La fundamentación que ensayan distintos sectores es al servicio de lograr convencer a la mayoría que hay dos campos en disputa, uno reaccionario otro «progresivo», y entonces tenemos que elegir por uno de ellos, el mal menor. Esos argumentos y armados políticos que se van consolidando no son ni actuales, ni exclusivo de nuestro país. Veamos.
En la historia, bajo la concepción campista se propusieron frentes con la burguesía liberal para derrotar al zarismo. Contra el fascismo, la política que impulsó el stalinismo fueron los frentes populares con los partidos patronales. Siempre imponiendo a las organizaciones de nuestra clase y a la izquierda olvidar las contradicciones históricas, de clase, para asimilarse al campo más progresista para enfrentar al más reaccionario, ambos patronales. Es lo que están intentando hacer en Brasil con el frente anti- Bolsonaro, donde se plantea que confluya desde el PT, hasta las corrientes de izquierda que han sido oposición al PT y su política pro- capitalista durante todos sus mandatos. En la actualidad, los «progresismos» que gobernaron durante el periodo anterior, no rompieron con los límites del sistema capitalista, desilusionaron a un amplio sector de la población y abrieron la puerta a gobiernos más reaccionarios, hoy llaman a hacer la unidad para sacarlos, pero sin sacar los pies del plato de este sistema, volviendo a usar la vieja y falsa idea del capitalismo humanizado. El kirchnerismo y los sectores de la «izquierda popular» toman esta argumentación y plantean: Macri es la mayor contradicción, es el campo más reaccionario, entonces hay que unirse para sacarlo; en segundo plano está el programa para gobernar, lo sacamos, después vemos.
La idea de estas líneas no es para confrontar con quien ya decidió, sin ningún tipo de cuestionamiento, que la mejor opción es un frente con burócratas, antiderechos, votadores seriales de las leyes macristas, fieles a la embajada yanqui y amigos del Papa, con este espacio no hay debate. Pero sí nos interesa poder discutir con quienes no aguantan más la política de hambre, endeudamiento, ajuste y saqueo de este gobierno, que estuvieron en las calles luchando contra todas estas medidas y ven al frente F-F como el mal menor para terminar con el gobierno de Cambiemos, aunque tienen dudas. En esas dudas radica la posibilidad de discutir a fondo cuál es el camino que proponen, el proyecto económico, político, impositivo, de género, en definitiva el proyecto de país.
No hay salida a la crisis de nuestro país sin patear el tablero del sistema
Ningún proyecto que se presente como progresista, si sigue atado al FMI, a garantizar las ganancias a los bancos y las corporaciones, podrá cumplir con su premisa de «no hacer pagar la deuda con el sacrificio del pueblo», porque los intereses del sistema capitalista son incompatibles con nuestros derechos básicos. Es por esto, que en el marco de la crisis capitalista mundial y las relaciones de producción actuales basadas en la explotación de la clase trabajadora, ningún malmenorismo en una salida verdaderamente positiva para las mayorías. Ejemplo de esto es la opinión de sectores de la burguesía como el economista Guillermo Calvo que declaró que «De repente Cristina es lo mejor que le puede pasar al país, curiosamente. Porque va a aplicar el ajuste con apoyo popular, culpando al gobernante previo».
Solo desde la izquierda planteamos dar vuelta las prioridades, llevando propuestas de fondo anticapitalistas que son las únicas que pueden garantizar los derechos de las y los trabajadores, la juventud, los derechos de género, sociambientales. Porque hay que tocar los intereses de una minoría que saca ganancias apropiándose de nuestro trabajo. Es por esto que para terminar con la timba financiera y fuga de capitales y que esa plata quede en nuestro país, hace falta nacionalizar la banca, que pase a control del Estado, donde se decida según las necesidades de la mayoría a dónde destinar ese dinero. Tener hospitales y escuelas en condiciones, salarios dignos, puestos de trabajo genuinos, van de la mano de destinar la plata que hoy se va en pagar la deuda externa y avanzando en prohibir por ley los despidos y suspensiones, estatizar bajo control de sus trabajadores, reducir la jornada laboral.
Si no rompemos con el FMI y dejamos de pagar, quien prometa esto está mintiendo, porque no va haber plata para mayores presupuestos para salud y educación pública, sino que van a querer avanzar con las reformas que son de mayor flexibilización laboral. El derecho al aborto, la implementación efectiva de la ESI, la separación definitiva del Estado con la Iglesia, el fin de la brecha salarial y la opresión patriarcal solo lo tendremos sin unidad antiderechos. Avanzando con cada medida en romper los límites de este sistema explotador y comenzando a cimentar los de una sociedad socialista.
El cuento del malmenorismo es para los escépticos, para quienes luchamos por nuestro presente y futuro, la salida es por izquierda, y nos rebelamos contra el no se puede, solo faltás vos para dar vuelta todo.
Cele Fierro