Alfredo Zaiat. Cristina lo recomienda, nosotros no

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Cristina ponderó un artículo de Alfredo Zaiat llamado “La conducción política del poder económico” 1. La vice tuiteó: “se trata del mejor análisis leído en mucho tiempo”. Más allá de algunas coincidencias básicas, discrepamos con sus afirmaciones. Aquí, nuestra opinión al respecto.

Escribe: Gerardo Uceda

El día 12 de julio en el diario Página 12 se publicó un artículo del periodista Alfredo Zaiat bajo el título que perfectamente podría haber pasado desapercibido en el medio de tanta noticia sobre la pandemia, negociación de la deuda y otras. Pero su destino fue otro desde que Cristina Kirchner al referirse al mismo en su cuenta de Twitter lo ponderó al extremo de decir que “se trata del mejor artículo leído en mucho tiempo”, “de lectura imprescindible para entender y no equivocarse”. Desde ese tuit saltó al estrellato y se convirtió en materia de análisis y discusión en distintos medios, sea desde el punto de vista político como económico.

No nos referiremos aquí a las especulaciones políticas derivadas del artículo y el comentario de CFK, sobre si había grieta en el gobierno o doble comando o si Cristina le marcaba la cancha al Alberto, etc. Nos ocuparemos en cambio de debatir y cuestionar el análisis económico-político planteado, según nuestra perspectiva.

Los planteos de Zaiat

Zaiat arranca cuestionando que el 9 de julio el presidente haya estado acompañado por los empresarios del G-6, lo más concentrado de la burguesía y Héctor Daer. Reivindica el mensaje de Alberto, pero agrega que sus interlocutores empresarios no lo van a aceptar, porque el poder económico se transformó en las últimas décadas. Los empresarios ya no representan intereses nacionales, ni están interesados en desarrollar el mercado interno, sino que responden a intereses trasnacionales, fundamentalmente en el mundo de las finanzas, escribe Zaiat. Y da ejemplos de los negocios internacionales de Techint, con dinero proveniente en gran parte de las rentas obtenidas en el mercado argentino. A Techint, no le serviría ahora un supuesto modelo desarrollista argentino, sino sus ganancias internacionales.

Otro de sus ejes es que se trata de un poder económico conservador, “ideologizado al extremo” y con la clara conducción política de Techint (visto como enemigo por Cristina desde el 2008 pero que supo ser un aliado de Néstor en los primeros años del kirchnerismo) y especialmente Clarín, que en resumidas encarnarían la conducción del neoliberalismo en Argentina, guiados por el Departamento de Estado de EEUU. En este sentido se explaya con argumentos correctos sobre el rol monopólico del grupo Clarín en cuanto a los medios de difusión, el cual se habría convertido en el malo de la película en el año 2008 cuando la crisis del campo por las retenciones. A partir de allí habría cambiado su línea editorial hacia un modelo aperturista y empezado a atacar al gobierno de Cristina y su plan Nac&Pop. Seguramente estos planteos deben haber sido los que más empatía generaron con Cristina, reflejadas en su tuit.

Según el periodista el resto del establishment se disciplinaría detrás de ellos por miedo o convencimiento, so pena de no participar en la tajada de los negociados o de la cárcel, como les habría pasado a los grupos económicos kirchneristas como Lázaro Báez, Cristóbal López, etc.

Otro eje del citado artículo es que, al hablar de la corrupción capitalista, dice correctamente que todos los empresarios son corruptos y coimeros, pero que los empresarios K son estigmatizados con esta denominación producto del manejo de los medios de información, intentando en este sentido minimizar su rol, ya que los del otro grupo, serían corruptos y además poderosos y apoyados por Clarín.

Finalmente, parece adherir a la propuesta de Alberto que sería la reconstrucción económica del país a partir de un capitalismo distinto, como varias veces ha dicho el presidente y sostiene que la pandemia brindaría una oportunidad excepcional para fortalecer el rol del Estado por sobre el empresariado concentrado, neoliberal y macrista digamos. Para reconstruir este capitalismo, sería necesario ampliar su base social incluyendo a las pymes, cooperativas, etc., un viejo e incumplido anhelo del peronismo.

Un detalle del artículo, son varios “descubrimientos” que desliza al pasar y sobre los cuales no ahonda. Como cuando dice que los grandes monopolios son “protagonistas principales de las crisis, pero nos las padecen o más bien se benefician”, cosa que venimos sosteniendo desde la izquierda desde hace décadas. O cuando, parafraseando a Marx sostiene “como se sabe desde hace bastante, los intereses materiales van moldeando la conciencia y la acción”. También le atribuye a Techint la novedad de considerar al salario como un costo y no un motor del desarrollo o que los grandes empresarios en las últimas décadas apuestan más al mercado internacional y al mundo de las finanzas. Nosotros, como desarrollaremos luego consideramos que estas referencias no son nada novedoso y sobre todo explican centralmente el comportamiento de los capitalistas y no por casualidad son mencionados al pasar, dado que de hacerlo en profundidad harían cambiar por completo las conclusiones finales del artículo.

Nuestro punto de vista

Sin intenciones de ponderar o denostar la nota de Zaiat, partimos de decir que discrepamos totalmente con el contenido central de la nota y sobre todo de las conclusiones que parece proponer. Esto, más allá de compartir algunas definiciones generales sobre los grupos monopólicos y la burguesía en general.

En líneas generales compartimos que es errado creer que se puede salir de la crisis económica que arrastra la Argentina desde hace décadas, agravada ahora por la pandemia por unirse con los grandes empresarios del G-6. Pero no vemos que esto se deba a que las grandes corporaciones se hayan alejado ahora del desarrollismo o del mercado interno, ni tampoco creemos que haya otros sectores burgueses de importancia que lo estén. Opinamos que la tendencia a la monopolización lleva más de un siglo y extranjerización de la burguesía nacional arrancó con fuerza en 1979 y pegó un salto en la década del 90. Basta ver la composición de las empresas que operan en el país, donde la participación mayoritaria de capital extranjero en las 500 empresas más grandes del país pasó del 42% a finales de la década del 80, al 62% en el 2000 y siguió creciendo hasta el 68% en 2006 en pleno auge del kirchnerismo. No verlo así o no remarcarlo, tiene para nosotros el objetivo de plantear que habría otra burguesía, como dice al final el propio autor, que sí podría sumarse a la famosa reconstrucción económica, suponemos que además de las pymes se debe referir a los Lázaro o Cristóbal afines al kirchnerismo.

Tampoco es nuevo que las grandes empresas deriven sus ganancias al circuito financiero y las transformen en dólares para ser fugados como dice el artículo. Para nosotros el fenómeno que explica a nivel mundial no sólo nacional la derivación del excedente de ganancias obtenido en el circuito productivo al financiero y de allí el aumento del capital especulativo que existe en la economía mundo, es precisamente que el capital no encuentra forma de reproducirse al nivel esperado en el plano de la producción por una caída tendencial en la tasa de ganancia. Por eso mismo todas las empresas, pero fundamentalmente las más grandes derivan sus fondos al sistema financiero, que a su vez es fuente de todo tipo de burbujas especulativas que al explotar son causantes de nuevas crisis primero financieras pero que luego impactan en la economía real. En nuestro país, como país dependiente y atrasado, con el rol asignado de productor de materias primas como bien señala Zaiat, el proceso de fuga de capitales que es histórico, está más acentuado no sólo por la derivación de ganancias de las multinacionales a sus casas matrices en dólares, sino también por la desconfianza que tiene la burguesía toda en la endeble economía nacional.

La extensa descripción de la extranjerización de intereses de los grupos Techint y Clarín y su demonización, tiene para nosotros el claro objetivo de establecer una distinción entre dos capitalismos, uno el representado por estos grupos que sería el neoliberal, trasnacional y malo y otro que no termina de definir claramente, representado por el resto, que acompaña por miedo o conveniencia según Zaiat, al que con presión estatal se lo podría alinear con los intereses nacionales y las necesidades del pueblo. Nosotros discrepamos completamente con este planteo, sostenemos que el capitalismo es uno sólo y comandado por el imperialismo yanqui y europeo, más allá que existan distintos sectores e intereses sectoriales. Que el neoliberalismo no es más que una faceta que corresponde a determinadas relaciones de fuerzas respecto de las masas trabajadoras, como el desarrollismo o el estado de bienestar europeo correspondieron a otras. Y decimos tajantemente que desde hace décadas que este sistema está en decadencia, con crisis cada vez más profundas y frecuentes y que la única manera que ha logrado intentar aminorar la caída en su tasa de ganancias es precisamente disciplinando y absorbiendo a los sectores burgueses más pequeños, de países dependientes como el nuestro y someterlos a una política única mundial, de explotación creciente de las masas. Pensar o proponer que en este marco puedan existir sectores burgueses independientes o nacionalistas no sólo es utópico sino falaz.

Otro tanto podemos decir de la corrupción, donde pareciera en la superficie haber acuerdo con la nota, ya que correctamente dice que son tan corruptos los empresarios del G-6 como los K. Aunque a continuación se explaya en el poderío de los primeros que los hace socialmente aceptados, y ubica a los segundos como víctimas de este poderío y persecución. Nosotros somos categóricos, la corrupción es inherente al sistema capitalista, que, ordenado fundamentalmente por la obtención de ganancias, evade impuestos, compra políticos y sindicalistas, acuerda sobreprecios obscenos de la obra pública, etc., con el viejo argumento de que el fin justifica los medios. Por lo que no hay posibilidades de acabar con la corrupción si no destruimos al capitalismo.


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