Tanto Alberto como su ministro de economía fueron precisos: más allá de sus quejas por el endeudamiento, están dispuestos a hipotecar el país para pagar. Y eso equivale, más allá de las formas, a más ajuste para el pueblo trabajador.
Alberto Fernández le dedicó especial atención en sus alocuciones al tema de la deuda externa. Admitió que es enorme, que es impagable. Pero su principal hipótesis de salida es que hay que «crecer para poder pagar». Para ello apuesta fundamentalmente a los ingresos por Vaca Muerta, la minería, a la reactivación de la industria y las exportaciones. Además de ser cuestionable esta hipótesis, ¿es real que la única salida que tenemos es pagar?
Durante su primer discurso a la Asamblea Legislativa, el flamante Presidente le dedicó 13 menciones al tema de la deuda externa, evidenciando que se trata de un problema crucial para el país. Lo primero que dijo es que la relación entre deuda y PBI está en su peor momento desde la crisis del 2001. Luego agregaría que el gobierno tiene voluntad de pago pero lo que no tiene es capacidad para hacerlo. Y por lo tanto lo que propone como salida Alberto, es «crecer para poder pagar». Y finalizó diciendo que buscarán una relación constructiva y cooperativa con el FMI y el resto de los acreedores, obviamente para «poder pagar».
Este posicionamiento es contradictorio e incoherente con las declaraciones que había hecho durante toda su campaña electoral, con algunos de los cuales coincidíamos. Como por ejemplo que la deuda la había contraído Macri sin ni siquiera consultar al Congreso de la Nación, que la mayor parte de la misma la habían usufructuado y fugado los amigos del ahora expresidente Macri, etc. Con lo cual la conclusión lógica era que la deuda tomada es mayormente una estafa y un fraude.
La deuda es impagable y fraudulenta
La deuda bruta actual supera los U$S 337.000 millones, de los cuales más U$S 120.000 millones fueron tomados en el último tiempo por Macri. Esto, como reconoce el mismo Fernández supera el 100% del PBI, es decir la relación entre lo que debemos y producimos empeoró muchísimo después de 4 años de la administración de Cambiemos. El panorama es más negro aún si se tiene en cuenta que sólo en el próximo año habría que devolver más de U$S 57.000 millones y a partir del 2022 se agregan a los vencimientos con acreedores privados, los del FMI que sólo en 2 años suman U$S 46.000 millones. En resumen, impagables. Esto lo sabe todo el mundo, lo sabe el actual presidente y también los acreedores externos privados y el Fondo, es precisamente por eso que el riesgo país ronda los 2.000 puntos, lo que lleva a que tampoco podamos conseguir más créditos en los mercados internacionales y así se cierra un círculo de terror.
Para tener una idea aproximada de lo que significa tanta plata, digamos que con lo que quieren pagar en los próximos cuatro años se podrían construir 6 millones de viviendas populares, es decir casi el doble del déficit habitacional que reconoce la Secretaría de Ciencia y Técnica (que sería de 3,5 millones de viviendas). O duplicar holgadamente los presupuestos de Salud, Educación y Ciencias.
Lo peor de todo es que gran parte de la deuda contraída en los últimos cuatro años no tiene un destino demostrable en beneficio para los trabajadores y el pueblo, habiendo múltiples evidencias y denuncias que la mayor parte fue a parar a manos de empresarios amigos de Macri o de grandes corporaciones financieras multinacionales que posteriormente lA fugaron. Todo esto no lo decimos sólo desde la izquierda, fue el propio presidente Fernández quien en campaña, lo denunció muchas veces.
Alberto nos manda a trabajar… para pagar
Sin embargo una cosa es lo que se dice en campaña electoral y otra parece ser lo que se hace como presidente. Ya que ahora Alberto en su discurso hizo eje en que la Argentina necesita crecer, exportar, hacer fracking, etc., para precisamente pagar lo que resulta impagable y fraudulento a todas luces, y al cierre nos mandó a todos a trabajar. Y no se trata de una metáfora, es literal que Fernández quiere que todos nosotros trabajemos más para pagarle a los buitres privados y al Fondo. Es decir somos nosotros, los trabajadores los que, según Alberto tendremos que una vez más, poner el hombro para pagar la deuda. Nada de investigar el destino de los fondos que ingresaron, ni lo que se fugaron, ni mucho menos lo que tienen depositado o en bienes en el extranjero los grandes capitalistas argentinos que según estimaciones superan los U$S 300.000 millones.
Pero el planteo de Alberto Fernández es más que dudoso o directamente utópico, aún cumpliéndose. Veamos por qué. Tomemos como ejemplo los mejores años de la década K cuando el país crecía a «tasas chinas» según ellos y cuando la soja valía el doble, el saldo comercial (esto es la diferencia entre lo que se exportaba e importaba) nunca llegó a superar los U$S 15.000 millones. Es decir que aunque hoy consiguiéramos de un año para el otro duplicar las exportaciones (cosa realmente utópica si tomamos en cuenta que la economía mundo está en retracción y no hay mercados donde colocar un aumento de esta magnitud para nuestros productos). Aun así no llegaríamos ni a la mitad de lo que hay que pagar en concepto de capital e intereses sólo el año que viene, ni hablar en los próximos 4 años. Digamos que el planteo es doblemente dudoso si se considera que Vaca Muerta no está produciendo por falta de inversiones, que precisamente no vienen por falta de crédito internacional y así. Que la soja bajó su valor al igual que otras materias primas que exportamos por la desaceleración del crecimiento mundial de la economía y que, desde el punto de vista industrial, no somos competitivos de ninguna manera frente a otros países no sólo imperialistas sino incluso frente a Brasil por ejemplo. Todos estos hechos hacen que el planteo de Fernández se parezca más a un eslogan político electoral que a una posibilidad económica. Insistimos, por más que se duplicara el crecimiento del país es imposible pagar sin ajustar.
Y si bien existe alguna posibilidad que Argentina pueda renegociar los plazos de pago, estirar los vencimientos y conseguir no caer en el default temido por los capitalistas de todo pelaje. esto se debe a que en el mundo ya todos consideran que el país no puede pagar, que sus papeles o bonos valen un 50% como mucho y a que los utilizan como un mecanismo de dominación y coloniaje, para tener al país controlado y a su servicio. Por eso opinamos que el planteo de Alberto no es ninguna solución a mediano y largo plazo, más allá que en lo inmediato pueda traer un alivio leve y fugaz para el pueblo.
La única salida
Por fuera de la deuda histórica que fue contraída por la dictadura militar y los sucesivos gobiernos sin controlar nada. La deuda más reciente contraída por Macri, está más que cuestionada. Por eso desde el MST proponemos suspender de inmediato todos los pagos de la misma y realizar una profunda auditoría. Con lo que nos ahorraríamos de pagar ya hemos demostrado que sobraría plata para realizar un verdadero plan de viviendas populares, obra pública y para duplicar los presupuestos de salud y educación, y aumentar salarios y jubilaciones por ejemplo, en síntesis empezar a pagar la verdadera deuda de los últimos 40 años: con los trabajadores y el pueblo.
Esto lejos de ser un planteo utópico es el único planteo realista, teniendo en cuenta que todos (desde Fernández al FMI) consideran que la deuda es impagable, muchos cuestionan su legitimidad y nosotros sostenemos que es imposible aún en el mejor escenario posible, pagarla sin ajustar.
Gerardo Uceda