La expresión socioambiental de la decadencia capitalista concentra uno de los mayores desafíos del siglo XXI. Tiene aspectos variados, pero el clima y su alteración abrupta es el más preocupante a escala planetaria. América Latina y nuestro país, suman su propia agenda crítica al panorama global. La lucha ideológica por el diagnóstico preciso. Las salidas en tensión. Nuestro socialismo como plataforma.
Cuando hablamos de punto de quiebre remitimos al momento en que un sistema transita de un cuadro de equilibrio relativo a otro donde los cambios acumulados en cantidad dan paso a una nueva realidad en calidad. Hablamos de una modificación cualitativa. El climatólogo australiano Will Steffen junto a otros científicos independientes, presentaron una hipótesis inquietante en un trabajo sobre los límites planetarios: distintos puntos de quiebre pueden encadenarse dando lugar a un efecto dominó impresionante. Ellos lo denominan “retroacción positiva” y se podría sintetizar como sigue:
- El derretimiento del casco glaciar de Groenlandia, que haría desaparecer todo el hielo acumulado sobre la isla, implica que el nivel de los océanos subiría unos siete metros. Primer cambio de calidad.
- Esa cantidad de agua podría perturbar las corrientes oceánicas en el Atlántico y operar sobre la cuenca del Amazonas, transformando, por el calor, la selva en una sabana. Más calor, segundo punto de quiebre.
- La sabana absorbe o retiene menos CO2° que una selva. Por lo tanto, libera más dióxido de carbono y por lo tanto, intensifica el calentamiento global. Tercer giro de calidad.
- Por último, ese encadenamiento, dislocaría dos gigantescos glaciares en la Antártida: siete metros más de subida del agua de mar. Cuarto punto de inflexión.
En resumen: lo que algunos expertos denominan “planeta estufa”, plantea esta hipótesis científica de efecto concatenado que pondría al planeta en una temperatura media de entre 4 y 5 grados centígrados por encima del promedio actual. Esa situación es comparable al período del plioceno, hace 1,4 millones de años. En aquel entonces, el nivel de los océanos era de 20 a 30 metros más alto que hoy. Lo dicho no una predicción matemática y hasta podríamos denominarlo “ficción científica”. Sin embargo, se apoya en hipótesis que miden los ritmos actuales del calentamiento global y fijan en el período 2030-40 estos “puntos de quiebre”.
¿Planeta enfermo de humanidad?
Insistir sobre las causas de esta situación tiene un propósito político muy concreto: desarrollar una visión que clarifique la raíz de la crisis, y por supuesto, que desarticule las operaciones ideológicas interesadas de confusión planificada. Nuestra especie tiene como atributo producir socialmente su propia existencia. Mediante el trabajo transforma en “cosas útiles” (valores de uso) los recursos de la naturaleza que no consume de forma directa. Esta mediación entre la humanidad y su entorno es una actividad consciente. Esta facultad de pensar el trabajo tiene como consecuencias:
- La búsqueda de medios técnicos y sociales para aumentar su productividad.
- El aprendizaje y la comunicación sociales.
- El desarrollo humano acumulativo.
Estos rasgos hacen que nuestra especie sea distinta a otros seres vivos cuya forma social de producción instintiva y que modifica con ritmo gradual lento el entorno.
Esta particularidad es usada por autores varios que han desarrollado una concepción que deposita en la “técnica” y el desarrollo humano en general, la causa de la crisis socioambiental. En definitiva, es la alteración “humana” del entorno el problema. Por lo tanto, se impugna el progreso científico-técnico en general y se invoca un pasado remoto deseable, de limitada productividad social. O bien, se bordea una especie de maltusianismo aggiornado, que asigna al crecimiento demográfico y descontrolado (casualmente) del sur del mundo, la base de los desequilibrios. Mucho desarrollo en general, mucha población (en el sur). Planeta enfermo de humanidad, finalmente.
Dos desafíos, un programa.
Al fenómeno evidente del cambio climático, de alcance mundial, nuestra región suma un vector de desequilibrio adicional: el patrón de acumulación capitalista extractivo y patriarcal (reforzado). Nuestra hipótesis de trabajo ubica el capitalismo en nuestros países con dinámicas particularmente dañinas, depredatorias, cortoplacistas, anti-humanas y de explotación-opresión patriarcal novedosa. Sería así:
- Mercantilización de la naturaleza, acelerada, ofensiva. Todo lo vivo se monetiza, como nunca. El objetivo movilizador es reducir costos de producción en el circuito general del capital (materia prima o commodities más baratos).
- Se desarrollan modalidades de producción destructivas. Les llamamos técnicamente fuerzas destructivas, queriendo significar que no son modalidades productivas neutras, sino estructuralmente dañinas (megaminería, transgénicos-agrotóxicos, fracking).
- Junto a la explotación laboral general, especialmente enfocada en la precarización del trabajo juvenil se intensifica la opresión patriarcal con fines económicos: el trabajo no remunerado, la desigualdad salarial, la mercantilización del cuerpo de las mujeres.
El hilo conductor de todo este proceso es la necesidad capitalista inexorable de ampliar los márgenes de rentabilidad o valorización. Una verdadera guerra clasista contra la mayoría social y la naturaleza. Entonces, la enfermedad que nosotros diagnosticamos no se llama humanidad, se llama sociedad capitalista.
Sintetizando: en nuestros países, tenemos como desafío generacional responder al cambio climático y al extractivismo capitalista-patriarcal. Son dos agresiones que confluyen. Y tenemos una plataforma de respuestas unificada.
La ruptura del metabolismo: coordenada para desarrollar
Decir que Marx era “ecologista” es una exageración y una forzada interpretación de las cosas. Y además no hace falta. Su aporte en vida, se concentró en explicar la mecánica de la explotación laboral del capital y su condición histórica, transitoria y, por lo tanto, superable. Pero dejó planteadas algunas pistas cargadas de potencial político para desarrollar creativamente:
- Dice en El Capital, que este sistema en su lógica de acumulación y competencia “agota tendencialmente las dos fuentes de creación de riqueza social”. Se refiere al trabajo humano y la naturaleza.
- Plantea además, que el capitalismo al instalar una dinámica que persigue exclusivamente la acumulación privada, “produce por producir”, y por lo tanto el capital “tiene como fin el propio capital (la acumulación)”. Por eso, cambia la relación de la humanidad con su entorno, con la naturaleza. Dice Marx que “quiebra el metabolismo de la humanidad / naturaleza”. Un propósito entonces sería, recuperar la “gestión racional” de ese intercambio fracturado.
Nuestro punto de vista es que toca a la militancia activa de esta etapa histórica enriquecer todos esos aportes, utilizando estas posiciones como puntos de referencia. Dicho esto, le sumamos a la depredación capitalista de la fuerza laboral y la naturaleza, la doble opresión patriarcal como un mecanismo no nuevo, sino de mayor jerarquía como recurso económico. Por lo tanto, nuestro planteo tiene los siguientes ejes:
- Apropiación colectiva de los resortes de la economía privatizada por las corporaciones, los bancos y el conjunto de los capitalistas como clase.
- Abolición de las industrias destructivas, sin utilidad social: megaminería, fracking, agro-negocio, etc.
- Sustitución de la matriz de energía fósil por renovables y limpias, eficientizando su utilización.
- Reconversión general de la producción y capacitación de la fuerza laboral para otro modelo de producción, de valores de uso, de “cosas socialmente necesarias”.
- Planificación democrática de la producción y el consumo, en términos de un nuevo metabolismo con la naturaleza: una gestión racional socialista y ecológica.
- Desmantelamiento de toda la institucionalidad política, represiva, burocrática y mediática del capitalismo. Nuestra democracia es para la auto-organización y movilización nacional e internacional de masas.
Ya explicamos de forma recurrente en otros artículos las dos condiciones clave para esta revolución social indispensable para un rescate histórico de la humanidad enferma de capitalismo: movilización independiente masiva; y una fuerza política militante con influencia suficiente para tener hegemonía política y darle dirección estratégica a esa irrupción popular. Luchar, hacer conciencia, construir fuerza militante. Las tareas urgentes de esta época apasionante.
Mariano Rosa, coordinador de la Red Ecosocialista