Los diarios de los últimos días hablaban de tensión, roces, perspectivas de default. El presidente por su parte instruyó a Guzmán a que abriera otra ventana de negociación. El relato en su máxima expresión, por un lado asegura que «no le gusta la Argentina que cae en default todo el tiempo» y renglón seguido aclara que no «hará sufrir más a los argentinos para pagar un peso de deuda más». ¿Entonces en qué quedamos? ¿Cuál de las dos afirmaciones es real y cuál falsa?
Escribe: Gerardo Uceda
Desde estas páginas ya muchas veces hemos abordado el tema de esta negociación de la deuda, también sostenido que la misma y toda la deuda en general es fraudulenta, ilegal e ilegítima y por tal no debe ser pagada. También dijimos que el gobierno de Alberto Fernández mientras sostiene para la popular que no pagará con el hambre del pueblo, por otro lado da claras señales a los acreedores de que de ninguna manera pretende entrar en default. Esto último obviamente debe ser lo cierto ya que los acreedores siguen aguantando, no van a juicio como amenazan de tanto en tanto y en los valores de los bonos, la bolsa y el riesgo país no sucede por ahora ninguna de las catástrofes anunciadas por los economistas del sistema, más allá de la profundización de la crisis crónica, empeorada por la pandemia a la cual ya también nos referimos muchas veces.
Negociación: entrega en capítulos
Si algún lector siguió el tema de manera más o menos cuidadosa, podrá estar algo confundido. Es que al principio nos dijeron que ya estábamos en default desde el año pasado con el reperfilamiento de Macri, luego que teníamos que acordar antes del 22 de abril para evitar la catástrofe, luego los plazos se prorrogaron a mayo y después a junio y ninguna de las pestes anunciadas llegaba. Ahora ya en junio se tensaron las relaciones, hubo algunos cruces de amenazas y… finalmente se pateó la pelota para el 24 de julio, pero en realidad sería para el 30/7. La realidad es que esta negociación parece una mala serie de Netflix donde la entrega de capítulos deja entrever el final desde el principio. Los fondos aprietan, chantajean y presionan para obtener más y más beneficios, por su parte el gobierno hace como que resiste pero capítulo a capítulo va entregando más y más del trabajo de los argentinos. De modo que los fondos ya descuentan que presionando al gobierno de AF, les va a pagar mucho más de lo que inicialmente ofreció y presentó ante el pueblo como una propuesta agresiva y conveniente 100% para el país.
La dureza de los fondos buitres tiene otro condimento extra, el de obtener una mayor tajada de la negociación. Es que saben que si argentina realmente lograra una quita importante, significativa y real del monto adeudada, esto serviría de antecedente y contagio para los demás países deudores donde ellos también poseen bonos (como Líbano o Ecuador). De manera que la negociación de Guzmán y su gente servirá de aval y testigo para que estos buitres presionen a los demás países que como el nuestro sufren el yugo de una deuda impagable y asfixiante para los pueblos.
Último tramo: ¿qué discuten?
Al principio la oferta inicial publicitada fue sobre un paquete de aproximadamente U$S 67.000 millones, el gobierno ofertó una quita del 5% sobre el capital adeudado, otra quita sobre los intereses del 62%, un período de gracia de 3 años hasta empezar a pagar y los intereses a pagar se repactarían escalonadamente del 1 al 5%. Aunque ya hemos escrito en varias oportunidades que esto no significaba ni con mucho una negociación beneficiosa ni mucho menos revolucionaria, la verdad que lamentablemente debemos decir que poco queda de esta oferta de abril y que los fondos han avanzado muchísimo a su favor sobre esta oferta inicial, aunque desde el ministerio de Economía intente negarlo o por lo menos minimizarlo.
Parte de esta estrategia gira en torno a presentar como un paquete global lo que se ofrece, para que no salga a la luz el verdadero retroceso que ha tenido en estos meses la posición argentina. Así Alberto enfáticamente dice que no está dispuesto a pagar más de U$S 49,90 por cada U$S 100 adeudado y los fondos siguen tironeando para conseguir cerca de U$S 55 por cada 100. Este monto global, insistimos, oculta que poco queda de la oferta inicial del gobierno. Más allá de otro detalle: el valor de los bonos en el mercado si los vendieran no supera el 20-25%, es decir la mitad de lo que la «revolucionaria» propuesta de Alberto ofrece hoy.
Pero si nos atuviéramos a una comparación más cercana a la oferta inicial, que mensura mejor el avance de los buitres, veríamos que el gobierno ya concedió sacar la quita del 5% del capital, que cedió también en que el plazo a partir del cual pagar sería menor a 2 años, que además se aceleraría el escalonamiento del pago de intereses de manera que se llegaría más rápido al pago del 5% y como si fuera poco el gobierno les da «un dulce», como se conoce en la jerga de los mercados, que no es otra cosa que les pagaría unos U$S 3.000 millones más a través de un bono atado al PBI o las exportaciones del sector agrícola, que llamativamente es la única producción argentina que siempre crece o da beneficios. En definitiva lo único que les queda conseguir a los acreedores es que la quita sobre los intereses sea mucho menor al 62% inicial y ya harían negocio redondo. De la suma de todas estas concesiones es que sale el número de 49.90 que ofrece Alberto y lo presenta como si fuera un éxito de su negociación. Claro, los bonistas saben que está dispuesto a pagar a cualquier costo y por eso siguen presionando y ahora que ofrece 49.90 exigen 55.
La única opción es no pagar
Por supuesto que no acordamos para nada con el doble mensaje de Alberto, que dice que va a pagar pero no con el hambre o sufrimiento del pueblo. No sólo por el monto de este paquete, sino también por los que ya están acordados desde el 2005 en adelante y que representan más de U$S250.000 millones extras de deuda, la deuda es claramente impagable. Más aún decir que se va a hacer sin ajustar a los trabajadores, eso lo sabemos largamente desde hace más de 40 años.
Por eso desde el MST venimos sosteniendo que la única alternativa válida para que no seamos los de abajo los que siempre paguemos las crisis y las deudas, es que se declare un default unilateral, total y soberano sobre el conjunto de la deuda. Hay sobradas pruebas de que la misma es fraudulenta e ilegítima. Además proponemos que se ajuste a las grandes corporaciones y fortunas, que fugaron al exterior una cifra que sospechosamente es muy similar al conjunto de la deuda. Que se impongan grandes impuestos progresivos a sus fortunas. Que se nacionalice el conjunto de la banca y el comercio exterior para evitar que sigan haciendo maniobras y fugas como las muy actuales de Vicentín y tantos otros. Y que todos esos recursos se vuelquen a afrontar la crisis sanitaria ocasionada por la pandemia, a dar trabajo y salarios, planes y jubilaciones dignas que cubran la canasta familiar. Todo lo demás es doble discurso, verso y utopía de un presidente que nos habla de un inexistente capitalismo más justo.