguesía. Ahora, sobre esos escombros, hay una oportunidad de recomienzo, de reinicio, de retomar lo mejor del acumulado como experiencia histórica. La polarización social y política que caracteriza esta etapa de la lucha de clases mundial, es síntoma de agudización de todas las contradicciones. Expresa que se licúan todas las mediaciones ambiguas, confusas. La falsa ideología que dictaminaba la caducidad de “izquierda y derecha” como categorías superadas, revela toda su inconsistencia ante Bolsonaro o Trump. Se normaliza el proceso de revolución permanente. El capital no tiene márgenes para dar concesiones y “dar algo a cambio de no perder todo”. La crisis crónica es “a todo o nada”. Por eso, contra los militantes del “no se puede”, de “se viene la derecha”, de los profetas del repliegue resignado y conservador, nuestra hipótesis estratégica es otra: las necesidades de la burguesía de aumentar y disputar plusvalía, tensiona la lucha de clases y actúa como fábrica de crisis, guerras y revoluciones. Hay una rivalidad que se desenvuelve con final abierto. Todavía sin hegemonía definida. En esas disputas la juventud va a seguir probándose, tonificando su musculatura política y dando nuevos dirigentes naturales. La clave de nuestra orientación política es intervenir en los procesos más avanzados de la juventud y reclutar para una estrategia anticapitalista, feminista y socialista lo mejor de ese activismo. Y hacer una sólida acumulación de cuadros para la revolución, de profesionales de la reorganización sistémica de la sociedad. Contra los patrones y sus partidos, contra todas las burocracias, contra la versión del “no se puede” que termina en los amontonamientos anti-neoliberales que terminan gestionando el capital. E impugnando la variante del escepticismo en clave sectaria, de autopreservación testimonial. Nuestro planteo es activar, construir partido militante y llegar con el mayor volumen político posible a las próximas abruptas aceleraciones del tiempo político: las revoluciones, las intervenciones independientes de las masas, multitudinarias, esporádicas y potentes.

Internacionalismo militante, feminismo socialista y clase obrera

Como resumen las notas centrales, el fin de semana pasado se completó el XI Congreso Nacional del MST. Ese evento deliberó y definió orientación para construir nuestra juventud como una de las prioridades del próximo período. Reafirmó a fondo la necesidad de construir una fuerte juventud internacionalista, politizada alrededor de los principales procesos de la lucha de clases mundial, como portadores de campañas militantes en las aulas. Como lo hicimos con Cataluña, Nicaragua o contra Bolsonaro, reforzar todo el compromiso con esa tarea clave: ser la juventud de izquierda identificada en primer lugar por su actividad internacionalista. En el mismo sentido, y ante la continuidad de la ola feminista / disidente de la que fuimos con nuestro colectivo Juntas y a la Izquierda la corriente más dinámica, dar en ese movimiento heterogéneo una lucha ideológica por un programa feminista radical, socialista y de alianza estratégica con la clase obrera como sujeto central de la lucha contra el capital y consecuentemente contra el patriarcado. Y en paralelo, votamos con total convencimiento fortalecer el vuelco a las luchas de nuestra clase, el trabajo político sobre sus barrios y el llevar las principales luchas a universidades, colegios y profesorados. Definido el mapa electoral, vamos a dar la lucha en ese campo, con nuestra programa de fondo, de ruptura, antisistémico y llevando la pre-candidatura de Cele Fierro al estudiantado como vocera de nuestras causas, de nuestros sueños. Tenemos por delante el objetivo de lograr un crecimiento cualitativo de nuestras fuerzas en el estudiantado universitario, terciario y en el rebelde movimiento secundario. Con esta brújula en política y tareas, nos preparamos para un 2019 de más JS protagonista y avanzando en la conducción de Centros de Estudiantes como en Medicina de la UBA, en federaciones como en la FUBA y ganando posiciones de fuerza en todo el país. Para un salto en el reclutamiento de cientos de nuevxs apasionadxs de la revolución. Y si es preciso, quemar el cielo.

Mariano Rosa