MST - Movimiento Socialista de los Trabajadores Lunes 27 de Agosto, actualizado hace 4 hs.

Reuniones con Alberto y el FMI. ¿El Papa, progresista? ¡Por favor!

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El film «Los dos Papas», el envío de rosarios a los genocidas, el rechazo vaticano al embajador argentino divorciado y su próxima reunión con Alberto han puesto al Papa en medio de la escena política. Y hay más: en febrero empieza un foro que organiza el Vaticano del que participarán, entre otros, la titular del FMI y el ministro de Economía Guzmán. En este marco, refutamos la campaña que intenta tunear al Papa de progresista.

Con tres nominaciones a los premios Oscar, la película brasilera «Los dos Papas» trasciende el ámbito del cine. Desde ya, nadie cree que Benedicto XVI (Joseph Ratzinger) y Francisco (Jorge Bergoglio) hayan bailado un tango en la puerta del Vaticano. Y lo mismo en cuanto a otras licencias artísticas que se permite el cineasta. Pero así como algunos buscan similitudes entre ambos pontífices, muchos otros se esfuerzan por extremar sus divergencias buscando dejar mejor parado a Francisco.

Por ejemplo, si bien es cierto que Benedicto se opone a permitir que los curas se casen, es falso que haya publicado un libro para cuestionar a Francisco. Y si bien Francisco es proclive a no exigir el celibato en algunas zonas alejadas como el Amazonas, no se trata de ningún «avance» sino de simple necesidad: como las vocaciones sacerdotales siguen cayendo a niveles críticos, necesita ponerles menos requisitos a sus cuadros con tal de mantener alguna presencia pastoral. Lo mismo con la designación de una mujer, por primera vez, en un cargo en la Secretaría de Estado vaticana.

Ni tanto ni tan poco. Si bien expresan a distintas alas y tienen distintos estilos, Bergoglio sucedió a Ratzinger en ocupar idéntico cargo de la idéntica y milenaria institución: el de máximo jefe de la Iglesia Católica Apostólica Romana. Su conducción mundial, es decir los 117 cardenales electores, viendo que -a diferencia del evangelismo- su Iglesia perdía fieles en todo el mundo por estar encerrada en sí misma, distante, ostentosa, resolvieron renovar su imagen y dar fumata blanca a un Papa distinto para tratar de salir de la crisis. Nadie mejor entonces que un candidato no europeo, austero como un jesuita y que a veces alude a los problemas de la gente.

Pero no hay que confundir roces con rupturas ni formas con contenidos: el cambio de look de la Santa Sede sólo obedece a su profunda necesidad de cambiar algo para poder seguir con más de lo mismo. Si no, que lo diga el fallido embajador argentino que el Vaticano rechazó días atrás por el «pecado» de ser divorciado.

Rosarios para la reconciliación

Pasado el escándalo por el repudiable envío del Papa de 50 rosarios bendecidos por él a genocidas argentinos detenidos, cabe la reflexión. Según el vicario castrense, es para «los que están sufriendo». Y Estela de Carlotto lo justificó de manera lamentable al decir que es «una intención sana» para «ver si la cruz o el rosario los devuelve a la cristiandad vigente».

El hecho tiene una lectura más política que religiosa. Que alguno de esos milicos genocidas, acusados por haber cometido delitos de lesa humanidad, esté en prisión preventiva, no es ningún «sufrimiento»: la preventiva se aplica si hay peligro de fuga o de entorpecer la investigación. ¡Y lo bien presos que están! ¿O acaso Julio López no fue desaparecido por segunda vez «justo» el día previo al que iba a declarar en el juicio contra el genocida Etchecolatz, ex capo de la Policía Bonaerense?

La cúpula de la Iglesia, que bendijo el terrorismo de Estado, y de la cual Bergoglio mismo fue a juicio por haber delatado a dos curas jesuitas villeros perseguidos por la dictadura, quiere la reconciliación del pueblo con los genocidas. Y el Papa juega un rol activo en esa política. Así lo cuenta sin vergüenza el propio monseñor Olivera, el que recibió los rosarios: «El Papa se interesó sobre el caso de quienes están presos, los que sin condena están en prisión preventiva. Sobre este aspecto, el Santo Padre, me animó a seguir trabajando para que se viva en la justicia, a trabajar por el encuentro por la paz, por la concordia, por encuentro entre todos»(1).

Alberto, al Vaticano

A fin de enero el presidente se reunirá con el Papa en el Vaticano. Esta relación, que entre otros aceitan operadores peronistas como Gustavo Béliz, Juan Manuel Olmos, Guillermo Valdés y el propio jefe de gabinete Santiago Cafiero, mano derecha de Alberto, se viene afianzando. Acaba de visitar al Papa la esposa de Alberto. Y los voceros presidenciales hablan de la «agenda en común» que compartirían ambos jefes de Estado: el combate a la pobreza, la defensa del medio ambiente…

Lo cierto es que más allá de los chisporroteos por el tema aborto, que no negamos, los acuerdos políticos de fondo entre uno y otro en su defensa del sistema capitalista se expresan en dos aspectos bien concretos. Uno es la continuidad, con Alberto presidente, del multimillonario sostén económico del Estado a la Iglesia Católica, sus obispos, curas y colegios. El otro es la integración de la Iglesia argentina a la mesa del llamado «pacto social» gobierno-empresarios-burocracia sindical. Es que así como el Papa busca reconciliar al pueblo con los genocidas, también procura reconciliar a patrones y trabajadores. Es la famosa conciliación de clases, siempre perjudicial a la clase explotada, nunca a la explotadora.

La Triple I con el FMI

«Nuevas Formas de Fraternidad Solidaria de Inclusión, Integración e Innovación (I+I+I)». Así se llama el seminario internacional que comenzará el 5 de febrero en la coqueta Casina Pío IV, en los jardines del Vaticano. Lo organiza la Pontificia Academia de Ciencias Sociales y, aparte del secretario de Asuntos Estratégicos Béliz, disertarán en ese foro la titular del FMI Kristalina Georgieva, el ministro de Economía Martín Guzmán, el premio Nobel Joseph Stiglitz y el economista Jeffrey Sachs.

Según los diarios, Béliz hablará de «cómo adaptar las finanzas con la ética», Stiglitz de «la transformación económica global, el poder, la gente y los valores», Guzmán de «transformar las reglas de la arquitectura financiera internacional» y Georgieva de «las nuevas reglas y prioridades para la finanza global». Pero en medio de la negociación por la ilegítima, fraudulenta e impagable deuda externa argentina, ¿no será que el Papa también busca reconciliar a nuestro país con el FMI, bendiciendo un «acuerdo» para que sigamos garpando? Por cierto, no será en nuestro nombre.

Iglesia y Estado, asuntos separados

Que dentro de la Iglesia Católica haya alas más a la derecha de Francisco, no lo hace mejor. Es como si en Francia, por criticar a la ultraderechista Le Pen, hubiera que elogiar al derechista Macron que hoy gobierna y pretende imponer a palos una reforma jubilatoria antiobrera. Rechazamos esa política posibilista rastrera de embellecer al supuesto «mal menor»: el mal siempre es mal. Sobre todo, si es quien está al mando de una institución reaccionaria, verticalista, anticientífica, misógina y homo-lesbo-trans-odiante por naturaleza, como la Iglesia Católica.

Jamás olvidaremos que este Papa es el mismo que llamó «campaña del diablo» al matrimonio igualitario, «bomba nuclear contra la humanidad» a la ley de identidad de género, «nazis de guante blanco» a quienes defendemos el derecho al aborto; y el mismo que bajo su blanca sotana protegió con cargos en el Vaticano a reconocidos pedófilos, como el cardenal australiano George Pell y el obispo salteño Gustavo Zanchetta. ¿Progresista el Papa Bergoglio? Te lo debo.

Ni un peso más a la Iglesia ni a la educación confesional retrógrada. Anulación de todos los subsidios públicos, que pagamos todo el pueblo seamos creyentes o no. Prohibir por ley a los curas estar a solas con niñes. Fuera la Iglesia del Estado, que debe respetar la libertad de cultos pero ser totalmente laico. Quien quiera un cura o un colegio religioso, que se los pague. ¡Iglesia y Estado, asuntos separados!

Pablo Vasco

1 En la web obispadocastrenseargentina.org (11/1/20).