El triunfo de Larreta quedó totalmente eclipsado por la envergadura de la derrota nacional. Asimismo, la elección en CABA reflejó, distorsionadamente, la polarización social. Como en todo el país la principal ruptura política es la situación económica. Este descontento lo capitaliza electoralmente una figura poco conocida. Por lo tanto, la perspectiva política en CABA está imbricada a la evolución general más que otras veces.
Las felicitaciones de Macri a Larreta tras su reconocimiento de la derrota fue el premio consuelo de un desestabilizante resultado. Y esto es así, porque independientemente de que en términos porcentuales se puede decir que Larreta mantuvo su performance y se consolida como gobernador de la Ciudad, todos sabemos que la política no es matemática y menos aún en medio de una crisis política.
Sin embargo, es importante a partir de los datos arrojados en las primarias ahondar en ciertas hipótesis y conclusiones para poder orientar nuestras acciones y tareas para el próximo período.
La CABA refleja, también, que el clivaje económico es el principal
Las Ciencias Sociales han desarrollado la categoría de los clivajes (o rupturas). Éstos son los ejes de discusión por los cuales se forman las simpatías y agrupamientos políticos. En las últimas décadas importantes escritores sociales, montados en procesos reales, han desarrollado teorías posmodernistas que pretenden quitarle importancia al eje de ruptura social entre capitalistas y trabajadores (o como lo llaman ellos el eje capital/trabajo). De esta manera, sugieren que la principal ruptura social ya no es la económica sino las raciales, religiosas, de género, generacionales, etc. Y con estas afirmaciones pretenden debilitar a la teoría marxista, y por ende, alejar a los trabajadores del programa revolucionario.
Sin embargo, la Ciudad, al igual que nacionalmente, muestra cómo la situación económica es la que delineó esta elección.
Si bien, a simple vista, Larreta mantiene su caudal porcentual con respecto a la elección anterior, una visión un poco más a fondo demuestra que la cosa no es tan así:
1) En la elección pasada Lousteau compitió como ECO y terminó siendo la segunda fuerza electoral de la CABA en aquél 2015. En esta elección iba en las listas de Cambiemos. Es decir, que su desaparición como fuerza política por fuera de Cambiemos obró como un contenedor del voto pero no logró trasladarle su peso electoral.
2) El oficialismo perdió una importante cantidad de votos en las comunas del sur de la Ciudad, quedando como segunda fuerza política en las mismas. Fue categórico cómo en las comunas con mayor composición trabajadora Cambiemos se derrumbó.
3) Larreta compensó la caída en el sur con más votos de las comunas del norte (las más ricas de la Ciudad) que además son las que más crecieron comparativamente en cantidad global de votantes.
A estas consideraciones hay que agregarle cuestiones de carácter estructural:
I) El hecho de que CABA es la ciudad más rica del país, con un PBI per cápita equivalente a una ciudad europea.
II) Los sectores proletarizados de la ciudad sufrieron un desplazamiento por el aumento del costo de vida porteño (fundamentalmente vivienda) desde la misma hacia el conurbano.
III) Que la crisis económica, la pérdida de puestos de trabajo y la depreciación salarial se va desarrollando desde la periferia hacia el centro. Tarda un poco más en llegar.
Es decir, mientras sectores populares son desplazados al Gran Buenos Aires, a los sectores medios la crisis económica les llega pero aún sin ahogar y la burguesía del país vive en fundamentalmente en el norte de la ciudad. Así y todo, el oficialismo sólo pudo retener un porcentaje electoral en esta primera vuelta lo que significa que la victoria además de eclipsada tiene un claro sabor de riesgo.
El voto castigo encontró en un desconocido su catalizador
El otro dato importante de la elección es que un candidato desconocido logra hacer una elección histórica en la CABA para el peronismo. La explicación más plausible de este fenómeno es que el electorado tenía claro lo que no quería y encontró en la lista de FF la posibilidad de manifestar su rechazo a la política de ajuste, al FMI y a Macri que se ha convertido en su personificación.
El voto a la izquierda se concentró más en el centro de la Ciudad, logrando retener caudal electoral respecto de la elección anterior esencialmente. Con una concentración en el voto a la izquierda que se une (FIT-U: 4,7% a diputados) y un retroceso para Zamora y su herido AyL.
Perspectiva porteña en clave nacional
Hacia adelante la clave es la situación económica y su impacto sobre los sectores medios capitalinos que van acumulando contradicciones para radicalizarse nuevamente. El ritmo que tome dicho impacto condicionará el desarrollo de la crisis política del país. Tenemos como punto de referencia las jornadas del 14 y 18 de diciembre de 2017 cuando empezó la primera ruptura fuerte de los sectores medios con el gobierno. Quizás se acerque un fenómeno similar, que desde el MST en el FIT Unidad trataremos de darle expresión política en esta unidad de la izquierda.
Fuerte retroceso político de Zamora y AyL
En esta elección se termina de consolidar una tendencia regresiva para la fuerza política que tantas expectativas hubo generado sobre el electorado capitalino. Allá por el 2001 previa a la debacle y la huida por helicóptero del difunto De la Rúa surgía Autodeterminación y Libertad. Fundada por Luis Zamora (reconocida figura política del viejo MAS) Utilizó el prestigio logrado por aquella organización que lo había catapultado a diputado nacional. Su fama de persona honesta que no se enriquecía con la política y «seguía vijando en subte y vendiendo libros» le valió para capitalizar el descontento popular con la vieja política. El proceso del 2001 lo elevó aún más, pero en ese mismo momento su negativa a presentarse como candidato a presidente en las elecciones del 2003 -adelantadas tras la crisis política que desató el asesinato de Kosteki y Santillán bajo el gobierno de Duhalde (siendo Alberto Fernández secretario de la presidencia, todo hay que decirlo)- demostraba las cortas miras de este proyecto personalista. Tras esa defección a las tareas políticas de aquel momento, su electorado le fue retirando el apoyo paulatinamente.
En esta elección ni siquiera pasa las paso en las categorías que se presentó salvo en la de diputado nacional, por muy poco margen y sin ninguna perspectiva.
Esta dinámica y su ritmo demuestra una doble conclusión. Por un lado, que siendo la casta política del sistema tan putrefacta, algo distinto genera un contraste valorado. Por otro, que la coherencia es necesario, pero no suficiente: su «coherencia» en rechazar la unidad de la izquierda, la falta de organización para intervenir en las luchas y su reducción al ámbito porteño diseminan las expectativas y terminan diluyendo el prestigio político.
César Latorre