Alberto Fernández, con su habitual estilo “profesoral” anunció la extensión de la cuarentena hasta el 10 de mayo. Esta vez habló de una “cuarentena focalizada”, dejando en manos de los gobiernos provinciales la liberalización de la misma e incorporando nuevas actividades “esenciales”. Lo que no se dijo en la conferencia es sin dudas lo más importante. Acompañame a analizarlo.
Escribe: Martín Carcione
No es un secreto para nadie que, lejos de la “unidad” de los primeros días de las medidas de aislamiento, la situación política y social del país se ha ido deteriorando. Existen múltiples factores para ello, aunque sin duda el eje vertebrador es la falta de medidas de fondo para los trabajadores, para los millones que se encuentran en cuarentena y ven deteriorarse sus derechos a un ritmo acelerado y ni hablar de los miles que deben ir a trabajar sin las condiciones de bio seguridad.
A esto se le suma la agudización de la crisis económica, la presión de la deuda y la actividad incansable de los empresarios para terminar con cualquier medida de cuarentena y retornar el ritmo de actividad, aprovechando claro está, las condiciones de súper explotación que fueron obteniendo por parte del gobierno acompañado por la burocracia sindical.
La mano “invisible” del mercado
En las últimas dos semanas, la pose de gobierno “duro” que retaba a los empresarios por TV, los llamaba miserables y defendía a rajatabla su elección de la “vida sobre la economía” fue quedando solo en eso, una pose. Esta nueva etapa “focalizada” de la cuarentena está dada esencialmente por la presión de las corporaciones, que no solo no se “asustaron” con los retos de Fernandez sino que obtuvieron todos o casi todos sus reclamos.
Empezando por Techint por ejemplo, que despidió todo lo que quiso, siguiendo por las cadenas de comida rápida, que dejaron sin cobrar la totalidad del sueldo a sus trabajadores, pasando por gremios como petroleros que acordaron rebajas del 50% en los salarios hasta el último acuerdo, defendido más por Daer y la CGT que por los empresarios, donde se rebaja los salarios un 30% a todos los trabajadores suspendidos.
Pero eso no es todo, el gobierno además dio marcha atrás con la intención de declarar de utilidad pública el sistema privado de salud, aceptó pagar el 50% de los salarios de una parte importante de los trabajadores y en medio de la pandemia, incluso diciendo que era imposible, siguió pagando la deuda.
Es decir, más que focalizada la cuarentena está siendo desarmada paso a paso para seguir cediendo a la presión de los grandes grupos económicos. Mal que le pese a los que disfrutan con las filminas y las remeras de “Santi” Cafiero. La cuarentena se está abriendo, sin los testeos suficientes se camina “ a ciegas” y todavía no se llegó al pico. Más que preocupante.
En los barrios populares, una olla (vacía) en ebullición
La presión empresarial logra medidas por parte del gobierno, mientras que en el otro extremo de la sociedad se acumulan más y más necesidades. Millones de trabajadores y trabajadoras están sintiendo la crisis con sus peores caras.
Por un lado, la cara de la pobreza, de la miseria y el desamparo. Sin cobrar sus magros salarios completos, sufriendo suspensiones y despidos y viendo como los pocos pesos que consiguen no paran de perder frente a la inflación galopante. Además, sin certezas en cuanto al plan de salud, ya que siguen ausentes los testeos masivos. Podemos sumar también que el gobierno, luego de intentar un negociado escandaloso, hace meses que retacea la comida en los comedores populares de todo el país y en algunos barrios no tienen ni agua, como ocurrió en la villa 31 esta semana.
Por otro lado, los sectores que están obligados a trabajar desde el primer día, fundamentalmente el sector salud (aunque no es el único) que enfrentan la pandemia sin elementos de bio seguridad, sin testeos, con salarios de hambre y condiciones de súper explotación brutales. Como resultado de esta desprotección planificada por parte del Estado y los privados, Argentina ostenta el triste record mundial de trabajadores y trabajadoras del equipo de salud muertos por COVID-19.
Vemos con este panorama que lo que se paga de un lado del mostrador se cobra del otro, la presión aumenta y aún no llegamos al pico de contagio del virus.
Trabajadores y traidores
En este marco, los que sacaron un doctorado en traición son los dirigentes sindicales burocráticos con Hector Daer a la cabeza miren qué emblemático, el“representante” del gremio de la sanidad es el primer defensor del gobierno y los empresarios frente al reclamo de los trabajadores. Una verdadera lacra, que empezó incluso a hablar de rebaja salarial en los primeros días de la cuarentena, preparando el terreno para lo que se venía. Pero, quienes lo criticaban en aquel momento guardan un respetuoso silencio frente al accionar rastrero de estos burócratas. Nos referimos a Moyano y otros personajes, que pegaron algunos gritos, pero luego de eso, nada.
Esta nueva etapa “focalizada” de la cuarentena también se debe a ellos y su inexistente voluntad y acción de lucha por la salud de millones de trabajadores y trabajadoras. A su celo excesivo por garantizarse los fondos de las obras sociales. Sin dudas la actividad de la burocracia contrasta con las direcciones combativas de la Cicop o la Comisión interna del Hospital Italiano o de centenares de trabajadores que van saliendo a la lucha. Impulsar la solidaridad total con estos compañeros y compañeras, e impulsar a fondo estas luchas sin dudas es una tarea fundamental de la coyuntura, porque las vidas valen más que las ganancias y para transformar esa frase en medidas concretas sin dudas hay que sacarse de encima a la burocracia.
Hacen falta medidas socialistas
Además, el programa que levantamos desde la izquierda es el único que permitiría enfrentar a la pandemia garantizando los derechos de las mayorías. Para eso hay que afectar los intereses de los ricos y construir otro modelo de país.
Promovemos el mantenimiento de la cuarentena pero con medidas de rescate social para trabajadores y sectores populares y fortalecimiento real del sistema de salud.
Proponemos triplicar el presupuesto de salud e incorporar en planta permanente el personal necesario con plenos derechos y salario actualizado. Que se destinen todos los recursos necesarios a garantizar la salud y la seguridad de los trabajadores del equipo de salud en primer lugar y de todos los trabajadores en particular. Elementos de protección personal y testeos para todo el equipo de salud. Licencias para los grupos de riesgo.
- Que se reconvierta la industria para que esté al servicio de producir los insumos e infraestructura necesarios para responder a la pandemia.
- Que se ponga en pie un sistema único y estatal de salud, nacionalizando el sector privado y bajo control de sus trabajadores.
- Proponemos la prohibición real de despidos y suspensiones. Que todas las empresas que despidan, suspendan o rebajen salarios pasen a manos del estado bajo control de sus trabajadores.
- Subsidio universal para los sectores populares precarios, monotributistas y desocupados.
- Que no se pague un peso de la deuda externa. Y se cobre un impuesto especial a las corporaciones y grandes fortunas. Que la crisis la paguen ellos.