Macri, dormir. Cuando explotaron los números en todas las pantallas se terminó de entender su decisión de hablar antes de saber algún dato oficial. La magnitud de la derrota superó toda encuesta. La onda expansiva arrasó a Vidal, Cornejo (Mendoza) y Morales (Jujuy). En Buenos Aires perdieron todos los municipios que ganaron en 2015. Salvo Córdoba y CABA, donde Larreta no la tiene asegurada, el gobierno perdió en todo el país. Hubo un gigantesco voto castigo. Más del 68% votó contra el gobierno macrista y su ajuste.
El impacto golpea más allá. El 11A quedó en la lona un gobierno neoliberal. Su proyecto estratégico de normalización capitalista se pulverizó en poco más de tres años. El golpe llega a toda la derecha continental, con eje en Trump y Bolsonaro, que no ganaron por un giro de masas a derecha sino por capitalizar el fracaso de los gobiernos previos falsamente progresistas o de centroizquierda. Macri es agente directo del imperialismo, que buscó reinstalar las “relaciones carnales”, entregar más al país vía la deuda, los acuerdos de libre comercio, transferir recursos hacia los sectores concentrados, privatizar lo que no lo estaba y avanzar en reformas retrógradas (laboral y previsional) para aumentar la explotación y las políticas de corte represivo. Pese al apoyo del establishment, fracasó por completo.
La derrota no empezó el 11. La lucha obrera, popular, juvenil, feminista y disidente le impidió a Macri avanzar como necesitaba con su ajuste. Las luchas antitarifazos de 2016, la derrota del 2×1, las marchas y algunos paros arrancados a la burocracia sindical y sobre todo las jornadas de diciembre de 2017 lo pusieron contra las cuerdas y lo obligaron a cajonear la reforma laboral. Si no fue derrotado antes y pudo llegar hasta acá fue por la complicidad del PJ que le votó las leyes, de la CGT que transó siempre y de las demás cúpulas burocráticas que aislaron las luchas y así dejaron pasar los despidos y bajos salarios. Gracias a ellos, Macri no se tuvo que tomar el helicóptero y llegó a las elecciones.
Frente de Todos: victoria contradictoria. El rejunte del PJ, Massa, los gobernadores conservadores y el FPV, con los Fernández al frente, capitalizó más voto castigo que por convicción. Con el argumento de la unidad contra Macri, colaboró con la gobernabilidad. Alberto mostró su perfil moderado, de buena letra con “los mercados” y el FMI. Más allá de algunas diferencias de estilo y grado con el macrismo, su proyecto también incluye ajuste y reformas antiderechos. En ese sentido, las expectativas de sus votantes se chocarán frente a un gobierno peronista que en nada se parecerá al kirchnerismo original. Néstor y CFK tuvieron un viento de cola del que Alberto no va a gozar: su agenda incluye pago al FMI, moderación, relación con Trump y acuerdo Mercosur-Unión Europea. Por eso se abrirán conflictos con un movimiento obrero, feminista y juvenil que no quiere seguir viviendo como hasta ahora y va por más.
Paliza, corrida y después… La “transición” pinta más que compleja y tiene final abierto. A la paliza de votos le siguió la corrida que licuó casi un 30% los salarios y jubilaciones. El dólar arañó los $60 y quedamos segundos en el ránking mundial del riesgo país. El gobierno huye hacia adelante. Los economistas del sistema imploran por “calmar a los mercados”. Carrió pide alguna baja en Ganancias y algo para las pymes, pero nada para el pueblo trabajador. Alberto, que ya hablaba de devaluar, deja que Macri haga parte del trabajo sucio y le aliviane su futura gestión. Dijo que quisiera a Lavagna en Economía, que no habrá doble indemnización por despido y que va a ser “el primer defensor para que Macri termine su mandato el 10 de diciembre”. Daer dijo que no es momento de paros. Y la CTA-T llama a rueda de prensa para anunciar inciertas acciones. Una vez más, frenan los reclamos y ayudan a Macri a seguir en la Rosada.
Hay otra salida. La crisis tiene un final abierto, octubre queda lejos y diciembre mucho más. Macri está deslegitimado y se tiene que ir ahora. Por eso proponemos adelantar las elecciones pero que sean a una Constituyente para que el pueblo decida las medidas a tomar. Y un programa de emergencia obrero y popular. El FIT-Unidad que integramos quedó instalado como cuarta fuerza política nacional. Desde esa ubicación reclamamos el paro nacional con movilización y le estamos proponiendo a las fuerzas con las que integramos dicho frente un plan de acción para plantear una salida a la crisis por izquierda, una salida antiimperialista y anticapitalista.