Aniversario de la muerte de Nahuel Moreno “Que la clase obrera se autodetermine, sea democrática y tome el poder”

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Hace 32 años, un 25 de enero de 1987 fallecía Hugo Bressano, tal su nombre real, fundador y dirigente histórico de nuestra corriente. No hacemos ningún culto a la personalidad, le rendimos homenaje por su trayectoria revolucionaria y su legado teórico y político.

Moreno fue uno de los cuadros que luego del asesinato de Trotsky continuaron su obra, peleando por construir una dirección revolucionaria mundial para terminar con la explotación capitalista y construir el socialismo con democracia obrera. Su legado incluye valiosos aportes teórico-políticos y la construcción de partidos trotskistas en distintos países del mundo, fundamentalmente en Latinoamérica, donde su figura está presente en miles de cuadros y dirigentes que participan de las principales luchas que enfrentan a los gobiernos capitalistas y al imperialismo.
Entre sus enseñanzas se destacan el internacionalismo militante, la lucha contra el dogmatismo y la búsqueda permanente de tácticas con el fin de aprovechar las oportunidades que brinda la realidad para que el trotskismo empalme con el movimiento de masas. Uno de los principales aoprtes y méritos de Moreno es el de haber ligado al trotskismo a la clase obrera.

En la clase obrera

A principios de la década del 40 del siglo pasado el trotskismo argentino consistía en diversos grupos que centraban su actividad en largos debates teóricos en los cafés porteños. Nahuel Moreno se incorporó a uno de esos grupos a los 15 años y rápidamente comprendió que el trotskismo debía ligarse a la clase obrera como la única base de clase posible para que un partido obrero revolucionario se construyese y pudiese avanzar en su estrategia. En 1943 con un pequeño grupo de compañeras y compañeros organizó el GOM (Grupo Obrero Marxista) en cuyo documento fundacional se destacaba: “Nos empalmaremos en el movimiento obrero, acercándonos y penetrando en las organizaciones donde este se encuentre, para intervenir en todos los conflictos de clase”. Con esta hoja de ruta el grupo se volcó a apoyar la huelga del frigorífico Anglo- Ciabasa, una de las fábricas más importantes del país y se instaló en Villa Pobladora, corazón del cordón industrial de Bs. As. A partir de ese paso, la corriente morenista participó de los procesos principales de la lucha del movimiento obrero, dirigió comisiones internas y participó de la fundación de sindicatos como la Asociación Obrera Textil, construyendo la propia organización al calor de esas experiencias.
En todos los partidos que ayudó a construir en diferentes países Moreno siempre insistió con ligarse y ser parte de las luchas de la clase obrera, aprendiendo de ella y formando en esas batallas a los cuadros y dirigentes, siendo ésta una característica principal del “morenismo”

La clase obrera como vanguardia revolucionaria

En distintos momentos de la historia fueron otros los sectores que estuvieron a la vanguardia de las luchas y esto hizo que surgieran distintas teorías y debates sobre la centralidad de la clase trabajadora como sujeto social revolucionario. Desde la “desaparición de la clase obrera” hasta su “aristocratización” o “aburguesamiento” fueron puestos como argumento para buscar otros sujetos revolucionarios. El campesinado, las nacionalidades oprimidas, los movimientos anti racistas, la sociedad civil, el movimiento feminista, etc.
Moreno no tuvo ningún sectarismo con esos movimientos, por el contrario, instó a los partidos a intervenir en ellos, como en la revolución campesina del Cuzco en la década del 60 o en la revolución nicaragüense de fines de los 70 y a partir de estas experiencias fue enriqueciendo la propia teoría del partido. Sin embargo estaba convencido que la derrota del imperialismo y su reemplazo por una nueva sociedad sin explotados ni explotadores estaba ligado a que la clase trabajadora acaudillara a todos los sectores oprimidos. No había dogmatismo en este convencimiento, sino que correspondía a las relaciones sociales que desarrolla el sistema capitalista, a la posibilidad de derrotarlo y a las características de la nueva sociedad a construir. Por el rol que ocupa en la producción, por su carácter internacional, por carecer de los medios de producción y distribución y no poseer más que su fuerza de trabajo, es la única clase cuya alternativa social, el socialismo, solo es viable si es colectiva, social, y al liberarse de las cadenas de la explotación, puede liberar al conjunto de la sociedad del dominio burgués.
Justamente porque no fue la clase obrera el sujeto social, las revoluciones de la posguerra no avanzaron en su extensión internacional, ni en la democracia obrera, ni en derrota al capitalismo imperialista. Por eso más allá de la intervención en distintos procesos, siempre su centro fue construir el partido en la clase trabajadora.

Confianza en la clase

Moreno tenía plena confianza en que la clase obrera iba a pelear contra las consecuencias que la crisis capitalista desata sobre sus condiciones de vida y que en esas peleas estaba la base para construir una dirección revolucionaria derrotando a la burocracia sindical y a las direcciones reformistas. Y en esa confianza, que no es una fe religiosa sino una caracterización de la realidad, nos formó e intentamos seguir formando a los nuevos compañeros y compañeras que se acercan a la lucha por una transformación social radical.
Unos años antes de morir decía: “Debemos meternos en la cabeza que nuestra política va dirigida a convencer a la clase obrera de que debe autodeterminarse, ser democrática y tomar el poder a través de la revolución de las masas trabajadoras, dirigidas por ella. Caso contrario no llegaremos a la sociedad a la que aspiramos. Entonces, como científicos que somos, tendremos que decir que fracasamos, porque la clase en la cual nos apoyamos se demostró históricamente incapaz de tomar en sus manos el destino de la humanidad, incapaz de autodeterminarse, movilizarse e imponer el gobierno de la democracia obrera.” Y al mismo tiempo afirmaba que “ esto tiene que ver con el problema de la dirección. Y para este problema también hay dos respuestas: uno, es imposible cambiarla; y otro hay posibilidad de cambiarla. Y si hay posibilidad de cambiarla hay que luchar bárbaramente por hacer un partido que lo logre. “

Luchar con rabia para triunfar…

Hoy el capitalismo está en una crisis que tiende a profundizarse, que alimenta el surgimiento de gobiernos de derecha que alientan la barbarie. Pero al mismo tiempo el movimiento de masas responde con una gran demostración de fuerza, las direcciones tradicionales del movimiento obrero están en una crisis sin precedentes, el “posibilismo” reformista muestra todas sus limitaciones y comienzan a salir a la batalla los trabajadores y trabajadoras de Europa y EEUU. Por eso, sabiendo que es una lucha abierta y que como tal se puede ganar o perder, confiamos en el futuro socialista de la humanidad y peleamos por él con el mismo optimismo y compromiso que nos inculcó el viejo Nahuel. Porque como él decía…“el resultado depende de la lucha de clases, en la cual estamos inmersos. Y que, entonces, lo indispensable es luchar, luchar con rabia para triunfar. Porque podemos triunfar. No hay ningún Dios que haya establecido que no podemos hacerlo”

Emilio Poliak

 


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