Finalizamos la primera etapa del aislamiento social preventivo y obligatorio con más feminicidios que días transcurridos. Como respuesta, hicimos un ruidazo nacional. Los gobiernos son responsables al no destinar el presupuesto suficiente para contar con refugios y toda la asistencia necesaria.
Escribe: Nadia Burgos
El lunes 30 desde las 18 impulsamos un ruidazo en todo el país. Esta medida distinta, producto de la cuarentena que estamos viviendo, tiene la fuerza que nos dejaron las acciones y marchas mundiales del 8M y 9M, que en nuestro país pusieron en escena una realidad tremenda: cada 23 horas se comete un femicidio.
En un mundo paralizado y guardado por el coronavirus y una brutal crisis capitalista, se profundizan las expresiones de violencia, no solo física y psicológica sino también mediática e institucional. En nuestro país, incluso pese a la creación del Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad, se siguen impulsando únicamente medidas parciales y sin una verdadera perspectiva de género.
Esta insuficiencia tiene un efecto directo sobre las mujeres, lesbianas, travestis, trans, no binaries, jóvenes y niñes quienes estamos expuestas al recrudecimiento de la violencia machista producto del aislamiento y de la precarización permanente de nuestras vidas.
¿#QuedateEnTuCasa?
Frente a la propagación del Covid-19, muchos países avanzan en medidas de aislamiento social, necesario sin dudas, aunque insuficiente si no se acompaña de otras medidas integrales. Como consecuencia de la cuarentena obligada, recrudecen otras situaciones a nivel personal y en la casa: angustia, conflictos, violencia.
Si hablamos de violencia de género, el confinamiento en el hogar impone una cercanía física y psicológica permanente con el violento que agrava la situación. Los mecanismos de control, sometimiento y poder sobre las víctimas se intensifican y se vuelven más frecuentes, acelerando los procesos de pérdida de autonomía y ruptura de lazos. Es decir, la casa se vuelve el lugar más peligroso.
Esto se evidencia, por ejemplo, en el aumento de un 30% de las llamadas a la línea 144 de ayuda, registrada en la primera mitad del mes de marzo. Otros datos indican que la demanda de asistencia es mayor. En este contexto hubo 12 feminicidios en 11 días, mostrando que esta urgencia sigue sin recibir un adecuado tratamiento por parte del Estado.
Alberto Fernández, en cadena nacional, dijo días atrás que “la economía se puede levantar pero si una vida se pierde no se levanta más”. Sin embargo, en los hechos, sigue priorizando el pago de la deuda externa y, para el caso concreto de la violencia de género, mantiene el mismo mísero presupuesto que destinaba Macri desde enero de 2019: $ 18 por mujer por año. Cualquiera se da cuenta que con esa limosna es imposible llevar adelante políticas públicas de prevención, sanción y erradicación real de la violencia machista.
Mientras los expertos de la ONU recomiendan disponer de al menos una casa-refugio de 10 plazas cada 30 mil habitantes, o sea unos 1.500 en todo el territorio, la Argentina sólo cuenta con 129. Desde el gobierno se insiste en que lo central es denunciar, pero ante la falta de políticas integrales las consecuencias son 70 feminicidios y travesticidios en lo que va del año.
El anuncio de la ministra Gómez Alcorta se limita al “fortalecimiento” de la línea 144 y la aplicación del método “barbijo rojo” para denunciar a través de las farmacias. De alguna manera es “reconocer” la dificultad que para la mujer es siquiera realizar un llamado en un contexto de aislamiento. Pero no da respuesta al problema esencial: si esa mujer debe salir cuánto antes de ese domicilio porque corre riesgo de ser golpeada, violada o asesinada, ¿a dónde va a refugiarse?
El Estado, por omisión, es entonces responsable de sostener y reproducir la violencia machista. También esta situación se agrava cuando resurgen los discursos punitivistas y pro militarización. Hoy se destina mucho más presupuesto y personal estatal al hostigamiento popular y de la juventud que a prevenir la violencia de género.
Desde el gobierno y los grandes medios se busca justificar a la supuesta “policía del cuidado” cuando es esa misma fuerza represiva la que se niega a tomar las denuncias, no garantiza las restricciones perimetrales y termina facilitando el accionar del violento al no actuar en tiempo y forma. También lo demuestra el caso de Claudia Repetto, en Mar del Plata, cuyo femicida fue descubierto y detenido por los hermanos de la víctima ante la inacción y desidia policial.
¡Presupuesto de emergencia y refugios ya!
Desde Juntas y a la Izquierda y el MST en el FIT Unidad seguiremos impulsando la exigencia de un presupuesto real e inmediato para aplicar las medidas que necesitamos. En un contexto de aislamiento generalizado sólo con la apertura masiva de refugios y un aumento de presupuesto para los demás dispositivos la violencia se puede detener. Esos refugios deben tener equipos interdisciplinarios, con plenos derechos laborales, que faciliten la tarea de acompañar a las víctimas de violencia, junto a programas de subsidios que garanticen salida laboral y habitacional autónoma. Si no, es condenar a la mujer a volver con el violento.
Esto debe ser acompañado de una real implementación de la Ley de Educación Sexual Integral en todos los niveles, como política fundamental para impulsar la construcción del respeto mutuo, de una sexualidad libre, sin estereotipos machistas, y de nuevas masculinidades y feminidades disruptivas del orden patriarcal. Hace falta también un cambio estructural de esta justicia patriarcal, democratizándola mediante la elección directa de jueces y fiscales y revocabilidad de mandatos.
Las medidas restrictivas sobre el violento sólo serán efectivas en tanto se apliquen desde un posición de resguardo e independencia de la víctima y bajo control social. Sin perspectiva de género no hay Ni Una Menos. A su vez, las feministas socialistas advertimos que el patriarcado, como sistema de opresión, está íntimamente ligado al capitalismo como sistema de explotación. En alianza, cargan sobre nuestros cuerpos y vidas un control al servicio de la reproducción de ganancias que debemos derribar de manera conjunta. Te invitamos a sumarte para dar esta pelea juntas y juntes.