La pandemia de COVID19 puso sobre el tapete una disyuntiva que hoy es un febril debate: ¿Cuidar la salud o cuidar las ganancias? La desprotección de lxs trabajadorxs del equipo de salud responde a ello. Para cuidar la salud, otro sistema es necesario.
Escriben: Orlando Restivo Presidente CICOP Hospital Belgrano, César Latorre Delegado General Hospital Italiano
En reiteradas ocasiones los medios y los funcionarios pùblicos hablan de una presunta «guerra» contra un enemigo invisible: el Coronavirus. Nosotros estamos en la primera línea de fuego.
El enemigo atravesó la primera línea y se metió de lleno en la comunidad. En Italia 125 trabajadores de salud murieron. InfoBae del 27/4 señala que «casi 17.000 trabajadores.… La cifra representa el 10% del total de personas que han sido contagiadas en toda Italia1». También en España. Publica Redacción Médica: «desde el inicio de la crisis se han contagiado ya un total de 37.994 personas [del equipo de salud], 410 más que el domingo2. En Argentina el COVID19 ya se metió en la línea de fuego. InfoBae reconoce que son «431 los profesionales de la salud los que dieron positivo en el test de Covid-19 y quedaron fuera de la primera línea de combate. Esa cantidad representa el 15 por ciento de los infectados que se registran en el país, que son 2.839 en total3».Y el númeo sigue en aumento.
A la guerra sin protección
La experiencia de España e Italia muestra que sin elementos de protección personal los trabajadores de la salud están indefensos y caen en combate por decenas y aun cientos. El gobierno y algunos expertos que trabajan a su servicio, pretenden justificar este ajuste con una ideología del «no hay», «no se puede pedir», «debemos cuidar los recursos». Lo fundamentan con supuestas recomendaciones «científicas» que no son más que recetas para evitar que se gaste en proteger al personal. La consecuencia es nefasta. No solo caen trabajadorxs de salud. Rápidamente cae la población por que el sistema de salud no frena el avance del virus y el COVID19 se instala en la comunidad.
El uso de camisolines denominados hidrorepelentes o hematófugos y de barbijos N95 está debidamente comprobado en caso de asistencia a pacientes con COVID19 o casos sospechosos no confirmados pero son escasos y se retacean como si se tratara de un «lujo». El costo de todos los EPP juntos de todo el sistema de salud es la milésima parte de lo recaudado por clínicas y sanatorios con la internación de pacientes en terapia intensiva o centros de alta complejidad. Sin embargo estos EPP se niegan y se considera un derroche su uso regular. Más aún, se retacean los barbijos quirúrgicos o se entrean partidas que son de pésima calidad.
Es evidente como viene sucediendo en nuestro país, que sin EPP adecuados y suficientes la pandemia se extiende en el personal de salud y derrumba la principal fortaleza del combate al COVID19.
Un sistema de salud deteriorado
El COVID19 pasó la primera línea, pero no por casualidad son muchos los muertos en ella. Los sistemas de salud en todo el mundo se derrumban ante la pandemia. Ninguno está pasando la prueba. Ni los Privados completos, como EEUU; ni los mixtos como los Europeos. La vulnerabilidad de estos sistemas es fruto de décadas de deterioro profundo de la salud pública por las políticas aplicadas por los gobiernos que desfinancian y destruyen la salud pública para favorecer el negocio privado de la salud. Y se ha deteriorado porque desde hace décadas se ha dejado de invertir en salud. La salud de ser un bien social pasó a ser un costo para los estados capitalistas y para las recetas del FMI, el Banco Mundial (BM) y las grandes corporaciones multinacionales. Este deterioro no solo atañe a la atención de los pacientes antes y durante la pandemia. También redunda en perjuicio de lxs trabajadorxs de la salud.
Todos los políticos y cadenas informativas hablan de las consecuencias: desborde, colapso, de que el sistema no resiste, etc; pero lo que no se dice es que los actuales sistemas de salud mostraron su total fracaso. Y éste es tal, que el debate sobre la necesidad de volver a la salud pública empieza a ganar peso y adherencia. Hoy es más necesario nunca luchar por establecer un sistema único de salud. Un sistema accesible y universal para todxs. Es la medida elemental y profundamente democrática: el sistema privado cuenta con el 60% de la capacidad crìtica instalada para atender al 7% de la población. Es necesario nacionalizar sin ninguna indemnización al sector privado y poner el conjunto del sistema de salud bajo el control de los trabajadores de la salud: nosotros mismos somos los que no tenemos ningún interés que sesgue el principio fundamental de velar por la salud nuestra y de toda la población.
Organizarnos y luchar por nuestros derechos
Lxs trabajadorxs de salud y la comunidad tenemos derecho a protección. La consigna «Cuidar a los que cuidan» se hizo carne en estas semanas en la opinión pública, pero la realidad dista mucho de mostrar que el gobierno nacional o los provinciales se preocupen por nuestro cuidado. El costo de nuestro cuidado, paras las patronales, es un costo que no parecen dispuestos a pagar. Por eso solo con lucha lo obtendremos. Pero tenemos que organizarnos. Desde ANCLA/MST y nuestra agrupación sanitaria Alternativa Salud y la Agrupación Bordó de Sanidad hemos organizado ya tres capítulos del Encuentro Nacional de Salud (on-line). Y estamos organizando el 4° Encuentro para el sábado 9 de mayo.
Te invitamos a sumarte a nuestros espacios para aportar tus experiencias, para poder tener más fuerza al reclamar EPP, para defender nuestros derechos y lograr que la salud de todxs esté por encima de las ganancias capitalistas, defendiendo un Sistema Único de Salud Publica en el camino a luchar por una sociedad mas justa, que para nosotrxs es una sociedad socialista.
Amparos en defensa del personal de salud
La lucha por los derechos laborales es una prioridad para el MST, más ahora cuando tan expuestxs están quienes trabajan en la salud pública y privada. Por eso es que militantes de nuestro partido del sector salud, con el patrocinio jurídico de nuestras abogadas del CADHU, Mariana Chiacchio, Claudia Leaños y Alejandra Giordano, han sido la vanguardia del país en presentar recursos de amparo a la justicia laboral. Las demandas van contra los empleadores, para que otorguen la protección necesaria, y contra las ART, para que cubran todos los riesgos ante un eventual contagio con coronavirus.
Hasta ahora presentamos decenas de amparos de trabajadorxs del Hospital Italiano (privado) y de los hospitales públicos porteños Tornú, Moyano, Gutiérrez, Piñero, Pirovano, Sardá, Durand y Vélez Sarsfield. También se están presentando en Córdoba, Rosario y otras ciudades del interior. Los fallos de las juezas Rosalía Romero, María Elena López y Ana Barilari han sido todos a favor de lxs trabajadorxs al dictar medidas cautelares que obligan a las patronales y ART a proveer la protección adecuada. Queda pendiente la cuestión de fondo de los amparos: que las ART den cobertura integral por los riesgos de Covid 19.
El gobierno porteño y Provincia ART apelaron el fallo del Moyano, pero los refutamos y la Cámara Nacional del Trabajo ratificó el fallo protectivo de primera instancia. Con esta victoria, además, sentamos precedentes en la jurisprudencia a favor de los derechos laborales. Los reclamos de nuestrxs compañerxs del Italiano, del Hospital Belgrano y otros establecimientos tuvieron fuerte eco mediático y el ejemplo se extendió. Esta lucha, de la cual los amparos son parte, es lo que obligó al gobierno nacional a dictar el Decreto 367/20: un logro parcial, que declara al coronavirus como enfermedad laboral mientras dure la pandemia.
Muchos empleadores retacean los elementos de calidad, como los barbijos N95 y los camisolines repelentes de fluidos. Pero como bien señaló el fallo de la jueza Romero, el derecho a la salud y la vida de los trabajadores debe estar por encima de cualquier mercantilismo. Por eso la pelea sigue.