Sobre programa y organización socialista
Es evidente que el mundo transita una nueva situación. La polarización social y política se agudiza. Las masas a la ofensiva, la burguesía y sus proyectos derechistas se repliegan. El marco de la crisis capitalista, su dinámica. Hoja de ruta y programas. Los desafíos y oportunidades.
Once años de crisis. Con sus recuperaciones parciales y pasajeras, flujos y reflujos, la crisis se prolonga. En más de 300 años el capitalismo registró múltiples crisis. Hubo mutaciones en el sistema. Sin embargo, la actual que arrancó en 2008, tiene una duración sintomática. La burguesía no logra salir como en inflexiones anteriores. Tampoco el movimiento de masas define a su favor. La continuidad refleja polarización y desenlace incierto. De fondo, la caída de la tasa de ganancia; la ofensiva del capital por revertirla y la reacción social de los pueblos. En esa ecuación se juega la perspectiva.
Oleadas y punto de quiebre: los chalecos amarillos
- La primera oleada de protestas fue de 2008 hasta 2012-2013:
- Los indignados de las plazas europeas.
- El primer ciclo o «temporada» de la Primavera Árabe.
- Las jornadas de «junio» en Brasil en 2013.
- Las primeras manifestaciones de lucha en Cataluña.
Los rasgos políticos y sociales de la primera oleada fueron: a) se expresó en sectores medios, urbanos del capitalismo. Fue de carácter básicamente «popular-ciudadano»; b) tuvo un componente esencialmente «pacífico» en su desarrollo y c) estructuró proyectos políticos reformistas «renovadores» como Podemos, Syriza o el islamismo político. Incluso, en la crisis dio «el primer presidente negro» en EEUU.
La segunda oleada o ciclo da polarización y emergencia de proyectos derechistas (hasta 2015-2018):
*La defección de Podemos, Syriza, los progresismos latinoamericanos y Obama habilita la iniciativa de proyectos de derecha.
*Trump, Macri o Bolsonaro, son el intento capitalista de cambiar relaciones de fuerzas sociales para imponer las «reformas estructurales».
*No logran cambiar a su favor el equilibrio entre las clases: las luchas le ponen límite.
La tercera oleada tiene como punto de inflexión los chalecos amarillos y posiblemente es el inicio de una nueva situación mundial:
*Es de confrontación directa, intensa, violenta (Francia, Ecuador, Chile o Bolivia).
*Está licuando los proyectos «reformistas» de la primera oleada e inicia crisis de variantes emergentes como el Frente Amplio en Chile.
*Derrota los planes de Trump en América Latina, los complica en Medio Oriente y acorrala las derechas políticas.
*Se agudizan todas las contradicciones de la economía: no se revierte, sino que se profundiza la caída tendencial de la tasa de ganancia global y hay más «nubarrones en el horizonte».
Los «nudos» de la crisis capitalista
La orientación de la burguesía para salir de la crisis, se concentra en «nudos» clave que concentran tensiones, consecuencias económicas, sociales y políticas, en el intento por superar la encerrona que arrastra hace más de una década.
*El «nudo» precarización laboral combinado con aumento de la productividad del trabajo en base a la robotización y la inteligencia artificial. El capital intensifica la explotación laboral y reemplaza personas por máquinas, haciendo un uso antisocial de la tecnología.
*El «nudo» crisis socioambiental, planetaria. La mercantilización de la naturaleza tiene dos ejes: nicho de valorización capitalista (megaminería, cementación especulativa urbana); apropiación de commodities para bajar costos de producción (petróleo convencional, fracking y agronegocio).
*El «nudo» reforzamiento del patriarcado. La feminización de la pobreza, la extensión de las tareas de cuidado como forma de reposición de la fuerza laboral y servicio social gratuito de las mujeres, también se agudiza.
*El «nudo» antidemocrático. Es la tendencia al autoritarismo de los regímenes políticos actuales. El parlamentarismo o las formas limitadísimas de participación social en las democracias burguesas, son obstáculos para el capital y su necesidad de ciclos cortos de rotación. Predominan los gobiernos «por decreto», la bonapartización y represión ante la respuesta de lucha de masas.
Las protestas y los límites del capitalismo: la transición socialista como necesidad
Las demandas sociales que motorizan los procesos de lucha y las revoluciones en la actual situación mundial, tienen una lógica repetida: para ser respondidas y transformarse en derechos permanentes, requieren superar los límites del capitalismo y sus regímenes políticos. Algunos ejemplos, serían:
*El derecho a trabajar, el pleno empleo: es un reclamo básico. El capitalismo no lo puede garantizar, en especial en la juventud. Pero tiene salida, con medidas tales como repartir las horas de trabajo, reducir la jornada laboral, blanquear el trabajo, prohibir la precarización, asegurar un ingreso equivalente al costo de vida. Estas coordenadas implican cuestionar la ganancia capitalista y la propiedad privada del patrón. Definitivamente.
*Un modo de producir que asegure lo necesario, sin contaminar: es casi un objetivo elemental como propósito social. Para lograrlo hay que reconvertir el modelo económico. Prohibir modalidades que son de puro saqueo y contaminación, asegurando la reubicación laboral de sus trabajadorxs. A la vez, supone planificar socialmente la producción y el consumo, y calcular lo necesario sin la lógica de la rentabilidad privada. Todo eso no se puede hacer sin expropiar corporaciones (petroleras, megamineras, agropower) y estatizando resortes clave como el sistema financiero y el comercio exterior, para administrar el ahorro social y el intercambio con los pueblos del mundo. Todo es de ruptura anticapitalista.
*Desmantelar el patriarcado, construir democracia «real»: para concretar esas causas también hay políticas precisas para ejecutar; tales como socializar las tareas de cuidado con comedores populares, lavanderías y guarderías sociales. La legalización de derechos democráticos tan básicos como aborto o medidas de formación social como la ESI y la supresión de privilegios materiales a las iglesias. Eso es choque, confrontación con instituciones cruciales del poder burgués. En simultáneo, suplantar el parlamentarismo capitalista con su élite profesional de políticos con salarios exorbitantes e impunidad, por un sistema de representación unicameral, con funcionarios electos pero revocables, que usen lo público y tengan un ingreso equivalente al de un trabajador calificado. Esto también es confrontar con la superestructura de partidos tradicionales de clase, burocracias y castas.
En resumen: las medidas de política pública para garantizar salida a las demandas más básicas de la mayoría social hoy, exceden los límites del capital y exigen una transición revolucionaria (sin conciliación, ni pactos, ni acuerdos con la burguesía) a otro sistema de economía y política: el socialismo.
La mecánica de las revoluciones: sobre la conciencia política
Cuando la situación se hace insoportable, una chispa hace explotar a los pueblos que empiezan las revoluciones. Sin embargo, las masas solas no pueden completar esos procesos en los términos que los socialistas revolucionarios los entendemos: con un nuevo poder de clase, de obreros y sectores populares que reorganicen todo sobre bases nuevas y democráticas en serio, de la mayoría que trabaja. Eso implica derrotar totalmente el viejo capitalismo y su aparato de represión; implica planificar la economía sin patrones, con control de la clase trabajadora; implica proyectar internacionalmente esos cambios.
Esas tareas de cambio social de raíz, requieren una organización profesional, militante, de miles de voluntades comprometidas y conscientes de esa perspectiva. Ese instrumento, que es el partido revolucionario nacional como parte de una organización internacional, no se puede improvisar «en el momento». Supone una acumulación previa, de militancia, influencia, acción paciente y constante de lucha de ideas, de penetración en los lugares de trabajo para ganar la clase obrera (sujeto clave), de estudio y barrios. Eso construimos con el MST y la Liga Internacional Socialista. Es la parte del desafío histórico que tenemos como generación que no se resuelve «espontáneamente», sino por una acción voluntaria de muchos y muchas. Eso implica la militancia, que reivindicamos contra todas las modas ideológicas del posmodernismo anti-revolucionario y escéptico. Somos optimistas de la clase obrera y los pueblos que luchan. Y a la vez, conscientes de las dificultades y contradicciones. Pero con razón y corazón, con cerebro y pasión por dar vuelta todo, lo vamos a intentar. Lo estamos haciendo. Seamos una marea imparable.
Mariano Rosa