El capitalismo despliega su faceta más decadente y agresiva en la actualidad. Es patriarcal, depredatorio de la naturaleza, represor y anti-juvenil. Ensañadamente anti-juvenil. En Argentina esas exacerbaciones chocan con una porfiada resistencia. Y acumulan una gigantesca conciencia de revancha. Nuestra obsesión se orienta a organizarla. Es nuestro propósito militante.
El internacionalismo es la concepción política que asume el mundo como totalidad contradictoria. Esa perspectiva identifica en el análisis político tendencias planetarias que no se repiten de forma calcada en cada país, pero que en todo caso se reflejan como particularidad nacional. Pero conectada con esa totalidad que es la situación mundial y la lucha de clases. Por ejemplo, hoy constatamos que el mundo está atravesado de una intensa polarización social y política, que marca un nuevo ciclo. Los extremos se potencian como síntoma de revolución. Quiero decir: el fracaso del capital que expropia derechos a las masas (o lo intenta), recibe respuestas de lucha que licúan proyectos políticos moderados a izquierda y derecha. Así se hunden las salidas intermedias. Los llamados progresismos, describen un corrimiento a derecha que es categórico. Sucede con los PT en Brasil o el kirchnerismo en Argentina. Ahora en una especie de “segunda temporada” se proponen gestionar el capitalismo otra vez y para eso, no se cansan de hacer promesas de lealtad y confiabilidad al FMI; mientras a las masas que odian y enfrentan los planes de ajuste, les transmiten la ideología resignada de “lo único posible” o “el mal menor”. Ese panorama, que para Argentina implica que los que mandan tuvieron un temporal triunfo táctico en llegar en pie al 2019 frenando o desviando las luchas masivas, a la vez posterga multiplicadas por mil contradicciones sociales que se van desenvolver en las calles gane quien en gane en votos. Nuestra estrategia entonces no se agota en la coyuntura de los próximos meses y apunta a una perspectiva donde todo va a volver a quedar en cuestión.
Nuestras razones
El capital y sus representantes políticos, sindicales, estudiantiles y mediáticos gestionan conflictivamente un sistema que confisca, expropia, violenta derechos.
Mercantiliza la educación: tendiendo a su privatización y estandarización. Es la lógica low cost aplicada a universidades, colegios y profesorados. Su objetivo es liberar fondos públicos para alimentar el circuito de la especulación financiera con la deuda externa, abrir nichos de negocio privado y achatar la formación, haciendo profesionales unidimensionales.
Intensifica el patriarcado: porque en su lógica requiere más economía de doble opresión y trabajo gratuito. Y la ideología que cristalice esa subordinación de las mujeres y la disidencia. Luchamos contra esa agresión sistémica.
El capital requiere bajar costos de producción: para eso precariza, sub-contrata, super-explota. La juventud es el sector más violentado de esa dinámica. Luchamos por dar vuelta esa realidad.
No es el clima, es el sistema: la dinámica contaminante es destructiva, de peligrosa e irreversible perspectiva y urgente. Organizarnos para enfrentarlo, también es nuestra causa.
De conjunto, no se trata de reparar problemas contingentes de un sistema virtuoso con “algunas dificultades”. Nuestra estrategia consiste en desmantelar y rehacer sobre nuevas bases todo: la economía, la educación, la política, la relación con la naturaleza y entre las personas. Salir de las razones del capital: el beneficio privado, la ganancia sostenida del 1%. Por lo tanto, luchar por nuestras razones y nuestras causas, implica romper con el capital que las confisca y anula. No se trata de una elección antojadiza, de un debate rebuscado. Es un desafío concreto que desprende la realidad.
Se puede, no se puede, cómo se puede
En Argentina el campo del anti-macrismo es abrumadoramente mayoritario en la juventud. Se trata del principal adversario político y social de esa franja social, del movimiento de mujeres, la disidencia y la clase obrera. Sin embargo, decir que Macri es “el” problema, es una verdad a medias, por lo tanto incompleta. Y definir una estrategia política en base a una media verdad, es la profecía autocumplible del fracaso asegurado. Por eso, se trata de definir una orientación que represente los intereses del 99% que no es burgués, que no es capitalista. Por eso, cuestionamos, polemizamos e impugnamos la línea de “unir en política todo lo que no sea macrista, para ganar ahora en votos, y después vemos”. Esa ideología encubre una trampa: transferir el poder, en los marcos del capitalismo de una fracción burguesa a otra. Por eso, la orientación del kirchnerismo de unir todo en un frente político, disolver las fronteras de “pañuelos”, amontonar burócratas, políticos de casta y todo bicho que camina, prepara una nueva desilusión. Este debate es clave: para definir donde concentramos energía militante y al servicio de qué proyecto estratégico sin capitalistas, anti-derechos, burócratas, ni represores.
Nuestro programa, nuestra plataforma
Militamos en defensa de causas, luchamos por derechos que los que mandan cuestionan.
Educación para la libertad y revolucionar lo que haga falta: primero, lo levantamos como derecho básico. Y entonces, invertir la lógica actual en materia de presupuesto. No destinar lo que sobra después de pagarle al FMI, garantizar renta financiera a los bancos y subsidios a los patrones. No, lo opuesto. En base al debate democrático de estudiantes y docentes, definir qué presupuesto hace falta. Y garantizarlo. Reorientar todos los contenidos a todo nivel: fomentar la crítica, el pensamiento propio, la perspectiva de género y la conexión práctica con la clase obrera. Resumidamente: educación como palanca auxiliar de transformación social.
Desmantelar capitalismo y patriarcado: expropiar a los expropiadores, es decir, a los patrones explotadores de la clase obrera y socializar las tareas de cuidado hoy impuestas a las mujeres y gratis, es el primer paso obligado para abolir el patriarcado. Por eso, luchamos por todos los derechos de empoderamiento de mujeres y disidencia, en los marcos del capital (aborto legal, igualdad laboral, Estado Laico, ESI) pero conscientes de los desafíos de largo aliento, de estrategia pos-capitalista.
Precarización cero, en el Estado y los privados: luchamos por el pase a planta de todos los precarizados estatales (mayoría de jóvenes, y mujeres) y blanqueo con salario equivalente al costo de vida y jornada de 6 hs en los privados. Y a la vez, patrón que no cumple, se lo expropia y se pone a producir bajo control obrero.
En otro artículo de esta prensa explicamos nuestras propuestas socioambientales y recurrentemente nuestro planteo de democracia del 99 %, de la clase obrera y la mayoría social. Es decir: tenemos un programa completo que puede asegurar duraderamente derechos, pero que no tiene condiciones de coexistir con el capital.
Construir proyecto para dar vuelta (revolucionar) todo
Marx decía que ninguna clase social entrega el poder sin resistir, luchar y hacer lo posible por retenerlo. Más todavía, como pasa con la burguesía que tiene todo para perder. Antagónicamente, la clase obrera y la juventud, no perdemos nada y tenemos todo para ganar. Pero en política revolucionaria son claves la pasión, la entrega y el compromiso, junto con el cálculo, la eficiencia y la organización. Enfrentamos una minoría de poder concentrado. Para echarla, hay que concentrar los golpes de masas y esa requiere dirección política. Para desalojarlos primero, y derrotar toda resistencia, y después para gobernar y reorganizar todo sobre nuevos parámetros, más todavía se necesita organización, herramienta especializada. Nuestra militancia, por las luchas y causas que describimos más arriba, se resume en la construcción de un partido revolucionario como el MST que hace parte de una organización internacional, hoy Anticapitalistas en Red en proceso de impulso de un nuevo y superior proyecto con otras organizaciones revolucionarias de 20 países. Esa herramienta necesaria, activa en la realidad en base a líneas de acción elaboradas de forma colectiva, democrática y aplicadas de forma unitaria y coordinada. Se autofinancia para ser independiente, de Estado y patrones. Se asienta en la cohesión que da la confianza política de una estrategia común y una moral sin las hipocresías de la burguesía, y con la firmeza de luchar por una revolución que empiece a dar vuelta todo, en serio, de verdad. Cambiar las cosas, revolucionar lo que haga falta no es una tarea de pocos y pocas, sino de muchos y muchas, apasionados y comprometidos. Vale la pena intentarlo. Porque la resignación es la ideología de los derrotados, es la trampa del escepticismo.
Mariano Rosa