Alberto Fernández se calza las ropas presidenciales. Giras internacionales, reuniones con la UIA, burócratas sindicales, banqueros y empresarios. A medida que se acerca al gobierno y se delinean sus orientaciones generales, va quedando atrás el barniz progresista. En su lugar emergen los contornos de una propuesta opuesta a los intereses de las mayorías sociales.
Luego de su holgado triunfo en las PASO, el programa de gobierno de Alberto Fernández fue quedando cada vez más claro. Repasar sus definiciones en algunos temas claves resulta fundamental para comprender su orientación general. Sus declaraciones en cuanto a la deuda externa y la relación con el FMI, a sus políticas para la clase trabajadora, al modelo productivo y energético, y en materia de derechos reproductivos revelan un perfil lejano a los amagues progresistas.
Deuda externa
Tanto Alberto Fernández como otros voceros de su frente han criticado la política de endeudamiento impulsada por el gobierno de Macri. Después de las PASO, sin embargo, han buscado sembrar tranquilidad en el mundo financiero declarando su total compromiso con la continuidad del pago de esta.
Aunque a su compromiso de pago le agreguen que no será «con el hambre del pueblo» sino con «crecimiento», los caminos concretos que postulan para avanzar en este sentido distan mucho de esta utópica formulación. La salida a «la uruguaya», citada recientemente, es una clara muestra porque implica una renegociación para llegar a un acuerdo voluntario entre las partes sobre los plazos de pago, sin reducción del monto total de la deuda. Es decir pagar todo estirando los plazos. Se trata de algo similar al «reperfilamiento» macrista, aunque de mayor envergadura.
¿Se evita el ajuste con la salida «uruguaya»? De ninguna manera. Lo que se busca centralmente es evitar el default. Para cumplir con la deuda «renegociada», Uruguay aplicó un impuesto del 10% a todos los salarios de trabajadores del sector público y privado, y a puro recorte del gasto redujo el déficit fiscal del 3,2% del PBI al 0,62% entre los años 2003 y 2005. Lo mismo podemos decir, del camino de Ucrania o Portugal a los cuales se hace referencia. En todos los casos se paga y con ajuste.
Trabajo y salarios
En su rol de «opositores» en el Congreso, quienes hoy forman parte del Frente de Todos buscaron en ocasiones desmarcarse de las políticas del macrismo contra las y los trabajadores. Así, por ejemplo, aprobaron una ley «anti-despidos», que duplicaba las indemnizaciones en casos de despidos injustificados, y que fue vetada por Macri. En este mismo sentido, Alberto Fernández ha expresado que no avanzará en una ley de reforma laboral.
Sin embargo, el pacto social que proponen retoma elementos centrales de la agenda macrista intentando descargar la crisis sobre la clase trabajadora. Referentes del espacio de Fernández han dicho abiertamente que buscarán congelar salarios por 180 días, con la excusa de lograr un acuerdo de «precios y salarios». Esto efectivamente convalidaría la pérdida del poder adquisitivo de los salarios, ya registrada durante el gobierno de Macri, y abre la puerta para que se profundice. Además proponen beneficios impositivos para los empresarios. También buscan rediscutir los convenios colectivos sector por sector, avanzando así con elementos de la reforma laboral.
Aborto
Luego de que algunos referentes del Frente de Todos se pintaran de verde en la votación del Congreso sobre el derecho al aborto, rápidamente comenzó la ofensiva de estos mismos sectores para dar marcha atrás con la marea y correr de la agenda un tema «incómodo». Primero fue la propia Cristina, aún antes del actual acuerdo electoral, en su conferencia en CLacso llamó a unir «pañuelos verdes y celestes». Esta orientación se volvió realidad con acuerdos con reconocidos anti-derechos como Manzur.
Ahora es Alberto Fernández, quien sostiene su postura «es favorable a despenalizar», aunque según él no se trata de un tema prioritario en su agenda gubernamental. Centrando el debate en torno a la despenalización se busca desviar y clausurar la pelea por la legalización. Deja afuera del debate, para un futuro incierto, la necesidad de que el derecho a decidir sea garantizado por el Estado mediante su acceso legal, seguro y gratuito en el sistema de salud público.
Modelo productivo
En este terreno la hoja de ruta de Fernández no difiere demasiado de la del macrismo. Las declaraciones sobre la necesidad de construir otro modelo productivo no resultan demasiado convincentes. Especialmente teniendo en cuenta los actores con los que se ha sentado a perfilarlo: la UIA, Mesa de Enlace, la cámara minera, etc.
Una de sus principales apuestas está en Vaca Muerta. Al igual que el gobierno de Macri, y el de Cristina anteriormente, buscan garantizar las condiciones para la explotación de hidrocarburos no convencionales. Para ello su equipo ha elaborado un proyecto de ley que busca «blindar» Vaca Muerta, otorgándole a las multinacionales que operan en el sector enormes garantías, como el hecho de que sus contratos tendrán fuerza de ley.
En su visita a San Juan ratificó sus compromisos con la megaminería. Sostuvo que las políticas de San Juan, donde la Barrick Gold hace estragos bajo el manto protector de los gobiernos, marcan el camino a seguir. En una reunión auspiciada por las gobernadoras de Catamarca y Santa Cruz, Lucía Corpacci y Alicia Kirchner, con la presencia de las principales multinacionales del sector, expresó la necesidad de brindar seguridad jurídica a las inversiones mineras, con la mirada puesta especialmente en el litio.
Lo mismo puede decirse con respecto al agronegocio. En su paso por Entre Ríos, Alberto Fernandez expresó que el fallo que limita las fumigaciones con agrotóxicos sobre las escuelas rurales era «desmedido».
Las calles y la salida
Con este programa de gobierno, no llama la atención que el candidato del Frente de Todos insista en sus llamados a abandonar las calles. Ya lo había expresado con claridad en medio de las luchas de los movimientos sociales, y lo reiteró con sus declaraciones contrarias al paro de los trabajadores aeronáuticos. Saben que esta hoja de ruta lo llevará a enfrentarse con el movimiento de masas, por eso apura sus contactos con las burocracias para garantizar la gobernabilidad de su ajuste. De ahí los elogios al intento de unificación de la CTA de los Trabajadores y la CGT, impulsado por Yasky.
Por eso llamamos a quienes quieren enfrentar a Macri, a que fortalezcamos a la izquierda en las calles y el Congreso. Solo la izquierda plantea un modelo verdaderamente alternativo al de Macri. No pagar la deuda externa, nacionalizar la banca y el comercio exterior, terminar con el saqueo extractivista, volcar esos recursos hacia las necesidades de las mayorías sociales y garantizar el derecho al aborto legal. Para fortalecer esta salida, hay que apoyar al FIT-Unidad.
Luis Meiners