Los acontecimientos que venimos viviendo los últimos días son de una magnitud histórica, aportar desde un balance y perspectivas de la rebelión popular en medio de su desarrollo tiene el límite de la velocidad de los acontecimientos, que sin dudas irán decantando en el tiempo. Aún así hay ciertas claridades, posiciones y necesarias aclaraciones políticas que debemos poner en pie, ante el mayor proceso de las últimas décadas que vive nuestro país, sobre todo entre quienes estamos activos en la rebelión. Lo que comenzó frente a un alza del metro tiene en vilo al gobierno, al régimen heredado de la dictadura y enfrentando al estado de excepción en un proceso que cuestiona todo.
No son 30 pesos, son 30 años
Previo al estallido, Piñera hablaba de la estabilidad social y económica del país, recalcando la fortaleza institucional, denominando a Chile como un «oasis» en la región, eran los días de rebelión ecuatoriana y la crisis política peruana. Aquellas palabras generan un marco que explica porqué, gran parte de partidos políticos tradicionales, plantean lo «sorpresivo» del estallido. La espontánea radicalidad y masividad del pueblo movilizado contrapuso al armazón estructural que ha permanecido desde la dictadura hasta nuestros días, una fuerza que además de las características mencionadas también presenta otro factor característico: no tiene una dirección definida.
Esta situación no es aislada, aquel factor sorpresivo se puede mirar desde dos puntos.
A) La situación mundial atraviesa una polarización social a partir de la crisis económica abierta en el 2008 que aún no cierra, mientras se plantea una nueva recesión con rasgos parecidos o superiores en el corto plazo. Es ahí, que los intentos del gran capital por impulsar una serie de medidas de ajustes, paquetazos y estrechar los limites democráticos para implementarlos, a su vez pólvora de rebeldías globales, Hong-Kong, el Líbano, Irak o Cataluña. Mientras que a nivel continental es potenciada por la intervención del FMI para sortear la crisis económica. Ecuador como ejemplo de respuesta contundente, mientras que se profundizan la crisis económica y política en Argentina, Perú, Brasil, Haití, Honduras y comienzan a retomarse con fuerza las luchas estudiantiles y obreras en Colombia y Venezuela.
B) La situación particular de nuestro país desde el fin de la dictadura, a través de la «transición a la democracia» marcaron a fondo las condiciones sociales que imperaron los últimos 30 años, el neoliberalismo salvaje ha tensado los limites de la vida atacando lo fundamental para sostenerla, el alto costo de vida, el endeudamiento, sueldos bajos y pensiones de miseria, mientras que la privatización de todos los derechos fundamentales sustenta los negocios de un pequeño porcentaje social. Además del aumento de la violencia machista y también de los crímenes ambientales por el despojo territorial. El aumento de los 30 pesos al transporte público fue la gota que rebalsó el vaso, es por eso que la consigna pasó a ser «no son 30 pesos, son 30 años», además de extenderse a nivel nacional. Aquello es lo que está en crisis: toda la construcción política, económica y social que rige a partir de la Constitución de Pinochet en un marco de permanencia del modelo privatizador y de conservación de la impunidad, así como sostener a los aparatos represivos tal como hace 30 años.
De la evasión del transporte al estallido social
El antecedente inmediato vino a través de les estudiantes secundaries, quienes estuvieron meses protestando ante la avanzada represiva de los alcaldes derechistas que implementaban leyes antidemocráticas de Piñera, Aula Segura, un mecanismo de expulsión rápida para desbaratar la organización estudiantil. Aquel proceso de repudio a la represión, forjó posteriormente bases para la protesta contra el alza del pasaje, anunciando a partir de les secundaries las evasiones, que en los hechos fue ir de forma masiva y saltar las barreras para no pagar el pasaje. Protesta que empalmó rápidamente con el descontento generalizado, sumándose trabajadores que transitaban en los momentos de evasión.
Aquella llama encendida por les secundaries tuvo una amplia aceptación social, nutriendo lo que se desencadenaría el día 18 de octubre, el viernes de furia. Las evasiones se transformaron en una semi insurrección en dónde fueron tomadas las estaciones de metro, luego siendo quemadas. Se aglutinó gente en barricadas fuera de las estaciones por todo Santiago, transformándose en una ciudad controlada por la manifestación. Aquel estallido fue impulsado por les secundaries y detonado por la brutal represión contra ellos, Fuerzas Especiales en cada estación de metro durante la semana de evasión. A partir de ahí la respuesta contra el alza del transporte se pasó a la protesta contra todo el sistema de apropiación capitalista sustentada en la acumulación del negocio de servicios básicos y la deuda para su consumo, cuestionando a su vez, la represión que es garante para sostener el nutritivo negocio privado.
Los hechos desde ese momento han transcurrido con una explosión masiva a los días posteriores sin decaer en la masividad, mientras que el gobierno optó de invocar todas las leyes que la dictadura les creó: Ley de Seguridad del Estado y Estado de Emergencia, ocupando las calles los militares en virtud de las atribuciones que les permite la Ley, es decir asesinar, torturar y limitar la vida democrática al toque de queda. Los saldos de heridos, torturados y muertos son indefinidos producto al cerco mediático que los medios oficiales han construido.
Este cuadro fue denominado por Piñera como «una guerra contra un enemigo muy poderoso» intentando cimentar bases para la brutal represión. Esta política no le dio resultados, ya que el proceso no limitó el desborde social aún con militares en las calles, robusteciendo las características centrales del estallido, su espontaneidad sin dirección política que desató la protesta radical contra el régimen social establecido. Es a base de esto que el gobierno en los últimos dos días ha debido intentar cambiar el eje de su discurso –siempre con militares en la calle- para implementar medidas de corte social, desde la paralización del alza del transporte hasta dialogar el aumento de la pensión. Medidas que no logran disminuir la movilización, puesto que son influjos de dinero estatales a privados sin desmilitarizar el país. Por lo tanto, el cumulo de reivindicaciones que se escucha en las calles no va en base de una u otra demanda, sino en que transitan desde que se vayan los milicos al fuera Piñera. Consignas centrales en cada punto de protesta que ponen en jaque al actual sistema.
Reservas sociales de un pueblo hastiado, direcciones integradas al régimen político
Lo certero hasta este momento es que ninguna dirección política ha podido controlar el proceso. La protesta desbordó a toda dirección, prendiendo barricadas por todo el país e insipientemente construyendo espacios de autoorganización, es aquel marco que direcciones del Partido Comunista y el Frente Amplio optaron por distanciarse del proceso los primeros días de su desarrollo, debiendo –bajo presión- ir asumiendo un rol cuando la movilización cuestionaba todo el régimen político.
En otros términos, el PC y el FA que mantienen un frente común «Unidad Social», integrado por la CUT, Colegio de Profesores, ANEF, entre otros gremios importantes, además de sumar espacios estudiantiles y de movimientos sociales, se restó de la huelga del 21 de octubre gestada por un conjunto de organizaciones, entre ellas la Unión Portuaria, constituyendo un verdadero hito para potenciar la movilización, un día multitudinario que copó las principales ciudades del país.
Sobre la marcha, Unidad Social, llamó a paralizar el día miércoles 23 y jueves 24 de octubre, siendo el 23 un día con manifestaciones centralizadas, tal como se esperaría fue un hecho histórico, constituyendo en algunas regiones las mayores movilizaciones que se habían desarrollado. El día 24 por su parte fueron llamados a cabildos para impulsar un «proceso constituyente».
El cambio de la política del PC y más atrás del FA, responde al enorme proceso que viene desplegando a nivel popular el pueblo chileno, en un marco contradictorio «unidad social» debió avanzar en un hecho positivo –el llamado a huelga general- aunque sin darle continuidad hasta que se vayan los milicos. Simultáneamente, sesionando en el congreso su agenda como es la disminución de la jornada laboral de 45 a 40 horas. Todo esto mientras anuncian una acusación constitucional a Piñera.
Los limites de esta dirección que entraron tardíamente al proceso para nosotros son claros, ya que por su historia el PC tiene un balance negativo. Tal como fueron parte de la transición a la democracia sin cuestionar de fondo el modelo económico, político y social que se impuso en dictadura, asumiendo una integración al régimen en ese nivel, hecho que abortó no tan solo cambios al armazón pinochetista, sino que posibilitó toda impunidad de los genocidas.
Hoy la política del PC junto al FA es un intento de conciliar el desborde social para anclarlo al parlamento, cabe decir que siempre siguieron legislando. En otras palabras sosteniendo al régimen que se desmorona y permitiendo a Piñera seguir en el poder al afirmar el Congreso como resorte del gobierno. Es por eso que aquella política se debe contrapesar con mantener la autoorganización independiente de quienes han estado en el poder, mientras que el Fuera Piñera debe sostenerse en la calle para avanzar en una asamblea constituyente libre y soberana sustentada por la movilización permanente de los pueblos, la juventud, mujeres y disidencias junto a la clase trabajadora. Una política que este bloque quiere evitar, ya que la «nueva constitución» que proponen es el avance de la consigna de la CUT hacía un «nuevo pacto social» y tal como lo dice el PC en su declaración del día 23 de octubre al sostener que la única autoridad posible es Unidad Social como representante del proceso, instaurando esto para anclar la acusación constitucional contra Piñera, es decir mantenerse en los marcos del parlamento con los mismos de siempre.
Que caiga el Estado de Excepción, Piñera y todo el régimen pinochetista, hace falta una asamblea constituyente libre y soberana
Lo que se viene dependerá de la fuerza social en permanecer en la movilización masiva que ha expresado sin ningún llamamiento, a su vez permeando con exigencia en mantener la huelga general efectiva para echar a los milicos y que caiga Piñera. Tareas inmediatas que clama el pueblo movilizado.
Es sobre aquello, que debemos comenzar en cada instancia de autoorganización nacido al calor del proceso un desarrollo deliberativo de cómo pensar el país, evitar con la fuerza social que ha imperado que las direcciones del PC y el FA mantengan la posibilidad de guiar la revuelta popular por intermedio del parlamento, ya que seguiríamos inmersos en los parámetros antidemo-cráticos de la herencia de la dictadura.
Por lo tanto, en lo inmediato planteamos mantener la continuidad de la huelga, proponer a las instancias de autoorganización como base de un proceso constituyente en dónde discutamos todo, desmantelando la herencia pinochetista y fundando un nuevo país a partir de reivindicaciones sociales que nos impulse a una salida socialista. Que caiga Piñera y todo el régimen heredado de Pinochet, asamblea constituyente libre y soberana en la cual impulsamos de forma propositiva:
- Juicio y castigo con cárcel a todos los genocidas de ayer y hoy. Apertura de todos los archivos de la dictadura, no a los pactos de silencio.
- Desmantelamiento del ejercito de Pinochet, escalafón único y con derecho a la sindicalización de todas las ramas del ejercito y policiales.
- Democratizar el sistema judicial, jueces y fiscales electos por voto universal, con mandatos limitados y revocables, y juicios por jurados populares.
- Basta de privilegios para los políticos, que todos los funcionarios y representantes ganen como un trabajador.
- Estatización de los derechos básicos, agua, energía, transporte, educación y salud bajo control social y de sus trabajadores
- Sistema único, no sexista Estatal y gratuito de salud y producción pública de medicamentos.
- Educación no sexista, estatal, gratuita y de ingreso universal.
- Vivienda digna, de acceso universal sin negociado de especulación inmobiliaria.
- Condonación de todas las deudas individuales y sociales.
- Fin a las AFP, por un sistema de reparto, solidario y tripartito administrado por pensionados y trabajadores.
- Sueldo mínimo al costo real de la vida, $500.000 líquidos.
- No a las reformas de precarización laboral, anulación de los contratos-basura y pase a planta de los contratados. No a la extensión de la edad jubilatoria ni a la privatización del sistema. Reconvertir los planes sociales en empleos efectivos y con salarios dignos.
Derecho a la sindicalización a todas y todos quienes trabajan. Sindicatos por ramas sin injerencia estatal. - Estatización de todos los recursos naturales, administración social y de quienes trabajan.
Contra el extractivismo y la contaminación del agua, la tierra y el aire, prohibir la megaminería, el monocultivo y los agrotóxicos. Por una agricultura ecológica y el desarrollo de industrias no contaminantes. - Reconversión productiva de las industrias contaminantes y laboral/profesional de sus trabajadores con garantía de continuidad salarial por parte del Estado.
- Soberanía y autodeterminación de pueblos y territorios en resistencia. Desmilitarización en Wallmapu.
- Contra la violencia machista y los femicidios, presupuesto de emergencia para asistencia integral gratuita, refugios y subsidios a las mujeres, con control de las organizaciones de mujeres.
- Aborto legal, seguro y gratuito en el sistema de salud para todes los cuerpos gestantes.
- Contra toda discriminación a la comunidad LGBTI, plena igualdad de derechos. Cupo laboral trans.
- Reconocimiento y socialización del trabajo doméstico no remunerado y derecho a la jubilación. Derecho a la doble jornada escolar de los hijos y apertura de jardines de primera infancia, comedores, lavaderos y geriátricos comunitarios de calidad. Por un sistema plurinacional de cuidados con perspectiva feminista.
Aquel marco de la situación actual y nuestras perspectivas, es enmarcado por la rebelión popular que está botando toda la herencia que cimentó la ex – Nueva Mayoría junto al PC y la Derecha, por lo tanto continuarla hasta frenar la represión y sacar a Piñera será central para desbaratar al régimen dictatorial y construir las bases sobre un país nuevo nacido de la irrupción de las voluntades populares que hoy toman las calles.
Nuestras propuesta va en sintonía en la construcción de una herramienta política revolucionaria, anticapitalista, feminista, ecologista y con perspectivas socialistas para transformar la sociedad por completo. Lo que falta para disputarle a todo el régimen político y poder tomar el cielo por asalto, aquellas proposiciones hoy más que nunca hacen falta construirlas para enfrentar lo que vienen. Desde la rebelión popular a la construcción de una nueva sociedad, súmate al Movimiento Anticapitalista y hagamos posible lo necesario.
Movimiento Anticapitalista