No a la militarización. El peligroso virus de la gorra

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Con la cuarentena, la gente salió de las calles pero éstas fueron ocupadas por policías, gendarmes y militares. La secuela son detenciones arbitrarias y abusos autoritarios. Esta política del gobierno mediante su DNU 297/2020 es un riesgo antidemocrático presente y futuro.

Escribe: Pablo Vasco, CADHU-MST

Que la sastrería del Ejército confeccione barbijos y que su laboratorio fabrique alcohol en gel es una medida opinable, como todo, pero de hecho es utilizar recursos del Estado en función de necesidades sanitarias públicas.

Podemos aceptar que se trata de labores puertas adentro, cuyos productos quedan a cargo de funcionarios civiles y sin mayores consecuencias sociales ni políticas. Pero lo que ha dispuesto el gobierno nacional va mucho más allá.

El Ejército reparte raciones de comida en barrios de Quilmes, ahora en La Matanza y lo hará en Rosario, San Martín y Moreno, en un contagio que crece. Pero si esa tarea necesaria la pueden hacer bien Defensa Civil, Desarrollo Social o mejor aún los movimientos sociales, ¿por qué se la adjudican a militares? ¿Para que “los aplaudan en los barrios”, como se alegra el ministro Rossi? ¿Y no será para ayudar a “dar vuelta la página” respecto del genocidio de la dictadura, como pidió hace poco el presidente? Ambas preguntas se responden solas: quieren «legalizar» a las fuerzas represivas ante la sociedad para utilizarlas si hay un estallido social.

¿Control a los chetos? ¡Abuso a los pobres!

La misma reflexión cabe con respecto a los controles policiales desplegados por todo el país. Si el 94% de la gente cumple la cuarentena, como el propio Alberto Fernández le reconoció días atrás al diario oficialista Página 12, ¿para qué tanta cana omnipresente y armada en el espacio público? ¿Por qué no hacer los operativos con personal civil de Tránsito y/o de la Justicia, que tienen potestad de aplicar multas y, sólo en caso necesario como una fuga, llamar a la policía?

El gobierno, el macrismo y muchos medios del sistema (1) utilizan la situación de emergencia para lavarle la cara a toda esta militarización. Y alguna gente, de buena fe, cree que quizás sirve para controlar a “los chetos que violan la cuarentena”. Pero el sentido de clase es el opuesto: para lo único que sirve es para provocar vientos de vasos repudiables de abusos y violencia policial, incluidas decenas de detenciones injustas.

Cómo bien lo señala la declaración antirrepresiva del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia -espacio colectivo que integramos- de fecha 26 de marzo, “desde hace días circulan en las redes videos que dan cuenta de la agresión y el abuso policial… Hemos visto imágenes de policías disparándole a personas que van al basural a buscar comida, disparos a quienes filman las agresiones policiales, videos de torturas a pibes en la calle, sometimiento a distintos tipos de humillaciones, persecuciones a jóvenes con sus motos, detenciones a mujeres que acompañan a sus madres a hacer una compra, etc.”. Los “corrales” en una plaza montados en Jujuy, el “baile” policial a una enfermera en Madryn y el pibe al que la cana baleó en la cara cuando iba a comprar pan sintetizan estas burdas violaciones a los derechos humanos, que se ensañan con las barriadas más vulnerables.

“Las cárceles serán sanas y limpias…

para seguridad y no para castigo”, dice el artículo 18 de la Constitución nacional. ¡Alto chiste! Mientras alrededor de 95.000 personas hoy se hacinan en las cárceles de todo el país en un polvorín de posible contagio de coronavirus, y ya hubo cinco muertos por un motín en el penal de Coronda, los genocidas piden gozar del privilegio de la prisión domiciliaria. En la CABA Larreta no se queda atrás, con su plan de encarcelar a les jóvenes que “no cumplan la cuarentena” como si fueran delincuentes condenados.

¡Libertad condicional a las personas presas por delitos leves y sin condena firme! ¡Cuarentena perpetua y en cárcel común a los represores que cometieron delitos aberrantes, de lesa humanidad!

Ningún recorte a las libertades democráticas

A nuestro país y a ningún país del mundo le fue, le va ni le irá bien si los milicos y la yuta ocupan las calles. Hasta se llegó a amagar aquí con declarar el estado de sitio. Si el objetivo político del gobierno y de la oposición macrista bajo la batuta del imperialismo es reconciliar al pueblo trabajador, la juventud, las mujeres y las disidencias con las Fuerzas Armadas, de Seguridad y la cana, no será en nuestro nombre.

Como plantea el texto del EMVJ: “Todos los operativos que tengan por objeto garantizar nuestra seguridad ante la pandemia deben ser dirigidos por autoridades y/o personal sanitario basado en las redes de Atención Primaria de la Salud que existe en todo el país y aplicados por civiles con instrucción sanitaria, bajo ninguna condición con portación de armas. Las fuerzas de ‘seguridad’ que siguen impunes de todos los crímenes cometidos hasta la fecha, la policía del gatillo fácil, la Gendarmería del gendarme carancho y de la desaparición en democracia, no son quienes van a concientizar sobre la necesidad de la solidaridad y el cuidado mutuo”.
Unamos fuerzas para decirle No al peligroso virus de la gorra.

1 No sólo periodistas de derecha u oportunistas, sino “progres’ de la Facultad de Sociales (UBA), como los autores de la nota Elogio de la policía del cuidado (Página 12, 18/3/10).

 


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