MST - Movimiento Socialista de los Trabajadores Lunes 27 de Agosto, actualizado hace 4 hs.

Refugio

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Un debate tangencial, pero que se planteó en la Conferencia del FIT-U del fin de semana pasado, fue el socioambiental. La única exposición referida al tema la desarrolló en pocos minutos la diputada por el MST de Córdoba, Luciana Echevarría. Uno de los partidos que integran el frente, Izquierda Socialista, la cuestionó. Entonces, en este artículo aclaramos nuestra perspectiva.

Escribe: Mariano Rosa

El dogma puede operar como refugio. La falsificación polémica, forzada, como método para encubrir. ¿Refugiar qué? ¿Encubrir cómo? Refugiar impotencia política, inconsistencia teórica. Encubrir la falta de experiencia acumulada o la pereza intelectual, del que prefiere mejor no arriesgarse. Es decir: es una especie de “empaque” político. Arrancamos por acá el artículo, porque nuestro partido fundó hace 6 años una corriente nacional para intervenir en el frente socioambiental: la Red Ecosocialista. Esa determinación táctica, se dio después de 3 o 4 años de participación en la resistencia megaminera, en la denuncia del agronegocio, en la paciente (pero constante) tenacidad para intentar comprender este nuevo fenómeno de la decadencia sistémica, interactuar con la vanguardia de su movimiento, y luchar ideológicamente con distintas corrientes planteando un programa desde la izquierda, de fondo, revolucionario. Pasaron casi 10 años de aprendizaje nacional e internacional. Porque desplegamos campañas, impulsamos encuentros, asambleas, talleres. Porque fuimos invitados a eventos en América Latina y Europa. Porque debemos tener entre 150 y 200 artículos publicados con debates que van desde la matriz extractiva en el país, hasta la experiencia de la planificación burocrática del estalinismo y su deriva ecológica. En síntesis: ni recién llegamos, ni somos improvisados en este frente de lucha anticapitalista. Por lo tanto, la seriedad más elemental para plantear una polémica, es estudiar con cierto detenimiento al oponente. Izquierda Socialista, no se tomó ese básico trabajo. Pero, en fin, dejemos el análisis del debate para explicar con argumentos, por enésima vez algunas de nuestras posiciones estratégicas.

El punto de no-retorno

¿Es todo más de lo mismo en el mundo y por lo tanto nada nuevo para pensar? Veamos. Las condiciones medioambientales que prevalecían desde la última edad de hielo –las únicas condiciones en las que las civilizaciones humanas existieron– están siendo sepultadas. El cambio climático es el ejemplo más evidente: el nivel de dióxido de carbono en la atmósfera es ahora mucho mayor que en cualquier período de los últimos dos millones de años. Repitamos: 2 millones de años. Esta arista de la crisis global, no es un aspecto secundario: es fundamental y nueva por su escala y dinámica. El capitalismo llevó a la civilización a varios límites en las últimas décadas. Lo que estamos diciendo es que el capitalismo está haciendo involucionar la vida sobre el planeta. Una prueba es toda esa serie de nuevas enfermedades zoonóticas (virus, bacterias y parásitos que pasan de la vida silvestre a los humanos y animales domésticos) que emergen cada 4 o 5 años por todo el mundo porque el modo de producir está arrasando los bosques primarios reemplazándolos con monocultivos con el objetivo de ampliar márgenes de rentabilidad. En ecosistemas desestabilizados hay más chances para que enfermedades como el Ébola, el virus del Zika, la Gripe porcina, otras nuevas gripes, y ahora el Covid-19 contagien las comunidades cercanas. El calentamiento global empeora la situación al permitir (o forzar) a los patógenos portadores que abandonen áreas aisladas donde habían existido pasando desapercibidos durante siglos enteros o mayor tiempo. El cambio climático, además, debilita los sistemas inmunológicos de las personas y los animales, haciéndolos más vulnerables a las enfermedades, y con más probabilidades de experimentar complicaciones extremas. El vaciamiento de la salud pública, para subsidiar corporaciones o pagar deudas externas, completa el cuadro. Entonces: ¿no amerita esta realidad que los marxistas abramos la cabeza para pensar de forma creativa, valiente políticamente e innovadora? Bueno, los (eco) socialistas del MST, decimos que sí hace tiempo.

Marx y la cuestión ecológica

La imputación que IS nos hizo sería más o menos así: “Como hay corrientes o personalidades que utilizan la etiqueta de ´ecosocialista´ y son reformistas, ustedes, militantes del MST que construyen la Red Ecosocialista también lo son”. Incluso el silogismo, sigue: “y como esos ecosocialistas reformistas (algunos por lo menos), apoyan al DSA en EEUU, y en ese partido hay una corriente de reformismo ecológico, adivinen: a ustedes, les cabe lo mismo. Son reformistas”. Bueno, este fue el “argumento polémico” contra nosotros en la Conferencia del FIT-U. Con esa forma de razonar, podríamos decir que Stalin también decía que era marxista. IS dice que es marxista. Entonces, IS es estalinista. ¿No? Por suerte, Marx estudiaba, con la mentalidad bien abierta. Y por eso, su pensamiento dejó coordenadas metodológicas (no recetas, ni verdades absolutas), que a más de 150 años todavía tienen potencial político y teórico para entender procesos novedosos.

Por ejemplo:
La brecha metabólica; como categoría dedicada a explicar la ruptura y disociación que la lógica de la ganancia produce entre la civilización humana y los ecosistemas. El capital agota las dos fuentes fundamentales de la riqueza social: la fuerza humana y la naturaleza. Esto es pertinente para aplicar a la actualidad.
Gestión racional; el planteo de la necesidad de recuperar un intercambio con el entorno, sostenible, y para eso, la planificación democrática de la producción. Otro concepto vital.
Reemplazar valores de cambio por valores de uso; la supresión de la propiedad privada capitalista y el fetichismo de la mercancía. Hoy, aplicable a la obsolescencia programada o la publicidad comercial que fomenta el sobre-consumo artificial. Esto, como pista de investigación política, también es de Marx. Y llegó a trazar estos ejes, aproximativos (porque no fue un “ecologista”), estudiando al químico Liebig, después a Carl Fraas, un proto-climatólogo y así desarrolló la idea de que el capitalismo multiplica fuerzas destructivas, no productivas llegado cierto límite. Es decir: no repitió fórmulas preconcebidas. Se animó, exploró, formuló hipótesis.
En síntesis: claro que hay reformistas y obvio, hay traficantes de marxismo edulcorado. Son un peligro. Pero los custodios medievales de Marx, también divulgan falsas ideologías. Huimos de ese nicho.

Ese hijo sano del escepticismo

La transición al socialismo, incluye asumir toda la herencia del desastre capitalista para superarla. La supervivencia de esta organización social, ya decadente, provoca fenómenos imprevistos. La tecnología no es neutra en general, depende como la ciencia de la orientación de clase que la utilice. Pero a la vez, el capital en esta etapa desarrolla modalidades de producción dañinas per se, independientemente de la clase. Abolir ramas enteras de la producción es una destructiva y revolucionaria tarea planteada, para la clase obrera en el poder. Y reconvertir esas ramas, con garantía de continuidad laboral como prioridad. A la vez, para las izquierdas de capilla, es un tabú. Para nosotros, una novedad.

La sociedad por la que luchamos, tiene que tener como base otra racionalidad de clase, obrera y del conjunto de los explotados. Y a la vez, integrar el vector socio-ambiental como parámetro, para un plan de rescate de los ecosistemas de la depredación capitalista. Esto, también es una novedad. Nuestro propósito es la propiedad colectiva de los medios de producción, para una planificación democrática de todo. Nuestra concepción no es la de una limitación del “consumo general”, sino un cambio en la matriz de producción, una reeducación global del consumo, el fin de la ostentación, el desperdicio, la alienación y la acumulación que prevalece en el orden capitalista.

La innovación tecnológica, para alivianar la carga colectiva del trabajo socialmente necesario. Trabajar todos y trabajar menos.
Tiempo libre social de masas como pre-requisito para una democracia política de clase, también.

Para todo esto, como proyecto anticapitalista y socialista se requiere clase obrera movilizada, autoorganizada y partido revolucionario e internacional, porque la escala de nuestra perspectiva estratégica es esa. Una vez más: el dogmatismo es otro hijo sano del escepticismo. Porque el que no cree, no se prepara. Es sectario porque se auto-preserva o es oportunista, porque se aferra a lo que tiene más a mano, lo ya pensado. Pero también deja lo “nuevo”, lo “difícil”, lo “contradictorio” para más adelante, total falta. No es nuestro caso. Tenemos apuro y corremos la frontera de lo posible. Trazamos hipótesis, estudiamos, militamos, evaluamos, apelamos al ensayo-error. Entonces, por eso somos efectiva y orgullosamente revolucionarios (eco) socialistas. Así las cosas.